Alejado del bullicio y la masificación de otros lugares de la isla, el museo de los servicios correccionales de Hong Kong es uno de esos lugares peculiares de la ex colonia británica en los que uno se puede parar a degustar una pequeña parte de la historia de la Región Administrativa Especial de la República Popular China.
Situado en Stanley –hay que coger el bus para llegar hasta aquí (6, 6X o 260)- el museo exhibe la transformación del sistema penal hongkonés en sus más de 160 años de historia. A través de los diferentes objetos expuestos se puede observar el cambio sufrido por dicho sistema, que en sus comienzos se centraba en el castigo físico y mental y hasta el día de hoy ha ido evolucionando hacia la búsqueda de la rehabilitación de los presidiarios.
El museo está localizado junto a la prisión de Stanley y cuenta con objetos de tortura que se utilizaban en el pasado para castigar a los presos más rebeldes. Los latigazos eran el pan de cada día para aquellos que se salían de la norma. A lo largo del recorrido el visitante se va a encontrar con piezas de lo más originales fabricadas por los que estuvieron privados de libertad en la prisión de Stanley, como las pipas y otros utensilios hechos a mano para consumir diferentes tipos de drogas.
Para realizar tales utensilios los presos utilizaban cualquier objeto que tuvieran a mano; latas de cerveza, botes de comida, cajas de cerillas… cualquier cosa les valía. Con estos restos también eran capaces de crear mortíferos machetes y rudimentarias maquinas de tatuaje.
El museo refleja muy bien periodos difíciles de la historia de Hong Kong en los que las autoridades tuvieron que esforzarse a fondo por mantener el control y el orden, como la crisis de refugiados vietnamitas tras la caída de Saigon, que atrajo a miles de inmigrantes ilegales a Hong Kong llegados desde Vietnam.
Los servicios correccionales de la por entonces colonia británica comenzaron entonces a construir campos de refugiados para aquellos que llegaban huyendo de lo que estaba ocurriendo en el país asiático. Hasta el año 2000 no se cerró el último de estos centros. En bastantes ocasiones se produjeron altercados en dichos campos, los refugiados creaban sus propias protecciones y armas para enfrentarse a las autoridades (como podemos ver en la foto que ilustra el post).
Afortunadamente todo aquello ya es parte del pasado y la labor principal que lleva a cabo los servicios correccionales de Hong Kong está enfocada a la rehabilitación de los presos. Fuera del museo un mural nos recuerda dicha labor (foto más abajo). Hoy en día muchos de los reos que cumplen pena en Hong Kong conmutan su pena realizando trabajos como la fabricación de señales de tráfico, cubos de basura etc.
Fotos | Danigargon, Daniel Case