Portugal probará con la semana laboral de cuatro días. A diferencia de España, no recortará los salarios

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El debate sobre la semana laboral de cuatro días lleva años sobre la mesa en Portugal. No es el único país que contempla esta idea, tal y como hemos visto recientemente, con multitud de gobiernos dando luz verde a iniciativas similares en toda Europa. Sin embargo, no ha sido hasta esta semana que el país luso ha llevado su propuesta un paso adelante. Anunció hace un mes que lanzaría un proyecto piloto en empresas privadas que se ofrecieran voluntarias, ahora, su plan ya contempla también las administraciones públicas.

Y claro, las principales organizaciones empresariales consideran que es inoportuno en tiempos de crisis como los que vivimos.

La iniciativa portuguesa. El proyecto piloto comenzará en junio de 2023 y durará seis meses. Lo más destacable es que no habrá recorte salarial, se reducirán las horas de trabajo y la participación de las empresas será voluntaria. Ya que el Gobierno no ofrece ninguna compensación económica ni subvención, no se estipulará un número exacto de horas semanales, que "pueden ser 32, 34 o 36 horas, definidas por acuerdo entre la dirección y los trabajadores".

Resistencia por parte de las empresas. El sector privado ha manifestado su descontento y dice sentirse un poco incómodo e inseguro sobre la propuesta. La Confederación de Comercio y Servicios y la de Turismo han declarado que no es el momento de discutir la semana laboral de cuatro días, argumentando que hay otras prioridades, como la crisis energética. Además, creen que pueden existir empresas "con un perfil" adecuado para ese modelo como es el caso de empresas "en el área de tecnologías, cultura, creatividad, publicidad", pero que habrá dificultades en las empresas con Atención al Cliente.

"Después de los efectos del coronavirus en las empresas y las familias, después de los brutales efectos de la guerra en las materias primas, cadenas de abastecimiento y costes de energía, diría que el país tiene otros problemas que deberían preocupar al Gobierno”, afirmaba también António Saraiva, presidente de la Confederación Empresarial de Portugal.

La tendencia. A día de hoy, esta revolución laboral la llevan a cabo hasta 180 empresas en todo el mundo. Un caso notable lo explicamos en Magnet hace unos meses, donde Reino Unido emprendió el mayor experimento hasta la fecha sobre la semana laboral de cuatro días con 70 empresas participando. Una encuesta concluía que el 78% de los líderes de esas 70 empresas afirman que su transición fue "buena". La mitad, el 49%, dijo que la productividad había mejorado.

Otros países europeos ya conocen los beneficios de tener mejor conciliación entre la vida personal y laboral. Islandia es un caso de éxito, en dónde el 1% de la población pasó de trabajar 40 horas a 35 horas semanales, cuatro días a la semana. Los casos de agotamiento, y las bajas por enfermedad cayeron en picado, y la productividad aumentó.

En España. En nuestro país, sin embargo, las cosas no han sido tan fáciles. Vimos algunos intentos fallidos en Telefónica que fueron criticados ya que implicaba una reducción del salario. Ha sucedido igual que en Bélgica, país que llevó a cabo una reforma de ley para implantar una jornada laboral de cuatro días pero que en este caso tenía truco, porque no implicaba trabajar menos, sino echar más horas menos días. Es decir, la jornada no se reducía, si no que los empleados podían elegir trabajar más una semana para descansar un día de la siguiente.

Lo hemos contado a lo largo de varios artículos, con casos como el de Desigual, que estableció una reducción de jornada pero con disminución de sueldo. Dell hizo lo mismo en Países Bajos, también con una reducción de salario proporcional a esa disminución.

En la Comunidad Valenciana, sin embargo, sí se lanzó una iniciativa en la que se subvencionará a las empresas que participen. La cifra total de la subvención por empleado será de 9.611 euros, repartidos en tres años de forma decreciente: 5.492 euros el primero, 2746 euros el segundo y 1.373 el tercero. Algo que defiende mejor el espíritu de este modelo laboral: no perder productividad, pero tampoco ingresos.

Imagen: Pexels

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