Es un cliché cinematográfico, casi novelesco. Un grupo de marineros llega a una isla desierta tras perder el rumbo o su embarcación y lo primero que hacen es escribir "SOS" en la arena. ¿Qué probabilidad hay de que alguien lo aviste desde el aire y acuda en su rescate? Al parecer muchas. Lo ilustra el ejemplo de tres marineros micronesios, en el Pacífico Sur, extraviados en uno de sus viajes. El dibujo en la playa les salvó.
Distancia. Originalmente, los tres hombres se propusieron cubrir los 42 kilómetros que separan Pulawat de Pulap (islas pequeñas pero habitadas) en los Estados Federados de Micronesia, una constelación de pequeños islotes y atolones conectados únicamente por las aguas del Pacífico. Se perdieron. Tras vagar por el océano, quedaron atrapados en la isla Pikelot, una diminuta porción de tierra deshabitada a más de 800 kilómetros al sur de Guam, la posesión estadounidense más occidental.
Solución. Incomunicados y sin capacidad de huir de la isla, decidieron hacer lo que en muchas otras circunstancias parecería una frivolidad: dibujar "SOS" en la arena de la playa. Cuando pasaron las horas y la barca no apareció por Pulap, la Guardia Costera de Guam inició un rastreo aéreo para encontrarlos. Un Boeing KC-135 pasó más de tres horas peinando el Pacífico en busca de la embarcación y de su exigua tripulación, sin éxito. Hasta que encontraron la señal que estaban esperando:
Nos estábamos acercando al final del reconocimiento. Dimos una vuelta para evitar unas lluvias y fue en ese momento cuando, al mirar hacia abajo, encontramos una isla. Decidimos comprobarla y descubrimos un SOS y un barco junto a la playa. A partir de ahí llamamos a la Marina Australiana, dado que contaban con dos helicópteros cercanos que podrían aterrizar en la isla.
Rescate. Dicho y hecho. El SOS había surtido efecto. Un helicóptero anfibio australiano llegó al islote poco después y les lanzó comida y bebida. Tras comprobar que se encontraban en buen estado, fueron rescatados y se pusieron en contacto con la guardia costera de micronesia para devolverles a casa. Todo ello siguiendo un estricto e improvisado protocolo de seguridad a causa del coronavirus: "Decidimos que lo mejor era limitar la exposición de los marineros", explicaría más tarde un portavoz australiano.
Habitual. No es la primera vez que sucede algo así. Las características de Micronesia (múltiples islas y atolones muy distantes entre sí, con escasas comunicaciones disponibles en caso de accidente) lo convierten en un escenario habitual. En 2016 otros dos hombres recurrieron al SOS en la arena para salvar sus vidas, con éxito. Y en 2014 un nadador corrió la misma suerte en Hawaii. En ambos casos, el dibujo en la playa fue clave.
Si el peor de los escenarios llega, nunca está de más. Funciona.