La apuesta de EEUU por la energía nuclear es indiscutible. Actualmente es el país que más reactores nucleares mantiene en operación (94), según World Nuclear Association. Curiosamente Francia y China empatan en la segunda posición de esta clasificación gracias a los 56 reactores que ambos países mantienen actualmente en operación. Sin embargo, la ambición en este ámbito del país liderado por Xi Jinping es mucho mayor que la de Francia. Y es que China está construyendo 30 reactores más y planea poner a punto otros 37. Presumiblemente no tardará en medirse de tú a tú con EEUU en este ámbito.
Esta es la foto que nos proponen las tres mayores potencias en energía nuclear, pero el país liderado por Joe Biden tiene un plan. Y si sale bien su apuesta por la energía nuclear a medio plazo puede ayudarle no solo a satisfacer sus necesidades energéticas con holgura, sino también a mantener el liderazgo que ostenta en el terreno de la energía nuclear desde la creación de esta forma de obtención de electricidad. Y todo ello está pergeñándose gracias al estudio que han realizado un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan (EEUU).
Un pilar en la estrategia de EEUU para abordar su descarbonización
En 2022 las centrales eléctricas de carbón generaron el 20% de la electricidad disponible en EEUU. Y fueron las responsables de la emisión de 847 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono, lo que equivale al 55% de las emisiones totales del sector eléctrico estadounidense. Muchos países, entre ellos EEUU, se están deshaciendo poco a poco de sus centrales eléctricas de carbón como parte de su compromiso con la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero, pero las centrales desmanteladas deben ser reemplazadas por otras fuentes de generación de energía.
El estudio que han llevado a cabo estos investigadores ha analizado las características de 245 plantas de carbón estadounidenses
Lo que proponen los investigadores de la Universidad de Michigan que he mencionado unas líneas más arriba es reutilizar una parte de la infraestructura existente en las centrales eléctricas de carbón, como las líneas de transmisión y algunos componentes del sistema eléctrico, para transformarlas en centrales nucleares de última generación. Además, muchas de las personas que trabajan actualmente en esas plantas de carbón podrían continuar trabajando en las centrales nucleares una vez que hubiesen recibido la formación necesaria.
El problema es que no todas las centrales eléctricas de carbón pueden ser reconvertidas. Al menos no con facilidad. El estudio que han llevado a cabo estos investigadores ha analizado las características de 245 plantas de carbón estadounidenses, y no todas ellas tienen la misma idoneidad, como cabía esperar. Curiosamente, la herramienta STAND (Siting Tool for Advanced Nuclear Development), que es como se llama el programa que han utilizado estos científicos, es capaz de evaluar simultáneamente muchos posibles emplazamientos.
STAND sopesa los factores socioeconómicos y todo lo que tiene que ver con la seguridad de cada uno de los emplazamientos, lo que le permite asignar un coeficiente de idoneidad a cada central eléctrica de carbón a la hora de ser transformada en una central nuclear. Este estudio defiende que la reconversión que plantea permite ahorrar tiempo y dinero frente a la construcción desde cero de una central nuclear de última generación. Suena bien. Veremos qué estrategia pone en marcha EEUU durante los próximos años, pero parece razonable aceptar que la energía nuclear incrementará su presencia en este país a medio plazo.
Imagen | NRC
Más información | ScienceDirect | Foro Nuclear
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