Japón había rozado los cuartos de final con las yemas de los dedos. Esquivos en su historia reciente, tanto en su calidad de anfitriones como ante Paraguay ocho años después, el equipo nipón había muerto en la orilla una vez más. Un error de principiantes y un contraataque fantasioso de Bélgica firmó su eliminación en el último minuto. Las caras de sus principales estrellas, de los aficionados en las gradas del Rostov Arena y de su seleccionador lo relataban todo.
Lo que vino después. A su salida del vestuario, sin embargo, un hecho llamó la atención de los periodistas congregados en Rusia: los jugadores mostraban un carácter cercano, ajeno al tradicional escapismo frustrado de otras selecciones tras su eliminación, y habían recogido y limpiado su vestuario. La imagen ha tornado en viral y se ha convertido en una suerte de lección moral sobre la naturaleza de la derrota. Perder no te define tanto como la forma que tengas de afrontarlo.
#RUSIAxESPN Iban ganando 2-0 y terminaron perdiendo 3-2 en la última jugada. A pesar de la impotencia, se tomaron su tiempo para agradecer al público, hablaron con los medios y limpiaron el vestuario, donde dejaron una nota para quienes trabajan en el Mundial: "Gracias". Japón. pic.twitter.com/vJaWdE0kOt
— ESPN Argentina (@ESPNArgentina) 3 de julio de 2018
El carácter japonés. En muchos sentidos, la imagen ha colmado el tópico que en Occidente proyectamos hacia Japón: gente diligente, abnegada, educada, civilizada y trabajadora. El equipo también dejó una nota de agradecimiento a los trabajadores rusos. Diversos aficionados fueron grabados y fotografiados durante la fase de grupos del torneo recogiendo la basura de las gradas, al poco de finalizar sus partidos. Se ha hecho viral porque reafirma nuestra imagen sobre Japón.
¿Es especial? Cabe preguntárselo. Lo cierto es que existe cierta noble tradición de limpiar el vestuario propio tras el partido. La tendencia se atribuye a los All Blacks, la selección nacional de rugby de Nueva Zelanda: tras otra dolorosa eliminación en el Mundial, en 2007, el equipo reflexionó sobre sus carencias y sus debilidades. Y llegó a la conclusión de que su proyección mediática y carente humildad había jugado un papel clave en la relajación de sus exigencias propias.
De forma simbólica, los capitanes del equipo incentivarían la limpieza del vestuario al final del partido, trasladando al resto de seleccionados la necesidad de trabajar con humildad y determinación para ganar los sucesivos Mundiales (cosa que lograrían). Son numerosos los relatos de periodistas o técnicos de selecciones rivales que acuden al vestuario neozelandés horas después del fin del partido y se encuentran a figuras como Dan Carter o Richie McCaw pasando la mopa.
"Sweep the shed". El carisma natural de los All Blacks, uno de los iconos deportivos de todos los tiempos, provocó que numerosos equipos de rugby siguieran su ejemplo. Se sabe que es una práctica habitual en diversos clubes australianos, neozelandeses y británicos (tanto de rugby como de cricket), y que ha habido visionarios que han tratado de implantar la tradición en deportes de menor carga caballeresca (como el actual seleccionador de fútbol inglés, Gareth Southgate).
La tendencia fue bautizada como "sweep the shed", y no es tanto una práctica (limpiar) como una filosofía subyacente. Un "no te creas más de lo que eres" a cada post-partido.
¿Y funciona? Como tótem sí. Las ramificaciones deportivas son más cuestionables. Los All Blacks han ganado todos los Mundiales de Rugby posteriores a su inaudita filosofía (tanto el de 2011 como el de 2015). Ante todo, la idea busca fortalecer el carácter grupal del equipo, especialmente en un ecosistema repleto de egos, de elevado profesionalismo y multimillonario. De forma paralela, la tendencia ha servido al rugby neozelandés como saludable herramienta de márketing.
Quizá Japón haya leído su historia y la de otros equipos que siguieron y haya decidido adoptar su filosofía. O quizá simplemente es fruto de su abnegado niponismo. Lo único cierto es que encanta a los aficionados.
Imagen | Eugene Hoshiko/AP