No son las mejores películas (aunque, siendo justos, todas o casi todas las citadas son de lo más entretenidas), tampoco las que más profundamente hayan formulado el tema que exponen (porque las hay que lo han hecho mejor pero que no conoce ni Perry). Lo que hemos hecho es seleccionar una veintena de obras que han trascendido a la cultura pop, que son más o menos conocidas por buena parte del público, y que han calado en el imaginario colectivo a la hora de describir situaciones, conflictos o temas que son muy definitorios de nuestro presente y que incluso nos hacen especular de hacia dónde vamos en el futuro.
Son ese tipo de películas que acaban siendo citadas en comentarios en redes sociales cuando vemos alguna noticia loca, o a las que se va nuestra cabeza para explicarnos algunas de las transformaciones sociales de las que somos testigos. Como hay que acotar, también hemos propuesto como límite para hablar de películas “actuales” las posteriores al año 2000, por lo que hemos de dejar fuera films tan adecuados para este ejercicio como Matrix o El club de la lucha. Ya sólo nos queda preguntarte cuáles son las que no has visto citadas y que son esas que se te vienen a la mente una y otra vez.
El Congreso (2013)
La película de Ari Folman protagonizada por Robin Wright y que mezcla imagen real con animación arranca con la historia de una actriz que firma un contrato con un gran estudio para que recojan con tecnología todas sus expresiones y puedan, en el futuro, usar su imagen como les plazca y para toda la eternidad. Si bien es cierto que la recreación digital ya se había practicado décadas antes de esta película, la calidad de los deep fakes y el ímpetu empresarial están haciendo que el argumento de El Congreso sea cada vez más plausible: un mundo del entretenimiento donde lo importante no son los trabajadores, sino las compañías que ostenten los derechos.
La Purga: la noche de las bestias (2013)
No se sabe por qué, pero la sensación compartida de muchos es que hay demasiada tensión social reprimida, que estamos en una olla a presión a punto de estallar. El ajusticiamiento del pueblo o las guerras de clase tampoco nos son ajenos, como demuestran las “cancelaciones” o linchamientos en redes sociales (que, todo sea dicho, están a mil años luz de salir a la calle con un AR-15 y ponerse a agujerear el pecho de tus vecinos un día al año). El que no se haya imaginado el Estados Unidos actual como una versión light de esta película, que levante la mano.
Midsommar (2019)
Ari Aster disfrazó en fábula de terror un pesimista relato acerca de la incapacidad de las sociedades modernas, sobre todo la estadounidense, de dar respuesta a la necesidad de formar parte de una tribu o una cultura. Nuestra forma de vivir tan centrada en el individuo, tan reacia a sacrificarnos por los demás, nos aboca a una soledad y desconfianza del otro, incluida nuestra pareja, que al final nos hace pensar que la única solución es entrar en una secta, convertirte en la reina de mayo y quemar en el fuego purificador a tu ex. Una historia que predijo el fenómeno Ana Iris Simón.
Ex Machina (2014)
Tres años después de que saliera esta película Elon Musk hablaba de los problemas de las IAs y de cómo los robots sexuales serían la próxima gran amenaza infravalorada de la Humanidad. Bromas aparte, la obra de Alex Garland reactualiza el clásico mito de la mujer biónica y lo aproxima de forma muy incómoda al estado actual del machine learning.
Her (2013)
O la vertiente cuqui y naïf de la anterior. Sí, en principio va sobre el amor a un bot, pero, ¿acaso en esta era de la cibercomunicación nunca te has sorprendido de hasta qué punto puedes emocionarte e incluso amar a alguien con quien no has tenido contacto físico?
Hijos de los Hombres (2006)
Tal vez la reina de esta categoría. Esperamos que los lectores más jóvenes nos crean, pero los que vimos esta película en su estreno no podíamos sentir como próxima una distopía con un Reino Unido absolutamente aislacionista, en guerra frontal con las crecientes olas de refugiados y donde la concepción se convierte en un poder escaso.
Contagio (2011)
En fin, qué decir sobre este asunto que no hayamos dicho ya.
Idiocracia (2006)
¿Una pandemia de estupidez humana? ¿Una sociedad donde parece que los únicos que se reproducen son los idiotas? ¿Un mundo de la política convertido en un show espídico y gobernado por personajes sacados de la Wrestlemania? Como decían en su introducción, y como hemos comentado por aquí, la evolución no siempre premia la inteligencia por encima de otros atributos de adaptación al ecosistema. Hoy en día aparecen en las noticias no menos de 10 o 12 sucesos cada jornada que podrían estar incluidos en la película del creador de Beavis y Butthead.
