Hoy en día la tecnología ha hecho posible grandes avances en todo tipo de ámbitos, pero esos avances también tienen efectos colaterales. La existencia de vulnerabilidades de todo tipo hace que cualquier dispositivo pueda convertirse en espía de todo lo que hacemos sin saberlo.
Lo sorprendente es descubrir que los mismos principios que se aplican ahora en ataques como los realizados por los keyloggers —que registran todo lo que escribimos sin que nos enteremos— se aplicaban hace años entre Rusia y Estados Unidos, cuando el espionaje tecnológico, a pesar de estar mucho más limitado, era igualmente efectivo. Atentos a lo que les hacían los rusos a las máquinas de escribir.
Más allá del micrófono
Un informe de la National Security Agency (NSA) de 2012 revelaba cómo los rusos habían desarrollado una serie de mecanismos electromagnéticos que podían ser implantados en máquinas de escribir para luego transmitir la información a medida que los usuarios tecleaban en ellas.
Esos "bichos" (bugs) fueron descubiertos por primera vez en 1983 en una embajada de un país aliado de los Estados Unidos, y de hecho ni siquiera estaban en una máquina de escribir, lo que demostraba que el desarrollo ruso iba más allá del "keylogger" puro, como lo llamaríamos ahora.
Hasta ese descubrimiento la inteligencia de EE.UU. había asumido que la única forma de espiar era con micrófonos ocultos en todo tipo de mobiliario, pero este desarrollo demostró que los rusos iban un paso por delante en este tipo de tecnologías de espionaje.
Proyecto Gunman
Tras ese descubrimiento inicial la NSA lanzó el llamado Project Gunman, que tenía como objetivo analizar y detectar todos estos 'bugs' para luego investigar cómo funcionaban.
El proyecto era complejo y farragoso, y consistía en analizar máquinas de escribir, teletipos o impresoras bajo rayos X para saber si había algo inusual al comparar modelos instalados por ejemplo en embajadas con modelos originales no modificados.
Uno de los encargados de ese proceso acabó encontrando algo extraño en una de esas pruebas. Una bobina que no tenía que estar ahí y que permitió descubrir una de las variantes del mecanismo que los rusos usaban para espiar a los americanos.
De hecho había cinco versiones de esos "implantes" que hacían uso de magnetómetros para distinguir qué teclas se estaban presionando, y que luego convertían la energía mecánica de esas pulsaciones en "ruido magnético" que se transmitía por radio y que permitía que receptores cercanos captasen lo que se estaba tecleando en esas máquinas.
Un logro técnico realmente asombroso teniendo en cuenta que hablamos de principios de los años 80. Mucho ha llovido desde aquella época y ahora las amenazas son mayores, pero estos sucesos dejan claro que incluso entonces la tecnología era una poderosa aliada para el segmento del espionaje.
Vía | Quartz
Más información | CryptoMuseum
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 9 Comentarios