Jeff Bezos ya puede decir que ha viajado al espacio. La misión NS-16 de Blue Origin le ha enviado a él y a sus tres singulares compañeros de aventura a unos 100 km de altitud, y tras unos minutos disfrutando de la microgravedad y de ver la curvatura de la Tierra, la nave New Shepard ha regresado con éxito a la superficie terrestre.
Este hito se produce tras el vuelo espacial de Richard Branson con Virgin Galactic, y más allá del "pique" y de la discusión sobre si uno u otro realmente te llevan al espacio, ambos hitos marcan el comienzo de una nueva y llamativa era para un turismo espacial que de momento estará reservado a los más pudientes.
Cómo convertirse en astronauta durante diez minutos
A Jeff Bezos le acompañaba su hermano Mark, y junto a ellos han viajado los que se han convertido en los "astronautas" —las comillas son necesarias para muchos— de mayor y menor edad de la historia.
Por un lado Wally Funk, de 82 años. Por el otro Oliver Daemen, un joven holandés de 18 años que fue elegido tras cederle el sitio la persona anónima que pagó 28 millones de dólares por ese privilegio para luego retirarse.
La New Shepard despegó —la nave es autónoma, no hay piloto, y la tripulación es civil— a las 15:12 CEST desde las instalaciones de Blue Origin en Van Horn, en una zona desértica al oeste del estado de Texas.
Tras un ascenso vertiginoso, el vuelo llegó a su apogeo, a 100 km de altitud, en apenas 3 minutos y medio. Fue entonces cuando la tripulación pudo disfrutar de unas vistas espectaculares y de esa singular sensación de microgravedad durante unos minutos.
Mientras el cohete descendía para aterrizar verticalmente cerca de donde se lanzó, la cápsula en la que viajaban Bezos y sus acompañantes traspasó la línea Kármán, a 100 km de altitud, y se mantuvo por encima de ella durante un par de minutos para luego comenzar a descender.
Apenas 10 minutos después del inicio de la misión, la cápsula aterrizaba sin incidencias gracias a los paracaídas desplegados durante el descenso. Una aventura muy corta, pero desde luego emocionante.
Jeff Bezos comentaba que había sido "el mejor día de toda mi vida" y que el vuelo había sido "increíblemente bueno". Tras unos minutos todos los tripulantes salían de la cápsula exultantes, se abrazaban entre ellos y con los familiares y amigos que fueron a recibirles, y brindaban con champán por el éxito de la misión.
¿Y ahora qué?
Este vuelo de la New Shepard inaugura esa nueva era de turismo espacial que la compañía de Bezos buscaba iniciar desde hace años. Seguramente habrá debates sobre si este turismo suborbital hace que los pasajeros puedan ser calificados realmente de astronautas o de si estos vuelos son realmente vuelos al espacio.
Al menos en el caso del vuelo de Bezos parece que sí si atendemos a la definición de la línea de Kármán, pero más allá de esa cuestión, lo cierto es que a corto plazo esa nueva era de turismo espacial estará reservada para personas con mucho dinero.
Los billetes para esos vuelos suborbitales no serán baratos: en Virgin Galactic ya pusieron a la venta 600 pasajes y los precios llegaron a ser de 250.000 dólares por billete. Es cierto que para el vuelo inagural de la New Shepard de Blue Origin la subasta hizo que ese precio subiera hasta unos meteóricos —y nunca mejor dicho— 28 millones de dólares, pero esa primera cifra es una buena referencia para conocer cuánto puede costar el pasaje en uno de esos vuelos actualmente.
Hay billetes aún más caro, desde luego. En algún momento de 2022 Axiom Space espera poder lanzar a los primeros turistas espaciales a la Estación Espacial Internacional, y cada uno de los cuatro pasajeros pagará 55 millones de dólares por ese privilegio.
Eso deja claro que serán pocos los que tengan acceso inicial a esta nueva era del turismo espacial, una que además estará limitada tanto por la altura que alcanzan estas naves como por la duración de unas misiones que, recordemos, están diseñadas también para no causar problemas de salud a unos tripulantes que no han sido entrenados como astronautas.
Es razonable pensar que esos billetes para viajar al espacio vean su precio bajar de forma consistente en los próximos años: la reutilización de los cohetes y el previsible aumento del ritmo de lanzamientos —en Blue Origin hablaron de otros tres vuelos en 2021— podría convertir estos vuelos suborbitales en algo que —salvando las distancias— se convirtiera en algo "rutinario" como hoy lo son los vuelos en avión.
Seguirán siendo sin duda viajes muy caros y a los que no todo el mundo tendrá acceso, pero desde luego si no aparecen problemas es lógico pensar en que estos viajes se convertirán en algo así como una opción "de lujo asequible" para viajeros con ganas (y recursos).
Al igual que la aviación comercial no fue accesible para el gran público al principio y los móviles también eran algo exclusivo —recordemos a Gordon Gekko con aquel gigantesco Motorola en 'Wall Street'—, puede que lo de convertirse en "astronauta" (volvemos a las comillas) acabe siendo algo relativamente accesible en unas... ¿décadas?
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