La Comunidad (2000)
La película de Álex de la Iglesia que mejor ejemplificó lo que fue la cultura del pelotazo nos muestra un modelo a escala sobre la corrupción en España, sus miserias morales y las desavenencias que acaba provocando. Lejos de quedarse varada como retrato de aquella época (¿acaso terminó realmente?), gracias a la pandemia y sus policías del balcón hemos visto además que todos nosotros llevamos dentro a una vieja del visillo, con sus ganas de criticar la conducta del vecino y, si llega el caso, tirarles por el patio de vecinos para ver si así trincamos un poco.
Ready Player One (2018)
Hoy en día todo es Metaverso. El futuro del ocio es un gigante universo digital gobernado por oligopolios y lleno de franquicias nostálgicas. Qué demonios, el futuro también será, probablemente, vivir en un cuchitril oxidado del que sólo quieras evadirte.
Nightcrawler (2014)
El periodista de hoy que te diga que nunca se le ha puesto un poco cara de Jake Gyllenhaal en esta película al atisbar una noticia que podría generar miles de clics, miente. En el momento en que Louis Bloom empieza a mover cadáveres para que queden más atractivos (así como con mejor SEO) materializó el lado más descarnado del periodismo sensacionalista que tanto nos engancha y asquea.
Los Juegos del Hambre (2012)
Tal vez la mejor distopía de la lista en anticipar el enfoque generacional de este contexto de brecha social: una juventud depauperada a la que sus mayores no pueden asistir y que acaba siendo maltratada y sacrificada en un contexto hipermediático (llámalo la arena, pero también Instagram o Tiktok) para mantener el statu quo de los millonetis. Por supuesto, Battle Royale contó lo mismo en Japón un poco antes porque en Japón todo llega siempre un poco antes.
Southland Tales (2006)
Nacida como sátira contra la era Bush tras la Patrioct Act, donde la pérdida de privacidad personal que avecinaban las nuevas tecnologías y la militarización tomaban el protagonismo, acabó llegando al presente por su visión de una Norteamérica enajenada y extrañada, con pequeñas milicias activistas de diferentes y chalados frentes en la que una familia adinerada con el pelo raro acaba tomando el poder… Y donde el refugio más adecuado para el chaval con sentido común parece la droga.
La red social (2010)
Una película con relevancia por partida doble. No es sólo el biopic del que, poco a poco, nos vamos dando cuenta de que es el equivalente contemporáneo a Charles Foster Kane/William Randolph Hearst, uno de los magnates más definitorios de nuestro presente, sino que el propio Zuckerberg de esta película es, a la vez, todo lo malo del capitalismo moderno y también, por qué no, un poco nosotros mismos, un sociópata altamente funcional hiperconectado pero terriblemente solo.
Déjame Salir (2017)
Oh, sí, por supuesto que yo también hubiese votado a Obama en un tercer mandato. Puede que Jordan Peele no pudiera anticipar el megabombazo de taquilla que supuso su ópera prima, pero sí sabía que la mayoría de espectadores contemporáneos, incluidos los privilegiados, verían con buenos ojos su comentario sobre la hipocresía soterrada bajo el progresismo. A fin de cuentas, eso es exactamente lo que denuncia.
Parásitos (2019)
Si tienes Twitter es probable que ya estés cansado de ver tantas y tantas veces este fotograma de la película, pero es que esa escena retrata a la perfección el hastío de los de abajo frente a la aparente incomprensión de los de arriba del sufrimiento de clase. Una brecha social que sólo puede solucionarse con brotes espontáneos de violencia.
Rompenieves (Snowpiercer) (2013)
Sí, ración doble de Bong Joon-ho. Los supervivientes de un planeta destruido por el cambio climático viajan en un tren en marcha con una férrea división de clases. Los pobres, al vagón de cola. Cualquier movimiento social de los últimos tiempos un poco avispado ya ha hecho su debida referencia al “asalto a los cielos” o el “eat the rich” que proclama esta película.
El Lobo de Wall Street (2013)
Scorsese supo dar donde duele: recordándonos la mezcla de rechazo, admiración y fascinación que nos producían los hombres que nos llevaron a la quiebra financiera. Nos producían y nos producen, porque, ¿cuántos gurús o coachs de criptomonedas que imitan hoy a Jordan Belfort acabarán ocupando los titulares (y no precisamente por lo saneado de los balances de cuentas de sus compañías)?
