Optus es la segunda operadora de telecomunicaciones en Australia, con diez millones de clientes (en torno al 40% de la población nacional) y el 98,5% de su enorme territorio cubierto. Proporciona tanto conectividad móvil como banda ancha doméstica, y este miércoles 8 de noviembre ha sufrido una inexplicable caída del servicio a nivel nacional.
Esta caída está teniendo consecuencias mucho peores que la ya relevante de perder toda conectividad, tanto en la red móvil como en el Internet de casa o el trabajo. Esta interrupción del servicio paralizó los sistemas de pago y numerosas operaciones online y afectó incluso al sistema de transporte.
10 millones de usuarios pero todo un país afectado
La caída comenzó a las cuatro de la madrugada. Además de dejar sin conectividad a sus diez millones de usuarios y a unas 400.000 empresas, interrumpió algunos servicios de transporte ferroviario en ciudades como Melbourne, según apunta el periódico local The Sidney Morning Herald.
Al menos once hospitales de Victoria perdieron la conexión telefónica y varias oficinas gubernamentales se quedaron aisladas. La prensa local ha recogido varios testimonios de ciudadanos que han contado lo que ha supuesto para ellos esta caída del servicio, incluyendo la incapacidad para comunicarse entre familiares de una bebé ingresada en la UCI neonatal, o la incomunicación de una hija con su padre cuando estaba recibiendo el resultado de unos análisis oncológicos. Incluso los conductores de Uber se quedaron sin poder manejar la aplicación que les conecta con sus clientes.
Ramsay Health Care, una cadena de hospitales privados con 73 centros repartidos por toda Australia, dijo que todas sus líneas telefónicas estaban fuera de servicio. Northern Health, el principal proveedor de atención sanitaria pública en la región norte de Melbourne, usó su página de Facebook para explicar que no estaban pudiendo hacer ni recibir llamadas, dando alternativas para quien requería ponerse en contacto con alguno de sus centros.
Como curiosidad, el caos llegó a las tiendas físicas de Telstra y Vodafone, las otras principales operadoras nacionales, que vieron cómo se formaban enormes colas por parte de clientes de Optus que querían pedir una portabilidad.
Bayer Rosmarin, la CEO de Optus, está en el ojo del huracán, no tanto por esta caída como tal, sino por no haber podido identificar lo que la ha causado, incluso una vez el servicio ha sido restablecido a las seis de la tarde (hora local), catorce horas después de que se interrumpiera. Se limitó a hablar de un "fallo técnico".
Y sobre todo, porque no es la primera crisis con su gestión al frente: ya tuvo que lidiar con un ciberataque que logró robar información sensible de todos sus clientes gracias a una brecha del software que la custodiaba.
No obstante, la principal queja esta vez tiene que ver con una nula comunicación en un momento tan delicado. Los clientes de Optus simplemente descubrieron la magnitud de la caída cuando otros clientes lo iban comentando entre ellos y acabó llegando a la prensa, pero la operadora no hizo comunicado alguno, ni siquiera a través de un portavoz.
La Ministra de Comunicaciones australiana, Michelle Rowland, criticó esta política del silencio en un momento en el que la gente estaba "hambrienta de información", además de deslizar que el Parlamento tendrá que analizar esta caída y si puede haber consecuencias para la operadora.
En España sufrimos una caída masiva por parte de varias operadoras a principios de este año, pero fue geográficamente desigual, pues se centró especialmente en la costa sur mediterránea y en la red de Orange. Nada que ver con lo sufrido por Australia en estas últimas horas.
Imagen destacada | Srikant Sahoo en Unsplash.
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