El efecto sísmico en la logística provocada por la pandemia ya está causando que la excesiva demanda de productos de megalujo se dé de bruces con los límites de su oferta. La escasez llega así a los de arriba, dándoles donde más les duele, en sus posibilidades para derrochar.
“No somos capaces de encontrar yates a la suficiente velocidad”. Un reportaje de Los Angeles Times cuenta cómo los comerciantes de barcos no dan abasto. Hace ocho meses veíamos cómo este sector vivía un boom: aumentaba el número de superricos y los que ya estaban en el club se animaban a adquirir algún buque marítimo de gran envergadura para disfrutar del buen tiempo en estos vehículos con todas las comodidades y aislados del fatal destino sanitario de los que se quedan en tierra. En EE.UU. 2020 supuso el máximo de ventas de embarcaciones de los 13 años anteriores. También hay escasez de embarcaderos, tanto por el estallido como porque los que los renuevan lo hacen por barcos cada vez más grandes.
Lista de espera para el jet. También sabíamos que, por las mismas razones de deseo de exclusividad y aislamiento en el transporte, los ricos se habían lanzado al consumo de jets privados. Este octubre fue el mes con más vuelos privados registrados, según declaraciones a Fortune. La compañía NetJets, el mayor proveedor de aviones privados, cuenta que ha llegado al extremo de tener que rechazar a clientes, dado que la subida de precios no bastó para hacer frente a la demanda.
Ni a jets… Ni a Rolex. La demanda de relojes de alta gama también creció en este mismo período. Hay cuatro marcas, las Big Four, que copan el sector del lujo de pulsera, y, a pesar de las nuevas circunstancias, mantienen un negocio basado en las cifras de producción limitadas para mantener la exclusividad. De ahí que, según CNBC, esté habiendo una avalancha de nuevas empresas que compiten por “convertirse en el eBay de la relojería de alta gama”. Así, los relojes de lujo de segunda mano no hacen más que ver crecer y crecer sus precios.
Compraremos arte, NFTs, lo que sea. Cuenta Axios que las ventas de arte están también al rojo vivo, una fiebre de la que los pobres también nos estamos enterando al ver las estratosféricas cifras de ventas de productos relacionados con los NFTs. En cuanto al mercado del arte tradicional, se está presenciando un aumento de nuevos coleccionistas que están provocando aumentos inauditos en los precios medios de los artículos subastados (por ejemplo, Christie's consiguió colocar en 2020 nueve obras de arte por un valor superior a 25 millones o más, y ese hito se ha roto catorce veces solo en estas últimas dos semanas).
Así, la crisis de los altos precios de consumo llega a todos los hogares.