Llevamos casi una década inmersos en una sequía tan generalizada que ha llegado a convertirse en algo "normal". Pero no, no lo es. De hecho, los últimos cuatro años han sido muy duros y la extraña sucesión de olas de calor y falta de lluvias de 2022 ha acabado por agotar a unos ecosistemas muy tocados. Lo que empieza a preocupar a los expertos es que los próximos 60 días pueden acabar por hundirlos.
Dos meses clave. A los enormes problemas del aceite de oliva (que han provocado precios altísimos en los últimos meses), les están siguiendo una larga sucesión de crisis en casi cada ámbito agrícola.
El último ejemplo ha sido el jamón ibérico. Y es que la sequía ha provocado tal escasez de bellotas que si sumamos las cuatro denominaciones de origen de la península, comprobamos que se han reducido en un 12,6% el número de animales sacrificados. En consecuencia, se espera un alza más que considerable en el precio.
El problema del agua. Para entender el problema, el caso andaluz es muy claro. La comunidad autónoma tiene capacidad para acumular 11.971 hm3 de agua en sus pantanos. A estas alturas de año lo normal (es decir, la media de los últimos 10 años) era tener en torno al 60% de esa agua. A día de hoy, en cambio, hay solo un 29,84% (3.572 hm3). Las reservas están, de hecho, peor que el año pasado.
No estamos solos. Mientras la Unión Europea avisa de que el continente va camino de meterse en una de las sequías más grandes y persistentes de los últimos años, los datos de Copernicus señalan que el norte de África va a sufrir mucho también y las consecuencias sobre la producción de alimentos van a ser considerables.
No es un consuelo, pero sí nos recuerda algo sobre lo que llevamos hablando mucho tiempo: el agua se va a convertir en un recurso fundamental y (en la medida en que su escasez tiene consecuencias directas a lo largo de toda la economía) es buena idea ponerse manos a la obra y crear planes de contingencia.
¿Qué dice la Agencia Estatal de Meteorología? En principio, AEMET tenía buenas noticias: los modelos a largo plazo señalaban que había un 75% de probabilidades de que abril y mayo sean más húmedos de la media. Eso sería una excelente noticia. Pero, incluso en caso de que el pronóstico se cumpla, no significa nada.
Como ocurrió el año pasado, una ola de calor en un mal momento podría tumbar completamente la producción de aceite de oliva o de cualquier producto agrícola. Y eso, en un contexto como el actual, solo significa una cosa: subidas de precios, subidas de precios y subidas de precios. Es el momento de esperar la lluvia como agua de mayo.
Imagen | Ángela Bellido
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