A finales del siglo XIX las primeras máquinas de escribir tuvieron que hacer frente a un requisito importante: poder escribir en mayúsculas y minúsculas. La primera solución llegó a las Remington No. 2, las máquinas de escribir que incluyeron por primera vez una tecla Shift para poder escribir cualquier letra en mayúsculas.
Aquello no estaba mal, pero en ciertas ocasiones era necesario escribir todo en mayúsculas, lo que acabó siendo implementado por primera vez en 1914 con una Remington Junior en la que se incluyó la tecla Shift Lock. Fue entonces cuando todos empezamos a gritar al teclado.
Necesitábamos escribir en mayúsculas (a veces)
Aquellas máquinas de escribir acabaron sirviendo como modelo para los primeros teclados utilizados en informática, y en 1970 apareció el Datapoint 2200, uno de los primeros ordenadores personales con teclado para realizar la entrada de datos. El homenaje a las máquinas de escribir fue evidente, porque aquel teclado tenía también una tecla Shift Lock.
Poco después el famoso Xerox PARC comenzó a trabajar en una máquina revolucionaria que apenas llegaría a comercializarse. Fue el Xerox Alto, que además de integrar aquella interfaz de usuario gráfica que Apple acabó copiando para sus Macintosh, tenía otro elemento peculiar: una tecla para bloquear mayúsculas simplemente etiquetada como Lock.
El comportamiento de aquel Shift Lock, eso sí, era distinto al del futuro Caps Lock. Esta última tecla convertía las letras minúsculas en mayúsculas al pulsarlas, pero no afectaba por ejemplo a los signos de puntuación. El Commodore 64 tenía Shift Lock pero no Caps Lock, mientras que el BBC Micro que triunfó en el Reino Unido tenía ambas.
IBM, la primera en incluir la actual Caps Lock
Sin embargo fue IBM la que acabó dando el paso definitivo con sus IBM PC y los célebres teclados IBM Model M que además de su particular sonido y construcción contaban con una tecla que acabó quedándose con nosotros para siempre: la tecla Caps Lock, o lo que es lo mismo, la Bloq Mayús, como la conocimos en los teclados en español.
Aquella decisión acabó adoptándose como un estándar de facto en la industria, y desde entonces hemos visto cómo la tecla de bloqueo de mayúsculas ha estado presente en virtualmente todos los ordenadores de sobremesa y portátiles de la historia a partir de entonces.
Hay algunas excepciones célebres como los portátiles del proyecto OLPC (One Laptop Per Child) que las cambiaron por una tecla Control, o también las de los Chromebooks, que también han sustituido la tecla Caps Lock con una tecla de búsqueda que en los Pixel Book de hecho muestra un logo para lanzar Google Assistant.
¿Por qué sigue existiendo una tecla para gritar?
El auge de internet hizo que esta tecla acabara convirtiéndose en una tecla maldita. De repente el Bloqueo de Mayúsculas se asoció a los usuarios que querían gritar en sus textos y conversaciones en navegadores o clientes de mensajería.
Esa asociación de los textos en mayúscula con los gritos virtuales es ya inevitable entre los usuarios de internet, muchos de los cuales se preguntan por qué sigue siendo necesaria una tecla que parece servir para poco más que para esto. De hecho un estudio de 2015 entre desarrolladores y redactores de texto demostró que la tecla Caps Lock era la que menos se pulsaba durante todas las sesiones que registraron: solo se utilizaba en un 0,1% de las ocasiones.
Las letras mayúsculas, afirman además algunos expertos en tipografía, hacen que los textos sean más difíciles de leer, ya que "las formas de las minúsculas han creado un contorno visual que ayuda a nuestro cerebro a reconocer las palabras. Las mayúsculas homogeinizan estas formas, ofreciendo contornos rectangulares".
Han existido campañas para tratar de erradicar la integración de esta tecla en nuestros teclados, pero lo cierto es que los fabricantes siguen integrándola en sus teclados. Hay desde luego aplicaciones y utilidades que sustituyen su funcionamiento para lanzar ciertas combinaciones de teclado útiles, pero la inmensa mayoría de usuarios siguen teniéndola siempre presente sin llegar a usarla demasiado.
Salvo, claro, cuando quieren gritar en internet.
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