Cinco años y tres gabinetes de gobierno después, Italia se asoma a un nuevo balcón electoral. Los comicios del domingo se han interpretado en el orbe europeo como una encrucijada para el país transalpino: el liderazgo del Movimento 5 Stelle en las encuestas, el enésimo regreso de Silvio Berlusconi al frente de la coalición conservadora y la titubeante candidatura de Renzi en el centro-izquierda auguran un voto clave, capaz de cambiar el rumbo de Italia.
¿Por qué importa? En gran medida, porque la economía italiana sigue en serios problemas. Está muy estancada, anclada en los mismos dilemas que lleva arrastrando desde mediados de los noventa e incapaz de reducir su estratosférica deuda. Unas elecciones donde Berlusconi o el M5S recogieran la batuta del país podrían deparar resultados inesperados para Europa. Y no es en absoluto descartable que algo así suceda.
Pero entender quién es quién y qué cartas juega cada actor es complejo. Tras la voladura de la Primera República, el país refundó su sistema político en torno a grandes coaliciones electorales que ejercen de compartimentos para partidos y listas más pequeñas. Un modelo cambiante y presa de una inestabilidad crónica donde los gobiernos duran poco. Y uno en el que, de forma llamativa, un partido ha roto con el tradicional equilibrio izquierda-derecha.
Hablamos, claro del Movimento 5 Stelle, el partido fundado en 2009 por Beppe Grillo, cómico metido a populista político, y que tras sus diversas victorias locales y regionales se encamina al primer triunfo (que no gobierno) nacional. Las encuestas le dan un claro liderazgo frente a la lista de centro-izquierda liderada por el Partido Democrático y Renzi. ¿Y qué opina y en qué se diferencia cada candidato y cada partido? Hagamos un repaso en forma de guía rápida.
1. Movimento 5 Stelle, líderes claros
Desde su fundación, el Movimento 5 Stelle se ha caracterizado por una aproximación alborotada al escenario político. Sus principales puntos narrativos son una oposición frontal a la corrupción y la enmienda a la totalidad de la élite política. A nivel ideológico es complejo encontrarles acomodo: han mostrado escepticismo para con el euro y la Unión, últimamente han coqueteado con la anti-inmigración y, al mismo tiempo, tienen un programa social y un discurso de regeneración radical, impulso innovador y democracia directa.
Tras la retirada de Grillo, su figura más visible es Luigi di Maio. El M5S ha accedido a ciudades tan relevantes como Roma, con magros resultados. Es una propuesta de corte intrínsecamente populista, pero sin caer o bien en la ultraderecha noreuropea o bien en un discurso nítidamente de izquierdas, al modo Podemos. Su acceso al gobierno es muy difícil: acude sin apoyos electorales y su carácter desbordante le ha granjeado muy pocos amigos.
2. El regreso de Silvio Berlusconi (otro más)
Porque sí, Il Duce, inexplicablemente, ha regresado. En rigor, Berlusconi sigue vetado de la actividad política merced a una sentencia inhabilitante de 2013 por fraude fiscal. No podría ser primer ministro hasta 2019, por lo que es posible que, de obtener el gobierno, retire a Antonio Tajani de la presidencia del Europarlamento para traerlo de vuelta a Roma. Como siempre, Berlusconi ha vuelto a la gran escena política poniendo patas arriba medio continente.
Berlusconi lidera una coalición heterodoxa de partidos que oscilan entre el centro-derecha tradicional, como el suyo (Forza Italia) y la ultraderecha (como la Lega Nord), pasando por la democracia cristiana y el nacionalismo populista. Su victoria electoral está descartada, pero por alianzas y contrapesos de cámara podría llegar al gobierno antes que Matteo Renzi. De Berlusconi podemos esperar caos y grotesco espectáculo, cierta oposición a Europa pero, en general, más de lo mismo.
Berlusconi camina de la mano de Matteo Salvini y su Lega Nord, tradicional partido xenófobo y separatista del norte de Italia, que ha moldeado su discurso (no en lo xenófobo) hacia posiciones más transnacionales, en busca de un resurgir identitario similar al que ha propulsado al Frente Nacional en Francia. En el sur, tradicional foco de racismo por parte del norte en múltiples y diversas formas, se lo han tomado a risa.
