Los gatos llevan habitando Madrid desde mucho antes de que la villa recibiera su nombre. Más bien sus ancestros, ya que la nueva especie prehistórica de felino vivió millones de años antes de la aparición de los gatos modernos.
El nuevo “gato”. Los paleontólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) han dado a conocer recientemente su último hallazgo: el fósil de un felino que vivió hace 15,5 millones de años en las inmediaciones de lo que hoy en día es Madrid. La nueva especie ha sido identificada gracias a una simple mandíbula.
Aunque el descubrimiento de la nueva especie ha sido revelada recientemente, el hallazgo de la mandíbula en cuestión fue realizado en 2007. Ocurrió durante las obras de la estación e intercambiador de Príncipe Pío, al oeste de la ciudad.
Magerifelis peignei. Esta especie ha sido denominada Magerifelis peignei. El nombre del género al que ha sido adscrita hace referencia al lugar donde fue hallada: el gato (felis) de Magerit, siendo esta la primera denominación castellana de la villa. Peignei por su parte es una referencia al fallecido paleontólogo francés Stéphane Peigné.
De las obras al museo. La mandíbula fue hallada en un yacimiento del Mioceno medio en Principe Pío. El Mioceno es un periodo geológico que se inició hace unos 20 millones de años y finalizó hace aproximadamente cinco. Habría sido precisamente a finales de este periodo cuando se dio la aparición del género felis, al que pertenecen los gatos propiamente dichos.
“Recuperamos la mandíbula prácticamente completa que conservaba casi toda la dentición en un estado excepcional. Lo más sorprendente es que poseía un diminuto segundo molar inferior (m2), un diente ausente en todos los félidos actuales y fósiles excepto en Proailurus, el primer félido conocido en el registro fósil,” explica en una nota de prensa Gema Siliceo, investigadora involucrada en el estudio de la pieza.
Cazando grandes presas. El equipo responsable del hallazgo escaneó los dientes y la mandíbula a través de una tomografía computerizada (CT), gracias a la cual observaron los detalles morfológicos de este molar m2. Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Journal of Vertebrate Paleontology.
“La mandíbula es muy robusta cuando se compara con la de felinos de talla similar, lo que sugiere una adaptación para soportar grandes tensiones durante la mordida, probablemente debido a la captura de presas relativamente grandes”, añade Manuel Salesa, otro de los autores del trabajo.
Los orígenes del gato. El hallazgo puede ayudarnos a comprender mejor los orígenes de uno de los animales de compañía más habituales tanto en el campo como en la ciudad. También una de las especies invasivas más dañinas conocidas.
Aún no contamos con datos como para establecer la relación genealógica en la taxonomía de gatos contemporáneos y el Magerifelis peignei, pero es posible que este hallazgo nos ayude a rellenar huecos en este sentido. Y es que es muy poco lo que el registro fósil nos dice sobre los felinos de esta era. Futuros hallazgos como este podrían remediarlo algún día.
Imagen | Museo Nacional de Ciencias Naturales / Jesús Gamarra