Joker (2019)
Baila en el apocalipsis. Es un incomprendido. Es el incel mayor. Y es, básicamente, la mejor personificación hasta el momento de la ideología 4chan.
In Time (2011)
Sabemos que en cualquier momento algún unicornio de Silicon Valley saldrá con una idea parecida: si el tiempo es dinero, los humanos tendrán que vender eso en lugar de la ya anticuada “fuerza de trabajo” a los millonarios para seguir respirando. Aunque estamos a uno o dos inventos médico-tecnológicos de esa nueva era, sí tenemos cientos de cursillos sobre la “eficiencia” instándonos a gamificar nuestras horas de descanso y a estrujar, en general, cada segundo de nuestra vida.
Gran Torino (2008)
En los antecedentes de la era woke Clint Eastwood supo crear una ficción 100% heredera de la filosofía vital de John Ford y que serviría como manual de conducta moral años después para las gentes conservadoras que no quisieran acabar en el lado malo de la historia. Un mundo donde lo mismo cabe el “qué tramáis, morenos” que la defensa del diferente hasta con la propia vida. No haríamos justicia a un gran espectro de la sociedad si no metiéramos este título en esta lista.
Perdida (2014)
Amy, la maravillosa Amy, es muy superior a su querido novio Nick, un capullo inconsciente de los micromachismos y las pequeñas violencias cotidianas a las que somete a esa persona que lo ama. La solución de esta genio del mal es darle una lección abrazando la psicopatía y montando tremendo show para que todos piensen que él es el agresor y ella la pobrecita víctima. Como si la desigualdad de género y el deseo de subsanarlo pudiera conducir a comportamientos monstruosos.
Wall-E (2008)
Aquí estamos, delante de nuestro ordenador/móvil/tablet actuando como receptores de entretenimiento con pinta un poco bovina. La población mundial no para de engordar y literalmente hemos creado continentes de pura basura. No quedará mucho para que Bezos saque un paquete inmobiliario del tipo “disfruta de una vida como la de los hombrecillos de Wall-E, con plaza en una estación espacial, por apenas 1.000 millones de dólares por cabeza” o algo así.
Black Mirror (2011-2019)
Aunque queríamos centrarnos sólo en películas, habría sido un pecado no mencionar este puñado de series que parecen llevar tatuada la premisa de esta lista. Pues bien, elijamos sólo un episodio de tantos de los de Black Mirror que se han adelantado por cuestión de segundos en las manecillas de la historia: en el capítulo sobre la abejas robóticas, un tema sobre el que los expertos están bastante preocupados, se nos podía vigilar a través de ellas y, además, descubríamos que nos convertíamos en enjambres colectivos e irracionales de odio donde esa violencia que echamos en redes sociales contra otras personas puede acabar volviéndonos a nosotros.
Watchmen (2019)
La adaptación catódica de David Lindelof de la obra magna de Alan Moore es, como ya apuntamos, uno de los ejemplos más espeluznantes de hiperstición moderna. Ha habido no menos de tres o cuatro situaciones en las que el mundo real se ha copiado de esta ficción. Tal vez porque los temas de los que trata, sobre todo el del del deseo autoritario y el racismo encubierto, están tan a flor de piel en las discusiones en Estados Unidos ahora mismo. Ya sólo queda que algunos ciudadanos se pongan un antifaz y empiecen a actuar como justicieros encapuchados.
El Cuento de la Criada (2017 – presente)
Es un vídeo un poco fuerte, pero aquí tienes un ejemplo en el mundo real de un parto de una madre subrogada que es tal cuál como los que se retratan de forma distópica tanto en la novela como en la serie de este clásico de Margaret Atwood. Y es sólo un ejemplo, porque, parece que desde que empezó el fenómeno Gilead se han puesto de moda noticias, leyes y propuestas que llevan a la pérdida de control natal de las mujeres en edad fértil en muchos rincones del planeta. Si la escritora dijo que tenía como objetivo recordarle a las mujeres que los derechos conquistados por nuestras predecesoras podían perderse de la noche a la mañana, parece que acertó de pleno.
El Colapso (2019)
Bueno bueno, quién nos iba a decir que esta serie francesa de hace un par de años era un documental sobre el Reino Unido de 2021.