Japón está a la vanguardia tecnológica de casi todas sus industrias, solo hace falta entrar a alguna de sus fábricas para contemplar ejércitos de robots automatizados desempeñando las labores que antaño hizo el hombre. Pero el sentido de la tradición y la artesanía en el país nipón cobran un peso muy especial. O más bien, el arte que tienen de hacer de cualquier técnica un espectáculo y venderlo al mundo. Es el país en el que te atienden robots en un restaurante, pero también en el que se celebran concursos para ver quién es el mejor creador de katanas del país.
Para explicarlo, pongamos como ejemplo la fábrica japonesa de Lexus, la famosa marca de automóviles, y el por qué tienen a un equipo de personas que se dedican simplemente a familiarizarse y detectar las imperfecciones más pequeñas de los coches. Estos takumi, como se les conoce, miran, escuchan y sienten el coche. Sus manos, siempre vestidas con guantes blancos impolutos, son capaces de percibir cualquier imperfección o desajuste de menos de un milímetro, por eso es fácil oírlos hablar en micras. Hay un documental sobre ellos.
Katsuaki Suganuma es un takumi. Probablemente conoce los coches Lexus mejor que nadie en el mundo, pues ha pasado 32 años y más de 60.000 con ellos. Podríamos llamarlo “el hombre que susurraba a los Lexus”. Bueno, en realidad no les habla, pero trata a los coches de la empresa como si fueran personas humanas. Un fenómeno que poco nos sorprende teniendo en cuenta que Japón está dispuesta a crear un Ministerio de la Soledad o por qué hay gente alquilando a una persona por 80€ para que no haga nada. Absolutamente nada.
Suganuma cree que la suya es una habilidad que nunca podrá ser realmente reemplazada por la tecnología. Puede que en parte tenga razón, pero la figura del takumi podría no dejar de ser una manera de los fabricantes de automóviles de lujo para promocionar atributos abstractos, artísticos y personales en sus productos industriales. Pero a sus ojos, un Lexus no es solo un producto industrial, sino una obra de arte. "Se trata de cómo se siente un automóvil cuando lo tocas, o de la experiencia de estar sentado dentro de él; los robots no podrán replicar eso", decía en una entrevista.
Si leyendo esto has decidido dejar tu aburrida carrera de oficinista para convertirte en takumi, deberías pensarlo dos veces, pues es complicadísimo llegar a ese nivel y tampoco es la panacea como cura del aburrimiento. Los maestros takumi son trabajadores con una exigente formación, fruto de al menos 25 años de experiencia. Su nivel de preparación, su atención al detalle y sus sentidos agudizados con el tiempo les permiten alcanzar la categoría de artesanos, empleando todo su saber para inspeccionar cada parte del vehículo. Deben poseer una rigurosa atención al detalle (casi obsesiva) y una actitud que no descansa hasta encontrar la perfección.
¿Pero qué significa ser un takumi realmente? Dedicar cuerpo y almar al milenario oficio de la artesanía en Japón, sea cual sea la tarea que hagas. Ser un maestro takumi significa obtener la distinción más alta que puede conseguirse entre los ingenieros, que han dedicado miles de horas a un trabajo específico. En la planta de Miyata en Kyushi, una de las fábricas donde se gestan modelos Lexus, hay 7.700 trabajadores y solo 19 de ellos son artesanos takumi. Como maestros, transmiten la tradición de la compañía a las nuevas generaciones.
Para que os hagáis una idea y para comprender la importancia que tiene la destreza de las manos y la sensibilidad del tacto para uno de estos artesanos, los candidatos a takumi deben ser capaces de superar una prueba: realizar un origami de un gato con una sola mano, la que no es dominante, en menos de 90 segundos. Puede parecer un simple juego, pero esta prueba conlleva la necesidad de tener una exquisita delicadeza en la yema de los dedos, una gran habilidad en las manos y la capacidad de interiorizar un proceso desde el inicio hasta el final.
Suganuma no se lo creía cuando lo nombraron takumi: “Para ser honesto, en ese momento pensé: '¿Estáis seguros de que puedo hacerlo?' Pero luego me reflexioné que si estoy a cargo de un gran papel como este, tengo que asumir toda la responsabilidad de lo que llamamos la Calidad Lexus.
Su trabajo es básicamente estar con los coches y aprender de ellos. Pero Suganuma es un apasionado en toda regla. “Puede ser una rutina muy repetitiva, pero solo pienso en que tenemos un objetivo final: estamos trabajando para crear un vehículo para alguien. Cada vez que veo un automóvil Lexus en la ciudad, por ejemplo, quiero saber qué tipo de persona lo conduce. Si el automóvil es uno que se fabricó en la fábrica de Tahara, entonces me siento orgulloso y me gusta ver que el cliente se ve feliz".
Un ejemplo de su exigencia es la sonoridad de las puertas al cerrarse, que ha llevado a un grupo de takumi a trabajar con neurólogos para entender cómo percibe el ser humano el sonido y mejorar el diseño y el ajuste de las puertas en consecuencia. En la cadena de producción, el artesano prueba las puertas en una cámara aislada de cualquier ruido y devuelve el vehículo para realizar ajustes cuando una puerta no cierra con el sonido se espera.
Hay takumi especializados en diversas partes de la mecánica y otros en el confort o la sensación de calidad. Porque los takumi no solo revisan la pureza de las superficies, el espacio entre las juntas, la integridad de los acabados o el funcionamiento de la tecnología. La mecánica del vehículo y su corazón, el motor, también son revisados por ellos. Utilizan escáneres TAC como los que se usan en medicina para ver a través de los materiales y encontrar imperfecciones. También son responsables de las sensaciones de conducción para corregir cualquier deriva en su comportamiento y confort.
El trabajo como takumi es tan riguroso que en la sección donde Suganuma trabaja reina un imperioso silencio, fruto de la concentración. O quizás esperan que el coche les diga algo, un pequeño crrsk, un sonido que delate un rascón o una abolladura: "Sí, todos nos concentramos tanto en la inspección que no nos hablamos. Hay momentos en los que hablamos, cuando detectamos algo que está mal en el coche y queremos el juicio de otra persona. Pero aunque no hablamos en el lugar de trabajo, salimos juntos los fines de semana; ahí es cuando nos conocemos", explica.
Todo aquí parece funcionar con una precisión increíble. Incluso a la hora de cumplir los horarios. Suganuma dice: "Todos somos seres humanos y hay momentos en los que podemos llegamos tarde al trabajo. Yo llegué tarde una vez en 32 años", comenta.
Cualquiera pensará que la introducción de robots que puedan hacer el trabajo que hace el equipo de Suganuma causaría la desaparición de la figura tradicional del takumi. Pero lo cierto es que cuanto más crece la tecnología, más se enriquece su trabajo, quizás por la necesidad de no despegarse del escaso factor humano que queda a la hora de crear productos. En muchos casos, de hecho, los movimientos de esos robots están inspirados en los sutiles y precisos movimientos de las manos de estos artesanos Podría decirse que Japón ya no necesita más robots, sino a personas como Suganuma, que están dispuestos a entregar su vida a la empresa y, aparentemente, son felices haciéndolo.
Imágenes: Lexus