Las reuniones de las sociedades científicas americanas tienen algo de Superbowl. Todo lo Superbowl que puede ser una convención científica, claro. Muchas reúnen a miles de personas y se convierten en una especie de circo académico en el que algunos de los centros de investigación más importantes del mundo compiten por el interés de sus colegas, la atención de los medios y el dinero de los mecenas.
Pero por los pasillos de cada convención también hay cosas distintas: al fin al cabo pocas cosas son tan diversas como la ciencia real que se hace en laboratorios, observatorios y trabajos de campo. Eso ha pasado estos días en Denver, donde se celebraba la 232ª reunión de la American Astronomical Society y donde se han revelado los últimos datos disponibles sobre Tabby, “la estrella más misteriosa del Universo”.
Un misterio dentro de un enigma dentro de un sudoku
Seguro que habéis escuchado hablar de Tabby. La conocimos en octubre de 2015. Más grande y más caliente que el Sol, Tabby era una estrella normal. Aburrida incluso. Pero Tabetha Boyajian, que ahora es profesora en la Universidad Estatal de Luisiana, se dio cuenta de que su brillo cambiaba. Cambiaba mucho: hasta un 20% sin ningún patrón aparente y, en aquel momento, sin ninguna explicación a mano.
Solo hay una forma de oscurecer una estrella de esa forma, tapándola. Tabby se convirtió en un misterio porque nunca habíamos visto algo igual y porque, en fin, queremos creer. Muchos científicos y muchos medios se lanzaron a ‘sugerir’ que eso cuadraba con una megaestructura alienígena (igual una esfera de Dyson, igual decenas de enjambres de naves listas para la guerra).
No lo era, claro. A principios de este año, un equipo de investigadores de la Estatal de Luisiana y de la Penn State encontraron evidencias sólidas que apuntaban a lo que todos nos temíamos: era polvo. El "primer contacto" se alejaba un poquito más.
Pero algo más ocurrió con Tabby. Con los extraterrestres fuera de la ecuación, el aura de misterio que la estrella se había creado ha permitido seguir estudiándola. Hoy por hoy, hay casi un centenar de investigadores monitorizando Tabby a tiempo real. Y no sólo investigadores.
El humo de una hoguera
Un buen ejemplo es el trabajo presentado Denver por un grupo de estudiantes de instituto que usando el telescopio de 70 centímetros de la Thacher School en Ojai (California) han descubierto que no solo es polvo lo que rodea a Tabby, sino que ese polvo tiene un tamaño extremadamente variable.
Controlaron la estrella durante 135 días de la primavera y el verano de 2017 y pudieron observar cuatro de esas variaciones en el brillo de Tabby. Esas observaciones fueron claves para conocer mejor el material que oscurece la estrella.
La luz interactúa de forma distinta según el tamaño del polvo. Por eso, los estudiantes estimaron la luz azul y la luz roja que llegaban de Tabby y los compararon con distintos modelos. Esto descartó directamente la idea de que los objetos que bloqueaban la luz de la estrella fueran grandes, pero revelaron algo más curioso.
"El rango del tamaño [de las partículas] es comparable a las partículas de humo de una fogata", explicó la semana pasada Eva Bodman, investigadora postdoctoral en la Universidad Estatal de Arizona, Tempe, que ayudó los estudiantes. "Así que este polvo es más como una nube brumosa que como el polvo que podemos encontrar en nuestra casa”.
Es decir, la nube de polvo que se interpone entre nosotros es tremendamente compleja. Mucho más de lo que pensábamos hasta ahora. Y no, no se resuelve sencillamente con una referencia al 'polvo estelar' como muchos creían. No está muy claro qué pasa ahí. Un misterio que sumado al del origen mismo de la nube solo se resolverá con el tiempo y con el hallazgo de otras estrellas como Tabby. Alguna más debe de haber ahí fuera. Mientras tanto el enigma sigue vivo, alimentando la imaginación científica de miles de estudiantes de instituto.
Ver 24 comentarios