Imagínate la siguiente escena: Amancio Ortega, Juan Roig, Neymar, Rafa Nadal y tú os encontráis en la puerta de una fiesta. El portero os explica que, cuando entréis, veréis que se ha dividido el espacio de baile en dos categorías, a un lado la gente corriente y al otro los más ricos del mundo. Los ricos de verdad.
Si la división se hiciese de forma que quienes quieran entrar al lado más exclusivo deberán estar más cerca de la persona más acaudalada que de la renta media, Jeff Bezos y Bill Gates tendrían para ellos solos medio club mientras que en la otra mitad, la de los “pobres”, estaríais apelotonadas todas las celebridades del mundo, también las citadas al inicio, el resto de la humanidad y tú.
La fortuna de Bezos no es sólo una anomalía económica, es una oportunidad para evaluar nuestros fallos cognitivos y hacer divertidos ejercicios de órdenes de magnitud. No hay que irse muy lejos, la noticia de esta misma semana es que el dueño de Amazon acaba de ganar en una sola jornada 13.000 millones de dólares, que es casi lo necesario para erradicar el sinhogarismo en Estados Unidos.
Hace poco veíamos cómo comparar nuestro dinero con el de un milmillonario y después con Bezos provocaba que el milmillonario quedase como un triste y nosotros como un átomo raquítico suspendido en un espacio de superabundancia.
Jeff Bezos, empezó el año con una fortuna de 74.000 millones de euros. A día de hoy tiene 189.000 millones. El magnate podría entrar mañana a una tienda y comprarse una Argelia, un entero y un cuarto de una Ucrania o dos Venezuelas. Y su distancia con respecto a nosotros sigue creciendo a una velocidad prodigiosa.
Tal vez por eso Antovigo, un colaborador del canal de Reddit Data is Beautiful, ha querido hacer un ejercicio visual sobre la distancia que media entre los patrimonios de los individuos en el mundo. Así lo vemos: si hacemos una gráfica en la que el nivel de riqueza se muestra de forma proporcionada entre el más rico y los menos, nosotros nos encontramos codo con codo con los gigantes del fútbol, las superestrellas de la música o los creadores de franquicias mundiales. Es decir, que tienes más en común con el 1% e incluso con el 0.01% que ese 0.01% con Bezos.
¿Los 850 millones de Madonna? ¿Los 3.200 de Kanye West? ¿Los 50.000 millones de Elon Musk o los 60.000 del dueño de un emporio de la comunicación llamado Michael Bloomberg? Dinero insuficiente como para estar más cerca de Bezos que de ti.
De hecho, Antovigo explica que cuando hizo esta infografía hace un par de semanas sólo tres personas estaban en esa mitad rica de la pista, el de Amazon, el de Microsoft y Bernard Arnault, propietario de la mitad de las marcas de lujo del planeta con una fortuna valorada en 76.000 millones de dólares. En el transcurrir de estas dos semanas, después de que Bezos se embolsara los 13.000 millones que citábamos, los guardias de seguridad le han pedido amablemente al empresario francés que abandone la sala de los ricos y se incorpore al vagón de cola con el resto del populacho.
Ley de Weber-Fechner: a esto achaca el creador del gráfico que nos parezcan tan sorprendente los resultados del análisis de renta. Es una ley psicofísica, relacionada con nuestra percepción. El ejemplo más citado para explicarla es que, si sostenemos un objeto de 100 gramos en una mano y en otra uno de 110, somos capaces de notar la diferencia, pero si en una y otra mano hay objetos de 200 y 210 gramos, ahí nos costará más, y al comparar uno de 1.000 gramos con otros de 1.010 será absolutamente indistinguible.
O como dice su autor, “Elon Musk tiene cientos de miles de veces más dinero que tú, pero sólo tres veces menos dinero que Jeff Bezos. Dado que tres es menos que cientos de miles, tú intuitivamente piensas que Musk está más cerca de la fortuna de Bezos que de la tuya”.
A continuación, el gráfico completo:
Por supuesto hay una diferencia: hay un punto en el que el dinero deja de ser un medio para asegurarte la vida e incluso tus caprichos más salvajes y pasa a ser una representación pura y dura del poder. Es sabido que hay un punto en el que el dinero no puede darte la felicidad per sé, pero también sabemos que los ricos también lloran por el hecho de no serlo tanto como sus vecinos.
Como exponía Héctor Barnés en El Confidencial al entrevistar a expertos en la economía del comportamiento, la pelea entre Messi y Cristiano por convertirse en el futbolista mejor pagado del mundo es un ejemplo de ello: “las renegociaciones de contrato no tuvieron nada que ver con cuánto ganaban en términos absolutos, sino con que se sentían maltratados aunque hubiesen renovado cinco meses antes porque el otro se había convertido en el mejor pagado”.
Así que sí, es posible que si a Amancio Ortega, Juan Roig, Neymar y a Rafa Nadal les denegasen la entrada a esa hipotética pista exclusiva y les mandasen al foso de los losers contigo, ellos también lo lamentasen, aunque en su caso tengan que enjugarse las lágrimas con tickers de compra de jets privados.