Estuvo a punto de cancelarse, pero ya se encuentra sobrevolando la Tierra en una órbita polar. Un Falcon 9 lanzó el jueves la misión PACE de la NASA: uno de los satélites más grandes y caros que estudiarán la contaminación de la Tierra.
PACE es ese tipo de acrónimo inventado tan típico de las agencias espaciales. Significa "Plankton, Aerosol, Cloud, ocean Ecosystem", lo que da muchas pistas de lo que observará desde el espacio.
La misión se enfoca en el estudio del fitoplancton y los aerosoles, la vida microscópica del agua y el aire, que juega un papel importante en el ciclo de carbono y por tanto es muy sensible al cambio climático. El fitoplancton absorbe dióxido de carbono de la atmósfera y lo convierte en material celular.
Las observaciones de PACE en el agua
Dotado de un radiómetro oceánico hiperespectral, PACE se usará para hacer un seguimiento de la contaminación en los océanos y otros cuerpos de agua.
Capaz de observar en el ultravioleta, la luz visible y el infrarrojo cercano, rastreará la distribución de fitoplancton y, por primera vez desde el espacio, identificará las comunidades de estos organismos a diario y a escala global.
Estos datos servirán para medir los efectos de la explotación pesquera, rastrear la floración de algas nocivas e identificar cualquier cambio en el entorno marino.
Las observaciones de PACE en la atmósfera
El satélite lleva además dos polarímetros que detectan cómo la luz del Sol interactúa con las partículas de la atmósfera para medir la calidad del aire a escalas locales y globales.
Estos instrumentos sensibles permitirán hacer un seguimiento de los aerosoles atmosféricos, como el hollín producido por la combustión de combustibles fósiles.
Combinando sus instrumentos, PACE nos dará información de cómo interactúan el océano y la atmósfera, y cómo afecta el cambio climático a sus interacciones.
Superando los intentos de cancelación
Con un presupuesto de mil millones de dólares, PACE ha superado repetidos intentos de cancelación para convertirse en un símbolo de la lucha contra el cambio climático.
Su desarrollo empezó hace nueve años, aunque llevaba 20 sobre la mesa. La misión estuvo en la cuerda floja durante la administración Trump, pero ha sido salvada a pesar de los desafíos políticos y financieros gracias al apoyo de la comunidad científica.
Hoy PACE es, además de una misión científica importante, testimonio de la resistencia de la comunidad científica y de su compromiso con la investigación climática.
Imagen | NASA, SpaceX