En los últimos años se está viviendo un intenso debate político y social sobre la sostenibilidad de las pensiones y el retraso de la edad de jubilación. Al mismo tiempo, las empresas acusan un envejecimiento progresivo de sus plantillas con poco éxito en la formación del relevo generacional.
En ese escenario, ni gobiernos ni empresas parece tener en cuenta la figura de la jubilación activa. Esta fórmula, vigente desde hace una década, permite compatibilizar el cobro de un porcentaje de la pensión de jubilación mientras se realiza una actividad laboral. Obviar a quienes quieren seguir en activo tras su jubilación es infravalorar el potencial de estas personas y la enorme experiencia laboral de quienes ya han terminado su carrera laboral.
¿Qué es la jubilación activa? La jubilación activa es una figura que se aprobó en el Real Decreto-ley 5/2013 de medidas para favorecer la continuidad de la vida laboral de los trabajadores de mayor edad y promover el envejecimiento activo, y que se terminó de pulir con el artículo 214 del Real Decreto Legislativo 8/2015 de la Ley General de la Seguridad Social.
En pocas palabras, lo que propone este tipo de jubilación es una vía legal para que aquellas personas jubiladas que quieran seguir en activo lo puedan hacer sin perder su derecho a percibir una prestación. La única condición es que, salvo excepciones, se reducirá hasta un 50% la prestación de jubilación que recibe durante el tiempo que se mantenga en activo. Con la figura de jubilación activa, podrá seguir trabajando por cuenta propia o ajena, siempre que se cumplan una serie de requisitos:
- Tiene que haber pasado al menos un año desde que cumpliera la edad ordinaria de jubilación (en 2023 es de 65 años).
- No pueden solicitar la jubilación activa quienes se hayan beneficiado de bonificaciones o jubilación anticipada. Los funcionarios o cargos públicos no pueden solicitar esta modalidad de jubilación.
- Debe haber cotizado los años suficientes para tener derecho a percibir el 100% del importe de la pensión por jubilación (en 2023 es de 37 años y 9 meses).
- El trabajo que se realice puede ser por cuenta ajena, a tiempo completo o parcial, contando con la conformidad de la empresa contratante, o por cuenta propia.
Una vez finalizada su actividad remunerada, la persona jubilada recupera plenamente sus derechos, percibiendo el 100% de la prestación que le corresponde.
¿Qué no es la jubilación activa? Salvo algunas excepciones, la jubilación implica abandonar cualquier tipo de actividad laboral, y por ello se compensa con una retribución proporcional a lo que la persona ha cotizado durante su vida laboral activa.
Eso significa que la jubilación activa no implica trabajar durante más tiempo para aumentar la cuantía de la prestación por jubilación. Por lo tanto, la jubilación activa es voluntaria y el trabajo que realice debe remunerarse como a cualquier otro empleado.
Negocios familiares y autónomos los más habituales. La gran excepción en la jubilación activa la recoge la Ley 6/2017, de 24 de octubre, de Reformas Urgentes del Trabajo Autónomo. En ella se regula que los trabajadores autónomos ya retirados que decidan acogerse a esta modalidad y demuestren tener al menos un empleado a su cargo, pueden seguir cobrando el 100% de su pensión por jubilación y seguir con su actividad profesional.
De los 6.369.023 de personas jubiladas que hay en 2023 en España, solo 67.164 personas se han acogido al modelo de jubilación activa y de ellos, 57.156 personas (el 85,1%) lo hicieron como autónomos, según datos complementarios de la Seguridad Social.
Esto supone una oportunidad para aquellos pequeños negocios familiares que, por falta de relevo generacional, se ven abocados al cierre de la empresa y despido de sus empleados. Siempre que el titular se encuentre en buenas condiciones de salud y tenga ganas de seguir adelante con su negocio, con la jubilación activa puede hacerlo.
Formadores con más de 37 años de experiencia. Según datos de Eurostat publicados en el diario Ara, España era el país de la Unión Europea en el que menos personas trabajaban a partir de los 65 años. Las empresas están dejando escapar la oportunidad de reclutar a este colectivo tan experimentado para capacitar a sus nuevos empleados con los requisitos exactos para el puesto que van a desarrollar.
En 2023, las empresas solo han contratado los servicios de 10.008 personas en situación de jubilación activa para aprovechar ese potencial formador. Además, quienes se acogen a la jubilación activa, deben cotizar a la Seguridad Social como empleados activos por incapacidad temporal y por contingencias profesionales, pero no para añadir más años cotizados a su vida laboral. Es decir, el coste de contratación para la formación es menor que lo que supone asignar la formación de los nuevos talentos a miembros de la plantilla en activo.
La jubilación debe ser un derecho, no una obligación. En Estados Unidos cada vez hay más personas obligadas a trabajar más allá de los 75 años para complementar unas pensiones que no alcanzan para vivir con dignidad. Garantizar la sostenibilidad de esas pensiones es uno de los principales rompecabezas a los que se vienen enfrentando los gobiernos.
