¿Qué cine estamos haciendo? Pues tenemos una respuesta objetiva basada en los datos gracias a Bo McCready, doctor en investigación en la Escuela Metropolitana de Madison y creador de una serie de gráficos de lo más nutridos. En este caso, una recopilación de todas las películas indexadas en la IMDB entre 1910 y 2018, que también puedes consultar de forma interactiva (y con datos precisos sobre los estrenos de cada año) aquí.
Los resultados confirman los tópicos, como que el cine de terror vivió su época dorada en los 80, que ya no se hacen musicales o que el Western murió con el llamado Nuevo Hollywood, pero ahora podemos precisar mucho más esas afirmaciones.
Datos a destacar: más y más películas han ido identificándose con el thriller, mientras que el cine de crímenes no para de bajar.
Esto puede producirse por una confusión entre categorías: crimen, thriller y acción son géneros con señas muy similares, y así, si La Jungla de Cristal, del 88, está en acción, La Jungla de Cristal II aparece también en crimen. Una forma fácil de entender la diferencia es que en Acción están aquellas películas más vinculadas a las aventuras y el alto presupuesto, mientras que en thriller entran películas como Hijos de los hombres o Gravity, altas producciones pero no en la primera línea de presupuestos.
También que el cine de fantasía y ciencia ficción se ha mantenido como minoritario de las carteleras en toda la vida del séptimo arte, pero manteniendo un pequeño porcentaje de nicho reservado para cada hornada.
Sí, musicales y westerns fueron importantísimas categorías del cine del pasado hoy prácticamente extintas. El romance, que vivió una época de esplendor en el cine de los años 30 vivió una ligera resurrección entre los 90 y los 2000, pero a día de hoy su importancia es la mitad de lo que un día fue.
Aquí van los dos ganadores en esta carrera de géneros: el terror y el documental. Si crees que Pesadilla en Elm Street o Posesión Infernal fueron dos referencias en el período dorado del género, tal vez es hora de volver a mirar. Al margen de los méritos artísticos y centrándonos en un punto de vista de industria, en 2018 se hacen más películas de terror que en 1989, en la cúspide del movimiento.
Se ha discutido sobre esto, pero una de las razones puede ser que se ha comprobado que el cine de terror es uno de los valores más seguros en cartelera, que siempre atrae un número de visitas lo suficientemente alto y que técnicamente es muy barato de producir. Blumhouse sería el máximo exponente de esta nueva corriente. Y sí, podemos afirmar que estamos en un momento dulce del cine de terror.
¿Qué decir del documental? De hacerse un exiguo 4, 5% a pasar a un 22% de todas las películas estrenadas, un crecimiento que no puede copiar nadie más. Ahí va una hipótesis: es un tipo de producto muy barato y muy solicitado por las plataformas VOD. Consumiéndose igualmente frente a la tele, esos reportajes que antes entrarían en categorías de productos de televisión, fuera de las estadísticas, ahora se considera “cine”.
Y por supuesto, ese 20-30% estable de aportación de la comedia al total de películas estrenadas reafirma el tópico: la gente sólo quiere distraerse y pasar un buen rato.
Por supuesto, el número de películas realizadas de cada género no representa el peso de cada género mismo en los visionados de las personas. Diez documentales, siete thrillers y cuatro películas románticas juntas pueden hacer el mismo número de dinero y de espectadores que un único blockbuster. Pero eso queda pendiente para otra gráfica distinta.