Hace un año, en plena sequía y con “un tiempo estupendo”, el precio de la factura de la luz estaba por las nubes en España. “Es normal”, nos decíamos: sin lluvia que llene los pantanos, ni viento que mueva los molinos el precio tendía a subir de forma natural.
Solo basta con hacer un repaso rápido a los mercados de la electricidad, el gas o los carburantes para darnos cuenta de que el precio de todos ellos está al alza. De hecho, los precios de la electricidad tras una pequeña contención entre enero y marzo han vuelto a dispararse pese a las abundantes lluvias de la primavera. Podríamos pensar que el culpable es, sobre todo, la subida del petróleo, pero a estas alturas está claro que eso son escasas.
El verdadero culpable es la política energética española y, sobre todo, una ambiciosa reforma que nunca acaba de llegar.
Algo no funciona en el mercado de la energía
Sobre todo, porque las medidas que se aplicaron en los mercados energético y gasístico no han servido para nada. La Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE) que reúne a 26 gigantes industriales (11% de la demanda eléctrica peninsular) o el Foro Industrial del gas que reúne el 60% del consumo del país llevan meses muy preocupados por una deriva al alza que nadie parece poder controlar.
Es lógico, el precio de la energía no solo repercute en el ciudadano, sino que numerosas industrias ven como el gobierno se mantiene impávido mientras sus competidores europeos gozan de precios industriales “considerablemente más bajos”. El año pasado, las diferencias entre España y Alemania fueron del 17%.
Pero nadie parece querer arreglarlo
Lo que no es lógico que con las hidráulicas aportando casi una cuarta parte del mix energético (23,57% en abril) los precios subieran un 6,2 con respecto a marzo. De hecho, no es comprensible que los precios sean solo un 2% más bajos que los de abril del año pasado cuando estábamos en mitad de una de las mayores sequías de la última década. En 2017, el coste de la energía subió un 28% con respecto a 2016 (de 0,06 €/kWh a 0,077 €/kWh). El problema es que ahora no baja lo suficiente.
El mercado de la energía tiene serios problemas y reiteradamente, el Gobierno ha manifestado su decisión de no implementar la única forma viable dentro del marco económico y político actual para abaratar los costes a medio y largo plazo: apostar por las renovables, regular las energías más caras e invertir en estrategias para almacenar la energía.
La única conclusión que podemos extraer mientras vemos los precios crecer es que, en fin, solo un milagro hará que paguemos menos en la factura de la luz.
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