Si miramos provincia por provincia los datos de la producción de aceite, hay algo que llama rotundamente la atención: mientras la mayor parte del país está en un situación dramática, Extremadura ha mejorado sus cifras. Es más, las ha mejorado mucho.
Cifras de escándalo. Cáceres va a producir un 220% más que el año pasado (y un 43% más que la media de los últimos años). Badajoz, un 88,5% más que 2022-23 (y un 13,8% sobre la media). En conjunto, Extremadura baraja una producción de 73.000 toneladas de aceite de oliva, un 101% más que la campaña anterior. Son estimaciones, pero cada día que pasa la probabilidad de que se tuerzan son menores.
¿Por qué nos encontramos con estas cifras? Por suerte, sobre todo. Este año, las condiciones meteorológicas en Extremadura han sido mejores que en el resto del país. Mientras las flores del olivo se estaban quemando al sur de Sierra Morena durante la primavera de 2023, a la vera del Guadiana la situación estaba mucho mejor.
Sin intensas olas de calor en los momentos clave y luvias en el momento adecuado, la producción del olivo se ha disparado. Y digo que tiene que, sobre todo, ver con la suerte porque, en 2022, Extremadura corrió la misma que el resto del país. Pero hay algo más.
El regadío. De esto hemos hablado largo y tendido, la diferencia entre una hectárea de olivar de secano y una de regadío es abismal. No solo es que te permita minimizar muchos de los efectos de las sequías, es que (bien gestionado) "permite producir en una hectárea la misma cantidad de aceitunas que antes salían de 5 hectáreas".
El campo andaluz quiere pasarse al regadío, claro; pero no es algo tan fácil. Hablamos de una enorme cantidad de terreno y una mínima cantidad de agua a repartir. La emisión de nuevas concesiones es, comprensiblemente, un tema muy delicado. En Extremadura, en cambio, la situación está algo mejor: casi un tercio del agua embalsada en España, está en los pantanos de Cáceres y Badajoz.
¿Esto soluciona el problema? En absoluto. Lo cierto es que Extremadura (y, sobre todo, Cáceres que es donde ha ido mejor) tiene poco aceite, comparativamente hablando. Para que nos hagamos una idea, la producción total extremeña de este año no llega ni a igualarse con lo que ha perdido Jaén con respecto a la media de los últimos años. Es una buena noticia, pero se pierde en el conjunto del problema.
¿Y entonces? ¿Qué va a pasar? Finalmente, parece que la producción global va a ser un poco mejor que la esperada y, como esto no se ha trasladado a los precios finales, la salida de aceite ha sido limitada. Es decir, lo razonable es esperar a que los precios se mantengan más o menos en la misma línea ("con subidas graduales") hasta que en unos meses los primeros datos de la floración del olivo estén disponibles.
Si la campaña del año que viene genere buenas sensaciones en el mercado, es posible que haya pasado lo peor. Si no, la situación empezaría a ser insostenible y las consecuencias (con el sector fuera de juego) son imprevisibles.
Imagen | Herbolario Allium
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