3. Matteo Renzi y su reválida
Al frente de la coalición de centro-izquierda se encuentra Renzi, fulgurante y muy carismático primer ministro italiano hasta que su particular arrogancia política le llevó por el camino de la amargura en 2016. Fue entonces cuando perdió un referéndum por la reforma constitucional del país (incluyendo una nueva ley electoral y un mejorado equilibrio de las cámaras parlamentarias) al asociarlo a su propia figura política. Hasta entonces, Renzi había sido un reformista de centro, moderado.
Renzi es el peso pesado del Partido Demócrata, capaz de llevarse por delante a Enrico Letta, primer ministro original surgido de las elecciones de 2013, en plena legislatura. Tiene muy buena prensa en Europa, en gran medida por su carisma, clara vocación pro-europea y pensamiento liberal. Tras él se esconden diversas siglas que oscilan entre el socialismo europeísta, la izquierda reformada y otros vestigios de la extinta democracia cristiana. La alternativa sensata.
4. Libres, iguales y el pueblo
Hay vida a la izquierda del PD. La principal novedad progresista de estas elecciones la representa Liberi e Uguali, una coalición de fuerzas residuales aunada por el actual presidente del Senado (y ex-fiscal anti-Mafia) Pietro Grasso. Libres e Iguales es, en realidad, una escisión del partido de Renzi formada por diputados de claro signo izquierdista (como D'Alema o Bersani) que fundaron diversas marcas electorales (Possible, Futuro a Sinistra) en protesta por la deriva del PD.
El marasmo de deserciones de las filas renzistas se ha sintetizado en una interesante candidatura electoral que, según las encuestas, puede obtener entre el 5% y el 7% de los votos. Sus ideas siguen la línea de la socialdemocracia europea aún convencida de su frontal oposición al proyecto conservador-liberal que ha forjado el actual modelo económico. No enmiendan el sistema, pero si plantean voces críticas desde la izquierda, en vez de asumirlo como propio al modo renziano.
No acuden a la tradicional coalición de centro-izquierda, por lo que Renzi ni podrá contar con sus escaños automáticamente para ser primer ministro. Tampoco con los de Potere al Popolo, la alianza del tradicional Partido Comunista de Italia (antaño el más poderoso de Europa occidental) que podría cosechar un marginal porcentaje de votos.
5. Los alegres chiquillos de CasaPound
Ya hablamos de ellos aquí. Es la alternativa neofascista (de larguísima tradición en Italia) de estas elecciones, una vez la Lega Norte ha optado por un discurso de diferente suerte, más blanco en sus referencias políticas pasadas. CasaPound está formado por un grupúsculo de muy ideologizados jóvenes urbanistas con claros nexos con los movimientos neofascistas italianos del siglo XXI. Su programa es el esperable: ciertos guiños sociales, enmienda a la totalidad del sistema político duro discurso anti-inmigración, iconografía fascista, etc.
¿Sus oportunidades? Las encuestas le han llegado a dar hasta casi un 2% de los votos. Así que sí: pueden arañar escaños.
Ok, ¿quién gobierna?
Pues no se sabe. El M5S desprecia visceralmente a los partidos tradicionales (su campaña de hace cinco años se hizo al grito de "que se vayan a tomar por el culo"), por lo que ganará, pero no tendrá apoyos. El porcentaje de apoyo a Berlusconi sigue cayendo año tras año, pero aún es el bastión del centro-derecha, cada vez más dependiente de partidos como la Lega Norte, muy radicales (antieuropeístas, xenófobos, etc). Por sí mismo, no le da para gobernar.
El problema es que tampoco le daría a la coalición de centro-izquierda de Renzi, debilitada por su aventurilla de gobierno de estos últimos cinco años. Las soluciones tradicionales al problema numérico italiano habían venido dadas por grandes coaliciones en los que el PD controlaba el gobierno a cambio de ceder algunas carteras a los partidos conservadores. Sin el apoyo de grupos como la Lega Norte, las encuestas dicen que esa solución tampoco será posible tras el domingo.
En esencia, lo que vemos es un escenario donde los dos tradicionales partidos de consensos (más sus satélites necesarios) se han ido empequeñeciendo año tras año, entregando la llave de gobierno a partidos con clara aversión a la negociación (el M5S) o tan extremos que resulten imposibles para formar coaliciones y consensos (Salvini y amigos). Así que nos enfrentamos a la pura incertidumbre.
Imagen | Andrew Medichini/AP