Los científicos llevan décadas sin ponerse de acuerdo sobre el fin del universo. Ahora el CERN quiere simularlo

El proyecto, que va mucho más allá, costará 20.000 millones, pero tiene potencial para cambiarlo todo

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"Uno de los proyectos científicos más apasionantes en desarrollo", decía nuestro compañero Juan Carlos López cuando hablaba del Futuro Colisionador Circular que están planificando los físicos e ingenieros del CERN. Y lo cierto es que, Juan Carlos se estaba quedando corto.

El reemplazo de un HL LHC (High Luminosity Large Hadron Collider o LHC de alta luminosidad) aún en desarrollo es más que un proyecto: quizás sea la mejor promesa que tenemos para entender el comienzo y el fin del Universo.

Las piezas de nuestra comprensión del mundo. Lo explicaba a la perfección Matthew Mccullough, físico teórico del CERN, en una entrevista en la BBC. el FCC "aumentará drásticamente la precisión de las mediciones" que podemos hacer y, gracias a ello, podremos responder a muchas preguntas sobre la naturaleza y propiedades de la materia oscura, sobre por qué los neutrinos tienen masa o sobre por qué no hay antimateria en el universo.

En su camino por derribar el Modelo Estándar de Partículas, la gente del CERN tiene muy presente una sola partícula: el bosón de Higgs.

¿Qué pinta Higgs en todo esto? Higgs (bosón y campo) tiene mucho que ver con ambas cosas: con el proceso que permitió que la materia extremadamente densa del Big Bang "se condesaran" (la metáfora es de Mccullough) en el Universo que hoy conocemos, pero también con la estabilidad del mismo. Es decir, con los procesos que nos llevarán a su fin.

Porque si algo tenemos claro es que unos 13,8 x 10^9 años, toda la materia desaparecerá lo que no sabemos es cómo será ese final. Algunos científicos creen que la gravedad podría detener la expansión del Universo y, como si fuera un acordeón, iniciar un proceso de contracción que nos lleve de vuelta al punto inicial.

Otros, en cambio, apuestan porque el Universo continuará expandiéndose eternamente ("bajo el efecto de la energía oscura") hasta convertirse en un sitio cada vez más frío, más grande y más inhóspito. Pues bien, esa gran duda es la que podría resolver el FCC.

Es mucho más fácil decirlo que hacerlo, claro. Para conseguirlo, el CERN necesita elevar la apuesta. Necesita una máquina mucho más grande, algo capaz de llegar a energías mucho más altas de lo que ahora soñamos con hacer.

El proyecto dibuja un acelerador con una circunferencia de 91 kilómetros frente a los 27 del actual LHC y, si todo va bien, pretende "alcanzar durante la segunda etapa del proyecto una energía de 100 TeV" (teraelectronvoltios) frente a los 16 TeV del actual. Hablamos de un monstruo de 20.000 millones de euros: el instrumento científico más grande jamás creado.

¿20.000 millones de euros? Soy consciente de que es mucho dinero. Todos lo somos y los responsables del CERN (que tienen que conseguirlo) son los primero en serlo. Sin embargo, la historia es testaruda: la ciencia básica no es tanto un gasto, como una inversión.

Hace unos meses, uno de nuestros jóvenes físicos más prometedores, Santiago Folgueras decía que particularmente el CERN ha demostrado, con creces, su potencial para transformar el mundo con las aplicaciones de su trabajo: "desde la world wide web a la tecnología de aceleradores de partículas que se emplea actualmente para tratar el cáncer o la levitación magnética empleada por algunos trenes de última generación".

Imagen | Elimende Inagella

En Xataka | Eso que se escucha de fondo es el sonido que hace el modelo  estándar de la física de partículas al resquebrajarse (o eso parece)

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