Quizá es atrevido decir que los teléfonos móviles han revolucionado los hábitos de la fotografía. Es cierto que cada vez más gente toma imágenes con el móvil. Los motivos: tienen calidad suficiente, hay apps para procesarlas y además podemos compartirlas al momento. En este último punto las cámaras convencionales se han quedado atrás, aunque poco a poco van ganando terreno.
Conscientes de ello, Samsung quiere facilitar esta tarea con sus Smart Camera y ofrecer soluciones de conectividad con Internet dentro de las cámaras. Una de ellas, la WB150F aborda el formato compacto para quienes buscan un modelo sencillo con el que hacer fotos rápidas. Tras pasar por la mesa de pruebas, os dejamos con nuestro análisis.
Samsung WB150F, una compacta con muy buena presentación
Cogemos la cámara y la primera sensación que nos transmite es positiva. Un peso correcto, no es la más ligera pero tampoco se hace pesada cuando la llevamos en la bolsa o la mano, y una buena calidad en los materiales: carcasa de plástico robusta y con un buen acabado. A la hora de cogerla es cómoda y la curva de la parte frontal izquierda hace que el agarre sea más sencillo.
En cuanto a la distribución de los botones nos encontramos con un dial para cambiar entre los diferentes modos, el botón de enfoque y disparo así como el botón de encendido. En la parte trasera tenemos una pantalla TFT de 3 pulgadas y cinco botones de acceso rápido así como un circular para movernos por los menús y acceder a otras opciones. En este último se echa de menos que sea de botón y no una ruleta.
En el lateral derecho tenemos para ponerle una correa de muñeca y una entrada USB multiusos ya que a través de él podremos cargar la cámara y sincronizar datos. En resumen, en este aspecto cumple a la perfección. Buenos materiales, un diseño correcto que nos permite llevarla en cualquier sitio sin preocuparnos de que se golpeé. Vamos ahora un poco más adentro.
Un objetivo versátil pero algo limitado
A la hora de usar una cámara compacta lo que más nos interesa es que sea todoterreno, que nos permita hacer fotos tanto con un gran angular como de detalles que estén a los lejos. En este sentido la WB150F de Samsung sorprende porque se mueve perfectamente entre ambos límites. El zoom óptico de 18 aumentos responde muy bien, para ser una cámara de este tipo.
No en vano los cristales que lleva son Schneider Kreuznach. En el equivalente a 35mm nos encontramos con un 24-432mm. El sensor, un CMOS de 7,76mm nos ofrece una calidad máxima de 14,2 megapíxeles. El nivel de definición, como podéis ver en algunas imágenes es muy bueno, aunque en interiores es donde empezamos a encontrar problemas.
En cuanto falta un poco de luz y hay que empezar a usar ISOs algo elevado (hasta 3200) vemos como el ruido aparece. Luego a la hora de procesar en el ordenador y transformarla a otro tamaño no se nota tanto pero lo cierto es que en interiores o de noche se le atraganta un poco. En cambio con mucha luz hay que reconocer que se porta a la perfección.
Al final a la hora de ofrecer versatilidad, y más dentro de esta gama de productos, es complicado llegar a todos los lados. Los resultados son buenos pero es cierto que en las condiciones ya mencionadas podría aportar un poco más de calidad. Es rápida enfocando aunque a veces a la hora de gestionar algunos procesos como acceder a los menús resulta un poco lenta.
Modos de disparo para aficionados y para quienes buscan ir más allá de la foto rápida
Normalmente el formato compacto está asociado a fotos rápidas y tal es así que sus modos van enfocados a este tipo de imágenes. La cámara de Samsung no es una excepción aunque amplía el abanico de posibilidades. Por un lado, tenemos el modo automático: apunta, dispara y listo. Nada nuevo bajo el sol.
Por otro tenemos varios efectos para quienes no quieren, o no saben, procesar fotografías en el ordenador. Desde cosas sencillas como hacer murales con varias imágenes a efectos algo más elaborados y resultones como si estuviera pintado con un pincel. Lo curioso de este modo es que además de grabar la imagen nos grabará un pequeño vídeo emulando el proceso del efecto en cuestión.
Por último tenemos un modo manual, un detalle bastante de agradecer para quienes quieran explorar un poco más allá del apunta y dispara. Aquí, como en cualquier otra cámara que tenga este modo, podemos configurar el ISO, la exposición y el enfoque. Suena bien, el problema es que a la hora de modificar estos parámetros el proceso es algo pesado.
Grabando vídeo el resultado deja un poco indiferente. Con calidad de 720p (no alta definición 1080p) el resultado cumple el expediente y poco más. Se echa en falta un poco más de calidad. De nuevo, con mucha luz se porta bien, con poca no tanto. La calidad del micro es aceptable pero tampoco da más de sí.
Al no tener una rueda en la parte trasera, todos los ajustes en este modo hay que hacerlo pulsando un botón. El resultado: que todos los cambios se hacen de forma lenta. Si tenemos tiempo no hay problema pero si sólo tenemos unos segundos para tomar una imagen vamos a tener muchos problemas y acabaremos usando un modo escena o incluso el automático.
La conectividad, la clave de la cámara
Hablemos, ahora sí, del aspecto que intenta marcar la diferencia respecto a otras compactas. La cámara cuenta con un transmisor WiFi que nos permite conectarnos a cualquier tipo de red, cifrada o no, para enviar fotos y vídeo a través de diferentes servicios: redes sociales, correo electrónico, teléfono móvil, televisión y la nube, este último a través de Skydrive.
La conexión con dispositivos móviles se hace a través de una aplicación de Samsung que tenemos que tener previamente instalada allí donde vayamos a tener nuestras imágenes. Las redes sociales entre las que podemos elegir son algo limitadas: Facebook, YouTube, Picassa y Photobucket. Se echa en falta Twitter.
A la hora de enviar archivos el proceso es bastante rápido y la configuración de los envíos es muy sencillo sin embargo hay un problema derivado del diseño de la cámara: el teclado. Cuando vamos a escribir la dirección de email a quien vamos a escribir o el comentario que acompañará la imagen nos saldrá un teclado virtual para escribir y el proceso es simplemente lento.
De nuevo, la ausencia de rueda o de una pantalla táctil hace que escribir usando sólo botones llegue a ser cansino. Si escribimos algo breve está bien, pero como queramos añadir una descripción de un par de líneas acaba siendo frustrante tanta pulsación de botones. No es que sea una tortura pero si es una cuestión que se podría haber mejorado con creces.
Conclusiones
Samsung apuesta por una idea bastante interesante y lógica teniendo en cuenta cómo está el mercado y la forma en la que se hacen fotografías. La cámara como tal cumple bien dentro del formato compacto: tiene sus virtudes como el objetivo y su rendimiento con mucha luz pero también tiene sus fallos; es lenta, con poca luz se nota mucho el ruido…
No obstante no olvidemos que es una compacta y aunque no es la mejor dentro de su categoría sí que lo hace bastante bien y la conectividad aporta un valor añadido interesante ya que nos ahorra tiempo, aunque a veces la introducción de algunas cuestiones como el teclado virtual hagan que ese ahorro de tiempo sea un tanto relativo.
En resumen, una calidad con una buena relación calidad precio recomendable para quienes busquen algo sencillo, sin muchas pretensiones y que quiera enviar imágenes a la red constantemente.
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