Esta "descomunal hendidura" de más de 80 metros de diámetro y paredes casi verticales es única en Europa y está en Teruel

Esta "descomunal hendidura" de más de 80 metros de diámetro y paredes casi verticales es única en Europa y está en Teruel
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Creemos que pasó en algún momento hace 750.000 años, quizá un millón. A medio camino entre lo que hoy son los municipios turolenses de Oliete y Ariño, un área de unos 100 metros de diámetro se vino abajo. 40 pisos hacia el corazón de la tierra. Durante miles de años, el río Martín, a escasos 500 metros de aquella zona, había ido filtrándose en sus entrañas y horadando la roca caliza sobre la que se asentaba el terreno formando una enorme cúpula de roca que, de un día para otro, se desplomó por su propio peso.

Cuando llegaron los primeros homínidos a las cuencas mineras de Teruel el agujero de paredes casi verticales ya estaba allí y, a lo largo de los siglos, la sima de San Pedro de los Griegos ha sido vista como un lugar inquietante y misterioso; si es verdad que un día hubo allí griegos, no es de extrañar que vieran una de las bocas que, como el lago Averno, dan acceso al mismo infierno.

El corazón de la tierra

Quizás por ello, pese a que hubo vida constante desde el 1320 las primeras expediciones con la fundación del Monasterio de San Pedro (o mucho antes si atendemos al poblado íbero de Cabezo de San Pedro), la primera constancia de exploración de la sima se la debemos a un vecino de Oliete en 1810. En los siguientes años, los jóvenes tanto de Oliete (1831) como de Ariño (1856) se animaron a descolgarse por las paredes del hoyo hasta llegar a la laguna de más de 20 metros de profundidad y 360.000 metros cúbicos de capacidad, pero poco averiguaron.

A finales del XIX la cosa cambió. España, como el resto del mundo, estaba hambrienta de fertilizantes y la Mina del Jardín obtiene una concesión para extraer guano y otros estiércoles avícolas de la sima. El descubrimiento, pocos años después, de los fertilizantes sintéticos devolvió a la zona a un relativo olvido.

Fue durante los años 80 cuando la espectacular sima se convirtió en un centro de peregrinación al que venían espeleólogos de todos los países del mundo. Durante esos años, sin ir más lejos, se celebraron varios campeonatos a nivel nacional e internacional. Ahí fue cuando descubrimos en profundidad su origen kárstico y la sorprendente estructura del lugar. Aún hoy sigue siéndolo aunque un sonado accidente mortal en 1987 hizo que los aficionados se acerquen a él con el mayor de los respetos.

Pero no era ese el gran valor que escondía el agujero de San Pedro. A diferencia del lago Averno, la sima es un verdadero oasis en mitad de un terreno extremadamente árido; un refugio donde más de 25 tipos de vertebrados (anfibios, aves, reptiles y mamíferos) hacen su vida y, entre los que sobresalen, una decena de tipos de aves y varias especies de murciélagos.

Imagen | Wikimedia

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