Los meteorólogos lo tenían claro y acertaron: el fin de año está siendo sinónimo de una enorme dorsal anticiclónica que conecta las islas Canarias con el sur de Rusia e impide la entrada de borrascas desde el Atlántico.
Es decir, cielos despejados, poco viento y temperaturas diurnas por encima de lo normal (con grandes bajadas por la noche): tranquilidad, tranquilidad y tranquilidad.
O eso creíamos, porque no contábamos con la niebla.
¿La niebla? Efectivamente, el fenómeno meteorológico más peligroso de este último fin de semana de 2024 va a ser la niebla. Es lógico: la falta de viento y la estabilidad van a provocar unas intensísimas 'inversiones térmicas'. En muchas zonas del país (sobre todo, en el interior y en los valles), el aire frío va a quedar 'encarcelado' provocando heladas, bancos de niebla y nieve gelificante. Esto lo sabíamos.
La novedad que dibujan los modelos es que esta va a ser más frecuente y (localmente) persistente de lo que esperábamos.
Un problema para los movimientos... Porque como dice Jose Antonio Maldonado, "en algunas zonas del interior serán muy densas y persistentes, localmente engelantes, dando lugar a cencellada". De hecho, la AEMET ha activado algunos avisos.
No es para menos: la niebla "reduce la visibilidad, dificulta la detección de peligros y se vuelve difícil para un conductor calcular la distancia". Hay que tener cuidado este fin de semana en la carretera.
...y también para la salud. Este es, seguramente, uno de los temas de los que menos se habla cuando tratamos la niebla. En todo reportaje sobre la calima, se detalla el impacto del polvo en suspensión en la salud cardiorespiratoria. Con la niebla no pasa y, sin embargo, tienen el mismo problema.
Como explicaba Carmel Vidal, jefe de Urgencias del Hospital de Vilanova de Lleida, los días de niebla agravan patologías "que tienen que ver con el sistema respiratorio", empeora los cuadros de gripe y "producen más casos de bronquitis". El ahogamiento y los cuadros de insuficiencia respiratoria que derivan en disnea se vuelven muy frecuentes. Especialmente en pacientes con cardiopatías.
Y todo eso sin sumar los problemas de salud mental.
Un 2025 muy interesante. Pero más allá de estas pequeñas escaramuzas meteorológicas, lo que sabemos de 2025 lo convierte en un año muy interesante. Las dudas sobre qué pasará con La Niña (y cómo nos afectará en un contexto de estrés hídrico, altas temperaturas y desertificación desbocada) abren el terreno de lo posible mucho. No parece que vayamos a estar tranquilos
Imagen | San Bernardino / ECMWF
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