Este fin de semana, el módulo Philae despertó finalmente de la hibernación en la que había entrado tras su aterrizaje en el núcleo del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, el pasado mes de noviembre. El aterrizador no había logrado sujetarse adecuadamente al tocar tierra, había rebotado por el lugar y, al final, se había detenido en una zona en la que sus paneles solares no recibían la suficiente luz solar como para recargar sus baterías.
Philae estuvo transmitiendo datos durante 60 horas hasta que se quedó sin energía, y los ingenieros de la ESA lo pusieron en hibernación a la espera de que, cuando el cometa estuviera más cerca del Sol, pudieran intentar despertarlo. Eso sucedió hace unos días y, desde entonces, en la agencia europea se preparan para la parte realmente importante de la misión Rosetta, la que es su objetivo principal: ofrecer el panorama más detallado de cómo cambia un cometa cuando llega al punto de su órbita más próximo al Sol.
El objetivo de Rosetta
67P/Churyumov-Gerasimenko se encuentra actualmente a poco más de 214,5 millones de kilómetros del Sol. Cuando alcance el perihelio, a mediados de agosto, se acercará a menos de 190 millones de kilómetros de la estrella, lo que provocará unos cambios mucho más dramáticos que los que ya ha estado estudiando Rosetta, que lleva orbitando el cometa siete meses. El objetivo principal de la misión, de hecho, no era simplemente quedarse orbitando este cuerpo, aunque es algo que no se había hecho hasta ahora, sino acompañarlo en su trayecto alrededor del Sol.
Rosetta es la primera misión que acompaña a un cometa en la parte más proxima al Sol de su órbita
Lo que se busca es registrar y analizar todos los cambios que la cercana influencia de la estrella genere en el núcleo del cometa. Desde que Rosetta llegó a él, detectó las primeras señales de sublimación de material por el calor del Sol, todavía lejano, y esa actividad se ha ido volviendo más intensa conforme su perihelio está más próximo. Además de la generación del coma, o cabellera, del cometa y de su cola, Rosetta ha estudiado los procesos que se producen en ellas, descubriendo, por ejemplo, que la cola es un lugar más activo de lo que parecía a simple vista.
La sonda ha estudiado la composición de los chorros de gas lanzados al espacio por 67P (compuestos por vapor de agua y dióxido de carbono), ha documentado su rotación y su morfología y, además, está resultando todo un éxito para los equipos de diseño de la órbita y de control de operaciones de la ESA, pues Rosetta tiene que alejarse de vez en cuando del cometa para no sufrir daños por sus emisiones de gas. Sin embargo, con Philae inactivo, faltaba una parte importante de la misión; el registro simultáneo de datos desde el espacio y desde la superficie de 67P/Churyumov-Gerasimenko.
Lo que va a hacer Philae a partir de ahora
El despertar de Philae de su hibernación forzosa se llevaba preparando desde hacía tiempo. Las condiciones superficiales en el cometa eran más cálidas y más luminosas que en noviembre, lo que permitía a los científicos ser relativamente optimistas de que el aterrizador podría recibir la suficiente luz en sus paneles solares como tener la energía para ponerse de nuevo en marcha. Patrick Martin, jefe de misión de Rosetta, explica que "el nivel de energía aumenta durante el día local en el cometa (la parte de la rotación de unas 12 horas en la que Philae está iluminado) de 13W al amanecer a más de 24W. Hacen falta un mínimo de 19W para encender el transmisor".
Una vez que se restableció la comunicación entre Philae y Rosetta (que es quien transmite después a la Tierra los datos recolectados por el aterrizador), ambos aparatos pueden ponerse a trabajar. Para ello, la sonda tiene que situarse primero en una nueva órbita que le permita comunicarse con una periodicidad más o menos fija con el aterrizador, algo que no resulta tan sencillo. Paolo Ferri, jefe de operaciones de misión de la ESA, apuntaba que "si logramos conseguir y mantener un patrón de contactos predecible, los equipos del aterrizador pueden diseñar una estrategia para una nueva secuencia de operaciones científicas. De todos modos, nos mantendremos muy flexibles y listos para reaccionar con rapidez".
Hasta el 13 de agosto, fecha en la que el cometa alcanzará su perihelio, la misión tendrá la oportunidad de observar, desde una posición privilegiada, el punto de mayor actividad en la vida de un cometa. Para ello, Rosetta y Philae llevan algunos instrumentos científicos "repetidos", para que la información obtenida por una se complete con la recogida por el otro. Uno de ellos es CONSERT, que estudiará la composición el núcleo mediante una señal de radio emitida por Rosetta hacia el cometa, y que recibirá Philae después de que haya atravesado su núcleo.
El aterrizador analizará también el entorno de plasma alrededor de 67P cuando esté en el punto más cercano al Sol, sus emisiones de gas, y fotografiará su superficie. Si sobrevive a ese momento, y a la frenética actividad que se produce en el cometa, Philae podrá todavía ofrecer más datos en el último tramo de la misión de Rosetta: el estudio del cometa conforme va "apagándose" y enfriándose al alejarse del Sol.
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