Hace tanto calor que los mapas del tiempo se están quedando sin colores para las temperaturas extremas

Hace tanto calor que los mapas del tiempo se están quedando sin colores para las temperaturas extremas
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¿A qué color asociarías el calor? La respuesta natural es el "rojo", dado que culturalmente asociamos su gama de colores a sensaciones cálidas.

Los mapas del tiempo te dan la razón. Cuando miras uno de ellos asocias inmediatamente el rojo a mucho calor. ¿38º C en Córdoba? Un rojo intenso que contraste con los amarillos de Valencia o con los verdes, más fríos, de la cornisa cantábrica. El mundo de la meteorología puede ser impredecible, pero es bastante estable en cuanto a su estética.

Ahora bien, las cosas están cambiando. Como vimos hace poco, una ciudad en Irán superó los 54º C, colocándose a la cabeza de la temperaturas históricas de junio y entre las tres temperaturas más altas jamás registradas. ¿Pero de qué modo representas 54º C sin que el resto de temperaturas por encima de 40º C parezcan una broma? La mayor parte de los mapas optaron por negros o por pintar únicamente la región afectada.

Y aunque parezca trivial, el problema persiste conforme las temperaturas suben. Y para los mapas del tiempo es un quebradero de cabeza. ¿Qué haces cuando hace tanto calor que te quedas sin colores para representarlo?

Ponme un negro que diga El Horror

Podemos ir a buscar la respuesta a dos de las regiones que de forma consistente más temperaturas extremas registran: Arizona y Australia. La primera pasó una terrible ola de calor hace unas semanas que literalmente comenzó a derretir objetos metálicos por las calles. El drama llegó a tal punto que varios vuelos fueron cancelados por culpa del calor, en un aviso bastante siniestro del futuro que nos espera.

Durante aquellos días otro drama a pequeña escala se desplegó en los medios de comunicación: no había más colores para describir aquellas temperaturas. Si del rojo pasamos al rojo intenso, ¿qué hacer cuando superamos los 50º C? La solución fue sencilla. tirar del gris o del negro, colores asociados a elementos menos halagüeños como la muerte.

Y así, un día el mapa del tiempo de Arizona auguraba las entrañas de Mordor.

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Para los rangos de temperaturas más bajos, además, los metereólogos de la televisión tuvieron que optar por los morados y violetas. Lo cual suponía un problema, ya que al tratarse de una mezcla con el azul, tradicionalmente frío, podía dar pie a malinterpretaciones. Pero como explica el metereólogo local Mark Torregrossa, no tenían otro remedio: no puedes poner en "verde" unas temperaturas de 35º C. Hay que ir más allá.

Australia tuvo hace tiempo una idea un poco más original: irse al rosa fucsia. Aunque también está parcialmente mezclado con el azul, la intensidad del rosa podía dar a entender que allá donde el sol estuviera creando su pequeño infiernito era mejor no acercarse.

Australian Bureau Of Mete 008 Mordor.

O cambiamos los colores o nos cambiamos a nosotros

¿Es importante esto? Sólo en tanto que delata cómo nuestras percepciones del tiempo están a punto de cambiar para siempre. En las culturas occidentales, los colores cálidos son sinónimo de calor y los azules de frío. Y nuestro concepto de "qué tiempo hace" se ha organizado en torno a ellos. Pero sólo hay una gama de colores, y cuando las temperaturas se salen de lo ordinario nos quedamos sin armas para representarlas.

Así que el futuro depara dos opciones: o bien cambiar nuestro concepto de "temperatura media" (30º C) o bien desechar para siempre los colores tradicionales con los que representamos el tiempo.

De momento lo segundo parece más sencillo. Aunque no siempre será así: que hayamos decidido que el frío sea azul es un constructo cultural, especialmente si pensamos que los objetos que irradian un calor extremo se vuelven o bien blancos, por la mezcla del rojo y del azul... O bien azules. Aunque generalmente depende de los compuestos químicos, podemos pensar en el fuego de butano: las llamas externas son azules.

Aquí está explicado algo mejor: no hay correlación entre nuestra percepción cultural del "calor" y los colores reales de su radiación, por lo que podremos adaptarnos sin problemas a una nueva escala de colores. O mejor aún: a redimensionarla. Cuando los 50º C sean algo habitual en medio mundo, el azul quizá se resuma a los 20º C. Y para entonces una agradable tarde de primavera sean unos verdes 32º C.

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