No han pasado ni tres meses desde que llegó a nuestras vidas y no hay un solo día en el que no hablemos de él. ChatGPT ha sido el equivalente a un terremoto cuyas consecuencias están muy diferidas en el tiempo, pero serán similares a las de un movimiento tectónico. Y en ello estamos.
Quienes más reactivos están siendo a su llegada son Alphabet y Microsoft. Alphabet, para no dejar que el recién llegado le coma la tostada de lo que estaba siendo el núcleo de su estrategia. Microsoft, llevando a OpenAI a su terreno, talonario mediante, para hacerlo ubicuo en su sistema y sus servicios.
Y luego está Apple, que quizás ha preguntado a Siri "qué debo hacer para no quedarme atrás en la carrera de la Inteligencia Artificial conversacional" y esta le ha respondido "esto es lo que he encontrado en Internet sobre qué debo hacer para no quedarme atrás en la carrera de la Inteligencia Artificial conversacional".
Un equilibrio y un riesgo de comoditización
Bromas aparte, esta está siendo una carrera rápida. Ya conocemos a Bard y a Bing Chat. De Apple no hay noticias. Lo cual no significa que no tenga a una legión de empleados picando código para lanzar algo similar. Pero sí sabemos que pese a anticiparse al resto lanzando a Siri en 2011, casi doce años después Siri está bastante lejos de lo que las expectativas nos decían que alcanzaría para 2023.
Si Apple mejora demasiado sus aplicaciones nativas, corre el riesgo de no dejar espacio a desarrolladores y ponérselos en su contra. Pero el riesgo de renunciar a la IA quizás sea peor
Apple parece bastante alérgica a depender de otros para sus productos y servicios. Lanzó sus mapas (con erótico resultado) en 2012 para dejar de ofrecer Google Maps preinstalado. Lanzó Apple Music en 2015 para asumir que la venta de canciones a un euro ya pasó y Spotify era lo que la gente quería utilizar.
Apple también debe guardar un equilibrio entre el poder de sus servicios y aplicaciones nativas, y el terreno libre que deje a los desarrolladores. La empresa más valiosa del mundo (2,4 billones de capitalización bursátil, medio más que Saudi Aramco) perfectamente puede destinar recursos a crear un calendario, un gestor de tareas, un gestor de notas, un editor fotográfico o un reproductor de podcasts que dejen en pañales a cualquier otro. O al menos lo intente. Pero no conviene a Apple actuar así, poniéndose en su contra a los desarrolladores que le dejan comisiones demasiado jugosas como para arriesgarlas por un ataque de ego.
Sin embargo, dejar que sus dos grandes rivales le adelanten por la derecha en ciertos servicios online tampoco parece una gran idea. No al menos sin plantar cara. Cuando nos acostumbremos a usar Edge con su estupenda función de asistente perenne que aprovecha el historial para darnos información útil y contextual, o nos habituemos a usar las respuestas rápidas de Outlook para despachar correos al vuelo, o entendamos las ideas principales de un texto tedioso en un minuto, quizás haga pensar que lo más interesante de un dispositivo ya está en esas funciones, no en su aspecto o su sistema.
No es que Apple no haga ningún trabajo en materia de Inteligencia Artificial. Siri ha mejorado con el paso de los años. Si lo ha hecho a velocidad glaciar es otro tema. En 2017 empezó a adaptar el hardware de sus chips para especializarse en tareas de aprendizaje automático, y desde el A11 los acompaña con el apellido 'Neural Engine'. Hace un año compró AI Music, una startup centrada en la creación de música vía IA con la vocación de adaptarla a nuestro ritmo cardíaco mientras nos ejercitamos. Pero claro, se puede llevar mucho más allá.
En cuatro meses, seguramente, se celebrará la WWDC, la conferencia anual de desarrolladores de Apple donde anuncian las novedades de las próximas versiones de sus sistemas operativos.
¿Veremos un Safari con un copiloto basado en IA que mejore nuestra navegación? Hasta Opera va a hacerlo. ¿O algo como la API de GPT (propia, claro) integrada en Numbers o Notas? ¿Quizás AI Music integrada en Logic y GarageBand para componer? ¿O playlists de Apple Music que modulen lo que escuchamos en función de la intensidad de nuestro entrenamiento en tiempo real? ¿Algo como el borrador mágico de los Pixel para que el editor nativo de fotos sea más útil? Alphabet está apuntando directamente hacia ese tipo de funciones.
Si nada de esto llega, habrá que esperar al menos otro año más. Demasiado tiempo como para esperar que no sean otras propuestas las que seduzcan a sus clientes. Y de fondo, el riesgo al que nadie quiere tener que enfrentarse: la comoditización.
Imagen destacada: Javier Lacort con MidJourney.
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