Pese a los infinitos debates en torno a su teoría, la Renta Básica Universal ha contado, hasta ahora, con pocos experimentos prácticos. El de Finlandia es uno de los más discutidos, tanto por lo ambicioso de sus objetivos (560€ al mes sin condiciones para 2.000 personas) como por la escala del experimento (dos años). El año pasado, el gobierno puso fin al proyecto. Y hoy dispone de resultados definitivos.
Más felices. Se pueden conocer aquí. Por un lado, los beneficiarios del programa declararon mayores niveles de felicidad. "Se mostraron más satisfechos con sus vidas y experimentaron menos estrés mental, depresión, tristeza y soledad", explican los investigadores de Kela, la Seguridad Social finlandesa. También desarrollaron una percepción más positiva de sus capacidades cognitivas (memorización, concentración).
En cifras. Un 60% de los receptores declararon llegar a fin de mes con holgura, frente a un 52% del grupo de control. Igualmente, tan sólo un 22% de los beneficiarios se declararon deprimidos, frente a un 32% del grupo de control. La disparidad de percepciones apuntala una idea intuitiva: disponer de un dinero asegurado a fin de mes nos hace sentir más "protegidos" a nivel financiero. Ergo más felices.
¿Y el trabajo? Cuando Kela elaboró su primer informe preliminar, hace un año, deslizó una conclusión neutra sobre los efectos de la renta en el trabajo: todo seguía igual. Es algo que confirma ahora en su versión definitiva: "Los efectos sobre el empleo fueron pequeños". Y hasta positivos. Los beneficiarios, todos ellos desempleados al comienzo del programa, trabajaron 78 días de media entre 2017 y 2018; el grupo de control, 73.
Importancia. Se trata de una cuestión crucial. Una parte del escepticismo en torno a la RBU rota en torno al desincentivo del trabajo. A grandes rasgos, un 18% de los participantes encontró empleo durante el primer año del programa; al año siguiente el porcentaje se elevó al 27%, fruto de algunas penalizaciones introducidas por Kela para quienes rechazaran ofertas.
Son cifras modestas, pero no más que las producidas por otros programas de ayuda al desempleo ofrecidos por el estado finlandés. En otros experimentos internacionales, como el de Alaska, la RBU tuvo incluso efectos al alza en el empleo. En palabras de Kari Hamalainen, investigador del Instituto VATT:
El impacto general del ensayo fue pequeño. Esto nos indica que los obstáculos al empleo se encuentran en otro lugar distinto a los beneficios burocráticos o a los incentivos financieros que ya reciben algunas personas mediante los subsidios al desempleo.
Problemas. Extraer conclusiones muy rotundas sobre el programa finés es complicado. Por un lado, no se trataba de una "renta básica universal", sino de una renta mínima incondicional, más semejante a la barajada ahora por el gobierno de España. 560€, como vimos, no cubren las necesidades más básicas de un ciudadano finlandés. El adjetivo "básico" de la RBU hace referencia a esto, al menos desde un plano teórico.
Por otro, la inversión realizada por el estado fue alta para unos resultados magros. Una renta "universal", para todos los finlandeses, "sería cara, tendríamos que subir los impuestos y sería insostenible", según Hamalainen.
Sin plan. Kela advirtió desde el principio que el enfoque del experimento, tanto por cuantía como por duración, era demasiado breve. El gobierno finlandés no ha tenido tanta paciencia. Primero Antti Rinne y más tarde su sucesora, Sanna Martin, desecharon el programa en favor de un "impuesto negativo", un instrumento fiscal más ordinario destinado a personas con pocos ingresos (en vez de pagar impuestos, reciben un ingreso).
La RBU no volverá a Finlandia, al menos a corto plazo. Sus conclusiones están ahí para quien desee recoger el testigo.
Imagen: Tapio Haaja/Unsplash