Sin embargo, tal y como apuntan desde la Fundación de Activos de Gran Experiencia que representa a este colectivo de empleados sénior, la propia administración tiende a caer en el edadismo con una normativa para la jubilación activa que tiene margen de mejora. Los empleados jubilados que así lo deseen, todavía podrían aportar mucho más a la sociedad transmitiendo valores y conocimientos al nuevo talento.
En Xataka | Cuáles son los mejores meses para jubilarse anticipadamente en 2023
Imagen | Pexels (cottonbro studio)
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holgazan
Las empresas y (en otro orden extralaboral) las entidades asociativas. Las entidades asociativas sin ánimo de lucro sólo emplean -en general- a los jubilados como fuerza secundaria, para trabajos mecánicos que no quiere nadie (conserjería, pequeñas compras o aprovisionamientos, llevar a Correos el material -publicaciones, algunas pocas cartas- y poca cosa más). En cierta asociación de ayuda -precisamente- a la tercera edad con problemas de digitalización, me alisté como voluntario. Tengo 68 años, me jubilé con 66 y desde los 30 he trabajado siempre con material informático (no a nivel de profesional informático, pero sí de usuario informático profesional); poseo un currículum académico bastante importante al respecto -siempre como usuario- con multitud de cursos (serios) de diversas materias: tratamiento de textos, bases de datos (particularmente MySQL), hojas de cálculo, sistemas de información geográfica (GIS), sistema operativo Linux (de Linux tengo varios cursos, incluyendo un postgrado y es el sistema operativo único en casa desde hace más de veinte años); pues bien, en esa asociación me pusieron como "auxiliar" de un señor que enseñaba a los ancianos a manejarse con el móvil (y, encima, los ancianos acabaron por enseñarle a él).
He intentado promocionar Linux en multitud de entidades (abiertamente abarrotadas de software pirata: lo único que han pagado es Windows y porque ya viene incluido en el ordenador (y en su factura), ofreciéndome, además, a gestionar migraciones y curvas de aprendizaje, a proporcionarles distros adecuadas a sus necesidades, a impartir cursillos... y todo esto desinteresadamente. Inútil decirles que hay empresas que pagan fortunas por ofertas parecidas en el mercado. ¿Qué batallas cuenta el viejo este?
En fin, que tras algunos intentos, he enviado a la mierda el mundo asociativo y me dedico alegremente a mi afición, la fotografía, y sólo me dedico -por puro deporte- a hostigar por redes sociales a los llorones que se quejan de que las asociaciones carecen de recursos para subsistir (¿o para pagar opíparamente a sus burócratas?)
juanan610
Dejemonos estar de estas cosas que luego te da un patatús y te has pasado la vida cotizando para no disfrutar de la jubilación. Hay que dejar paso a los jóvenes.
holgazan
Yo tuve una cierta mala pata al respecto. Fui funcionario, pedí (y se me otorgó) prorrogar la jubilación un año más: estaba -estoy, por suerte- bien de salud y bien de ánimos, así que propuse seguir un año más, que designaran a mi sustituto y dedicar ese tiempo a instruirle (mis funciones eran un poco complicadas, sobre todo porque exigían conocimientos informáticos de usuario avanzado). Accedieron a ello también y... ¡patapúm! llegó la pandemia. Todo a tomar por el saco. Me pasé más de un año teletrabajando en tonterías (vaya,tonterías no,pero en cosas de poca monta porque hacía falta personal). Sic transit gloria mundi.
sulkra
En este país, lo verdaderamente CACHONDO es que en la función pública estás obligado a jubilarte (si quieres trabajar hasta cinco años más se debe APROBAR) y en la empresa privada nadie puede obligarte a coger la jubilación aunque tengas 147 años.
Vamos, que me ha hecho mucha gracia eso de que la jubilación debe ser un derecho y no una obligación.
A día de hoy YA ES UN DERECHO, pero sólo cuando atañe a la empresa privada, pasando a ser una obligación cuando el que desaprovecha todo ese potencial es la función pública.
¡Qué curioso que es el tema!, tú.
Como decía La Bombi... ¿Por qué serááááááá?.
Por cierto, cuidado con desear mucho el tema, en Alemania y el Reino Unido ya hay varios millones de jubilados que siguen trabajando tras jubilarse. Pero por obligación y con fórmulas o "ventajas" que afectan a otro sector muy necesitado de trabajo (jóvenes y personal poco cualificado).
Como aquí se ha expresado, a la postre y en la práctica totalidad de los trabajos que realizan, se ven relegados... no a lo que sería lo suyo, sino a lo que deviene en una ventaja competitiva y en los grupos y categorías que, por lo general, no coinciden con las desempeñadas en el momento de su jubilación.