Uno de los mayores retos de la industria aeroespacial es reducir los costes de los lanzamientos. Algunas compañías, como SpaceX y Rocket Lab, creen que el camino para conseguirlo es reutilizar cohetes. Otras, como Astra, apuestan por los lanzamientos diarios. Ahora, una startup ucraniana acaba de poner sobre la mesa una inusual propuesta: utilizar un pequeño cohete que se consume a sí mismo como combustible.
A pesar de la invasión rusa, Promin Aerospace continúa con el desarrollo de su innovador sistema lanzador de satélites que busca "democratizar el lanzamiento de cargas al espacio para organizaciones, individuos y países". Durante el día, según recoge SpaceNews, el equipo de investigación trabaja en el laboratorio de Dnipro, pero fuera de su horario de trabajo hacen todo lo posible por proteger a sus familias de la guerra.
Una tecnología de lanzamiento nunca vista
Space.com explica que el "cohete que se devora a sí mismo" fue ideado por Vitaliy Yemets, cofundador y actual ingeniero de Promin Aerospace. Esta solución, si logra triunfar, no solo podría reducir los costes de lanzamiento, sino también organizar misiones en cuestión de días, cuando actualmente se requieren varios meses o años de antelación, y hacer frente al creciente problema de los desechos espaciales, el cual ha hecho que hasta el sector privado se involucre para controlarlo.
El cohete ideado por Promin Aerospace funcionará con combustible tradicional y también con combustible sólido. La compañía señala que, gracias a un "método patentado de gasificación y posterior combustión", parte de la estructura del cohete se irá consumiendo durante el vuelo, lo que hará que "no queden desechos en órbita".
A lo largo de los últimos meses, la compañía ha realizado siete pruebas de laboratorio en las que ha comprobado que su tecnología "funciona de forma fiable". En primer lugar probaron diferentes variaciones del diseño del motor y de la tobera, y recientemente hicieron lo propio a distintos tipos e presión con un nuevo tipo de combustible de polímero y comburente (el agente oxidante que favorece la combustión).
Por ahora, como podemos ver en la imagen, los experimentos se han desarrollado a pequeña escala. Los investigadores utilizan múltiples sensores para monitorizar las temperaturas en diferentes áreas del sistema y manómetros para calcular la presión. Por ahora no se consume parte de un cohete, sino unas pequeñas varillas de de combustible sólido se introducen cuidadosamente en un gasificador impreso en 3D.
Tras una primera ronda de financiación y a la espera de la segunda, Promin Aerospace planea seguir expandiendo su equipo —en medio de la invasión contrataron varios ingenieros— para continuar con las pruebas que mejoren el concepto. Su trabajo, según explican, comprende desde la investigación científica hasta el diseño completo del cohete, que es muy diferente a lo que ofrecen otras compañías del sector aeroespacial.
Mientras que firmas como SpaceX y Rocket Lab ofrecen poner cargas útiles en órbita de 200 y 300 kilos por 1,1 y 7,5 millones de dólares respectivamente, la firma startup ucraniana quiere enfocarse en pequeños nanosatélites. La idea es que el sistema de lanzamiento completo tenga un peso de unos 100 kilos, pueda poner 3 kg de carga útil en órbita y sea muy barato de operar. Según su configuración podrá tener una altura de entre cuatro y ocho metros, un diámetro entre 0,2 y 0,45 metros.
Si bien todavía deben hacer muchas otras pruebas para que esta tecnología esté lista, la compañía confía en que logrará hacer su primera prueba suborbital en 2023 y su primera misión comercial el mismo año. Después irán más lejos: planean hacer lanzamientos orbitales. Promin Aerospace contempla operar desde dos plataformas de lanzamiento: desde las Islas Azores, con Atlantic Spaceport Consortium, o desde Escocia, a través del Spaceport 1 de Reino Unido.
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