Países Bajos sabe cómo manipular el agua. Cualquier vuelo somero por la costa de Zelanda o cualquier paseo por una de las muchas ciudades acanaladas del país revela hasta qué punto la pequeña nación noreuropea ha perfeccionado el dominio del líquido elemento. La situación es igual de cierta en Ámsterdam, capital célebre por sus múltiples vías de agua que ha vivido durante siglos de cara a su principal río: el Amstel, curso que le da nombre.
¿Pero qué sucede cuando un lecho fluvial se topa con una crucial remodelación del sistema de transporte público de la ciudad? En 2003, la ciudad inició unas mastodónticas obras para expandir hacia el norte la red de metro local. Como resultado, los operarios tuvieron que drenar parte del río y de sus canales adyacentes, ofreciendo un particular vivero para los arqueólogos del país. Reposando sobre el lecho yacían más de 700.000 piezas arqueológicas depositadas a lo largo de los siglos.
Hoy, cinco años después de que finalizaran las obras y de que un proyecto municipal las catalogara con detalle, podemos disfrutar de todas y cada una de ellas en "Below the Surface", una web que nos permite explorar la historia arqueológica de Ámsterdam. El proyecto es interesante porque ilustra de forma extraña el particular testigo del paso del tiempo en el que se convirtió el Amstel, un repositorio (sumergido) de civilizaciones, culturas, comercio y cultura popular.
Primero, algo de historia: el espacio hoy urbanizado por Ámsterdam fue un ocasional núcleo de poblaciones humanas desde el Neolítico. Se tocó con la civilización romana poco antes de su progresiva decadencia y civilización, y evolucionó poco a poco (como la mayoría de grandes centros urbanos del norte de Europa) hacia un nodo comercial y económico con el cambio del milenio. A la altura de 1.300, Ámsterdam comenzaba su irremediable proceso de urbanización, tras un largo periodo de colonización y terreno ganado al río (y al mar).
Desde entonces se convirtió en uno de los polos económicos del Mar del Norte, merced a su posición privilegiada en la boca del río Amstel. Los particulares avatares políticos del continente, la preeminencia neerlandesa en asuntos tan cruciales como el comercio o la navegación y el carácter dinámico de Ámsterdam hicieron de la ciudad un nodo crucial para entender la red de ciudades mercantes europeas. Y el Amstel tornó en epicentro de su vida, amén de sus decenas de canales.
El día a día de Ámsterdam, durante siglos
De modo que los barcos fueron y vinieron, así como las personas, dejando su legado en las calles y en los fondos del río. Lo que los arqueólogos se han encontrado al drenar el subsuelo de la ciudad ha sido basura, maravillosa y fascinante basura que explica la historia de la ciudad y de su progresiva evolución. De ahí que "Below the Surface", también convertido en documental y libro, condense piezas de bronce de la Antigüedad, monedas de la Edad Moderna y tazos contemporáneos.
En paralelo a los hallazgos, el equipo de arqueólogos seccionó digitalmente más de un centenar de tramos del Amstel, y se lo llevaron a un gigantesco modelo 3D. A partir de él analizaron su lecho, de tal modo que pudieran identificar con nitidez de qué puntos partían los objetos encontrados (obteniendo, en el camino, un estupendo mapa histórico de Ámsterdam). Es sólo una parte del tremendo trabajo realizado, culminado en la galería digital que expone las 700.000 joyas.
"La enorme cantidad, variedad y cotidianidad de los restos los convierte en raras fuentes de historia urbana. La riquísima colección cubre un amplio espacio temporal, desde mucho antes del nacimiento de la ciudad hasta el presente (...) Todos los hallazgos son momentos congelados en el tiempo, conectando el pasado y el presente. El cuadro que pintan de su era es extremadamente detallado y aún así completamente aleatorio", se explica desde el proyecto. En esencia, los objetos son testigos del día a día de Ámsterdam. Un día a día que dura ya milenios.
En gran medida, ahí reside el gran interés viral del proyecto. Los objetos cotidianos que explican la historia antiquísima de la vida en torno al Amstel incluyen elementos mundanos y comunes a los primeros años del siglo XXI (tarjetas de socio de Singapur Airlines o de carga telefónica, teléfonos móviles rudimentarios o bolsos de temporada), objetos del siglo XVIII (azulejos decorativos, botellas rotas, tijeras de higiene personal, o llaves) y elementos del inicio de los tiempos (huesos de mamíferos, puntas de lanzas e incluso restos de plantas).
"Below the Surface" expone todos los elementos en un infinito scroll cronológico realmente práctico, y cada resto está convenientemente explicado, definido, catalogado e identificado en el tiempo. También se incluye un pequeño mapa para saber dónde se ha encontrado particularmente (la excavación se realizó en torno a dos calles principales de la almendra central de Ámsterdam, Damrak y Rokin). Si tienes tiempo, puedes perder horas y horas en el proyecto.
Del mismo modo que las miles de bicicletas recogidas por los desbrozadores locales año tras año, la basura del fondo de los canales representan un tiempo y un lugar. Y amalgamados en conjunto, como han hecho los arqueólogos, tienen la virtud de explicar la vida cotidiana de nuestros antepasados (en concreto, de los holandeses). El proyecto es transversal e interesantísimo por ello mismo: porque ayuda a comprender mejor cómo vivíamos. Gracias a nuestra basura.