La sequía aún mantenía a muchos embalses al borde de la desaparición. La DANA cambió eso de un plumazo

Algunas cuencas han visto incrementar en más de un 25% el volumen de agua almacenado

Embalse Guadalest
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Las lluvias asociadas a la última DANA representan una anomalía histórica: octubre de 2024 ha sido el más lluvioso en España desde que se tienen datos). Pero también representan un duro contraste con la situación que se vivía hace unos meses en la Península: una sequía de más de un año de duración que puso contra las cuerdas al sector agrario y a nuestra capacidad de generar energía. Una sequía que dejó los embalses en niveles mínimos.

Hasta la llegada de la DANA.

Cambio en los embalses. La magnitud de las precipitaciones causadas por la DANA puede apreciarse también en la evolución del agua acumulada en los embalses de la cuenca mediterránea. En las dos últimas semanas las cuencas hidrográficas del Mediterráneo, y en menor medida las de la costa atlántica sur, han visto aumentar notablemente su llenado promedio.

La cuenca hidrográfica del Júcar vio las peores consecuencias de la DANA, y también uno de los cambios más espectaculares en el llenado de sus embalses. Fue el caso del embalse de María Cristina, que pasó de un 4% de su capacidad al 94%.

En promedio, entre el 11 de octubre (cuando se publicó el último Boletín Hidrográfico previo a la DANA) hasta hoy, el nivel promedio de los embalses de esta cuenca ha pasado del 40,1% al 48,1%. Esto son 228 hectómetros cúbicos más, almacenados en los embalses de la zona. El problema es que no tenemos forma de distinguir qué porción de este volumen es de agua y cuál de sedimentos.

No solo el Júcar. La historia es similar en distintas cuencas. Así, los embalses de las cuencas internas de Cataluña han pasado de un llenado medio del 27,9% al 33,4%. En la cuenca del Segura se ha pasado del 14,6% al 18,7% (un inccremento de más del 28%). Las cuencas mediterráneas andaluzas pasaron en el mismo periodo del 21,9% al 27,4%.

También la cuenca del Ebro notó el cambio, pese a ser menos dependiente de las precipitaciones en la zona mediterránea: sus pantanos pasaron del 66,5% al 71,8%.

Además de las cuencas mediterráneas, la DANA también se hizo notar en las del Tinto y Odiel, Guadalquivir y, especialmente, en la de Guadalete-Barbate, cuyas reservas pasaron del 21,2 al 27,5%.

Prevención de riesgos. El llenado de los embalses es una buena noticia dentro de uno de los peores desastres naturales vividos en Europa en el último siglo. Sin embargo el agua retenida de esta forma es solo una pequeña fracción de la que cayó del cielo durante los cerca de nueve días que se mantuvo activa la DANA.

Los embalses cumplieron una función si cabe más importante que la de almacenar agua para el consumo: la de evitar que millones de metros cúbicos de agua, sedimentos y escombros continuaran su flujo hacia poblaciones ladera abajo. Estos embalses han demostrado ser un importante recurso de prevención, pese a no poder contener la totalidad de las riadas.

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Imagen | Embalse de Guadalest en verano. Niels Baars

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