«De repente, todo el patio se volvió más brillante, algo anaranjado o amarillento, como una especie de bombilla, luego se volvió negro... Fue grande y fue algo en el aire», explicaba Mike Tarkowski en el Detroit News. No fue el único que lo vió.
Y no, no era una de las señales del Apocalipsis: Ayer, hacia las 20:09 de la noche (hora local), un bólido explotó en el cielo de Detroit provocando un terremoto de magnitud 2 e iluminando la noche de seis estados norteamericanos y el sur de Canadá. Un pequeño recordatorio de que la verdad sigue ahí fuera.
Una enorme bola de fuego
El Servicio Geológico de los Estados Unidos confirmó pronto la explosión, pero para ese momento multitud de personas ya habían compartido decenas de vídeos en las redes sociales. Este tipo de sucesos (con todos los matices que queramos poner) nos recuerda inevitablemente a Tunguska. Cuando un pequeño easteroide o de un fragmento de asteroide produjo una explosión de 12 megatones que arrasó millones de árboles el 30 de junio de 1908.
Es el caso más conocido, pero, sin ese poder destructivo, se trata de fenómenos más comunes de lo que puede parecer: casos como el del Mediterráneo Oriental, el de Vitim o incluso el de Cheliábinsk que el espacio está lleno de maravillas, pero también de horrores.
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