El peligro de procesos como el calentamiento del planeta viene dado porque pocas veces ocurren delante de nuestras narices, casi siempre hablamos de procesos lentos en clave futura. Por eso, lo que está empezando a ocurrir en Groenlandia adquiere otro cariz. Allí se está originando un evento que no veíamos desde la última glaciación.
Nueva alerta. Un nuevo estudio indica que el derretimiento que está ocurriendo en Groenlandia hace que, literalmente, su capa de hielo se desprenda en pedazos de sí misma. No solo eso, el proceso se está acelerando, y según los investigadores, comienzan a constituir una invasión de icebergs que debería poner en alerta a los países del Atlántico Norte. El último evento de esta magnitud ocurrió hace 20.000 años, durante el último máximo glacial.
Suceso Heinrich. Se trata de un fenómeno climático que se ha producido varias veces durante los últimos 100.000 años, caracterizado por la liberación masiva de icebergs en el Atlántico Norte. Estas liberaciones se desencadenaron por el colapso de capas de hielo continentales, particularmente en América del Norte. Dichos icebergs transportaban grandes cantidades de roca y sedimentos que, al derretirse, se depositaban en el fondo marino formando capas características de detritos conocidas como eventos de Heinrich.
Además, estos sucesos están asociados con cambios climáticos abruptos y se cree que influyeron significativamente en las corrientes oceánicas y el clima global, llevando a periodos de enfriamiento severo en el hemisferio norte. Y sí, ahora parece que estamos en el proceso de uno nuevo, según los investigadores analizando el actual con los del pasado, de nivel “intermedio”.
Y esto podrá alterar las corrientes oceánicas. La alerta de los científicos viene dada por lo ocurrido en los eventos Heinrich anteriores. Esa caída masiva de icebergs alteró las corrientes oceánicas. Pensemos que el agua cálida de los trópicos circula hacia el norte a lo largo de la costa atlántica de Estados Unidos antes de cruzar el Atlántico. A medida el agua tibia se evapora y el agua de la superficie se enfría, se vuelve más salada y densa. El agua más densa se hunde y esta agua más fría y densa circula hacia el sur en las profundidades. Las variaciones de calor y salinidad alimentan el corazón de bombeo del sistema.
Los icebergs masivos lo cambian todo. Sin embargo, como las capas de hielo están hechas de agua dulce, la rápida liberación de icebergs en el Océano Atlántico puede reducir la salinidad del océano y ralentizar el bombeo del "corazón". Si el agua superficial ya no puede hundirse profundamente y la circulación colapsa, es muy posible que se produzca un enfriamiento dramático en toda Europa y América del Norte, explican los investigadores.
Para que nos hagamos una idea, tanto la selva amazónica como la región africana del Sahel se volverían más secas, y el calentamiento y el derretimiento de la Antártida se acelerarían, todo en cuestión de años o quizás décadas.
Comparando la situación actual. Publicado en la revista Science, el nuevo trabajo de la Universidad de California comparó la tasa de icebergs provenientes de la capa de hielo de Groenlandia con el flujo de hielo durante los Eventos Heinrich, la última vez que colapsó la Circulación Meridional de Inversión del Atlántico (AMOC) que transporta las aguas al norte y sur. Descubrieron que a medida que la capa de hielo se retira hacia el interior de Groenlandia, el desprendimiento del iceberg probablemente no persistirá el tiempo suficiente como para descarrilar por completo la circulación atlántica.
No está todo perdido. Como explican los investigadores, los icebergs son mucho más eficaces para alterar la corriente que el agua de deshielo de la tierra, en parte porque los icebergs pueden transportar agua dulce directamente a los lugares donde se hunde la corriente. Sin embargo, el calentamiento futuro obligará a que la capa de hielo de Groenlandia se aleje de la costa demasiado pronto para proporcionar suficiente agua dulce por iceberg. En resumen: creen que el desprendimiento de icebergs no persista lo suficiente como para desbaratar por completo la circulación atlántica.
Números. En cifras, se prevé que la fuerza de la AMOC disminuirá entre un 24% y un 39% para 2100. Para entonces, la formación de icebergs de Groenlandia estará más cerca de los eventos Heinrich más débiles del pasado.
Un último “pero”. Aunque el estudio no es en clave apocalíptica, eso no significa que la corriente no esté en riesgo. La trayectoria futura del sistema de corrientes del Atlántico probablemente estará determinada por una combinación de los icebergs que se desaceleran pero más efectivos, y la escorrentía superficial acelerada pero menos influyente. Además, todo ello se verá agravado por el aumento de las temperaturas de la superficie del océano que podrían frenar aún más la corriente.
Imagen | Pexels, IPCC 6th Assessment Report
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