Siempre hemos creído que la auténtica dieta paleo consistía en comer, ante todo, carne. Estábamos equivocados

El análisis de los dientes hallados en una cueva de Marruecos arroja nueva luz sobre las dietas de nuestros ancestros

Corte Dieta Paleo
14 comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

Mucho hemos oído hablar de la dieta “paleo”, una dieta basada en teoría en lo que comían nuestros antepasados en la era Paleolítica, la “edad de piedra”. Pero, ¿qué es lo que comían nuestros ancestros en aquella época? Al parecer, menos carne de lo que creíamos.

No muy carnívoros. Un nuevo estudio ha señalado que las dietas de las personas en las sociedades preagrarias dependían en gran medida de las plantas y no tanto de la carne. El estudio fue realizado gracias al esmalte dental hallado en la cueva de Taforalt, en el noreste de Marruecos.

Cazadores y recolectores. Los restos contradicen la noción de que las sociedades preagrarias dependían en gran medida de la caza y no tanto de la recolección. El estudio nos muestra que el tránsito de las dietas más carnívoras a las más vegetales se realizó miles de años antes del advenimiento de la agricultura y por tanto no fue consecuencia de ella.

“Nuestros hallazgos no solo proveen una visión de las prácticas dietéticas de los grupos humanos preagrarios, sino que también resaltan la complejidad de las estrategias de subsistencia humana en diferentes regiones. Comprender estos patrones es crucial para desentrañar la historia amplia de la evolución humana”, explicaba en una nota de prensa Zineb Moubtahij, coautora del estudio.

Hincando el diente. El estudio fue posible gracias a los restos hallados en la cueva de Taforalt, un lugar considerado el cementerio más antiguo conocido en África. Por la abundancia de restos humanos y por su disposición ordenada se considera que la función principal de esta cueva era la de servir de necrópolis a las sociedades de la región.

El equipo responsable del estudio analizó el esmalte dental hallado en los restos óseos. Realizaron un análisis isotópico basado en isótopos de carbono, nitrógeno, estroncio, azufre y zinc. A partir de las concentraciones relativas de cada isótopo el equipo pudo extrapolar información sobre la dieta de las personas a quienes pertenecieron los dientes.

Moubtahij y su equipo publicaron los detalles del trabajo en un artículo en la revista Nature Ecology & Evolution.

Tiempos sin higiene dental. Según explicaba Moubtahij en un artículo en The Conversation, el análisis permitió también averiguar algún detalle sobre la salud dental de aquellas personas. Los primeros análisis de los dientes mostraron un gran número de caries en estos.

La abundancia de caries es algo más sorprendente de lo que podríamos pensar, teniendo en cuenta que estamos hablando de una era donde las prácticas de higiene dental brillaban por su ausencia. Sin embargo, el último análisis señalaba otro factor determinante en la dieta: el almidón de algunos de los alimentos consumidos por el grupo.

Una pieza en el puzle. Es aún muy poco lo que sabemos de las costumbres dietéticas de los humanos de la prehistoria. Hasta hace unas pocas décadas lo que podíamos saber de estas costumbres era muy limitado: los alimentos que no se consumen se degradan pronto, por lo que salvo huesos y similares las pistas eran escasas.

Investigaciones como esta pueden ayudar a arrojar luz sobre este asunto, aunque debe tenerse en cuenta que la imagen puede ser más compleja. Tal y como señalaba Moubtahij, puede existir una asociación entre la alimentación y los modos de vida nómadas y sedentarios.

Los utensilios encontrados en esta cueva apuntan hacia un modo de vida sedentario, que podría estar asociado a un mayor peso de lo vegetal en la dieta. En contraste, los grupos cazadores habrían mantenido una vida nómada durante esta era preagraria. En cualquier caso, la investigación nos confirma que la llegada de las dietas ricas en vegetales no fue un invento neolítico sino que esa transición ya se había dado miles de años antes.

En Xataka | La primera dieta milagro de la historia la experimentó el rey Sancho I de León y le hizo perder 120 kilos

Imagen | Heiko Temming / Nicolas Perrault III

Inicio