Se suponía que la vacuna iba a poner punto y final a casi dos años de restricciones. Hasta que llegó ómicron. Los gobiernos de toda Europa están aprobando medidas olvidadas meses atrás, como los confinamientos generales o las mascarillas al aire libre, para batallar a la variante. En plena escalada de casos, si bien no de hospitalizaciones o fallecidos, cualquier medida destinada a limitar los contagios parece buena.
Aunque esa medida también afecte a los vacunados.
Superpasaportes. La primera liebre la levantó Italia. A principios de este mes el ejecutivo de Mario Draghi adelantaba una medida ya prevista para enero del año que viene: un "superpasaporte verde" que regularía el acceso a determinados espacios públicos. Sólo podrían acreditar uno aquellos que estuvieran completamente vacunados. Hasta entonces, el gobierno habilitaba "pasaportes verdes" para los que se requería o la vacunación completa o un test negativo, válido durante 48 horas.
El pasaporte ordinario seguiría operando para restaurantes, puestos de trabajo, transporte público y otros espacios del día a día. El superpasaporte se exigiría para acceder a estadios, discotecas o conciertos.
A Francia. El ruido ha llegado hoy a Francia, donde el Consejo de Ministros debate nuevas restricciones para contener la ola de contagios. Una posibilidad sobre la mesa, según BFMTV, es el "super pass saintaire". Al contrario que en Italia, para obtenerlo no bastaría con estar completamente vacunado. También habría que acreditar un test de antígenos negativo. De nuevo, sólo se exigiría en eventos de ocio masivos, tales como los estadios de fútbol o los conciertos (no en el trabajo o en un bar).
Gradual. Los "superpasaportes" son la conclusión lógica a una larga escalada de medidas encaminadas a controlar el flujo de personas en la esfera pública. El punto y final a un camino que comenzó con las PCR, continuó con los certificados de vacunación y podría terminar en una serie de requisitos sanitarios adicionales para ver a tu grupo favorito. Nuestra vida social, dos años después de una pandemia en la que parecemos atrapados para siempre, depende de nuestro historial médico.
Radicalización. Sea justo o no, lo cierto es que cada vez más países imponen controles semejantes. También España. No a nivel nacional pero sí autonómico: al menos diez comunidades han introducido este otoño requisitos de vacunación para entrar a discotecas, restaurantes o bares nocturnos. Era inevitable que ante una ola de contagios donde los vacunados también están transmitiendo el virus (aunque muriendo y enfermando mucho menos) otros gobiernos plantearan ideas paralelas, como el test de antígenos negativo.
El certificado ya no es suficiente.
Respuesta. Del "mundo imposible para los no vacunados" del que hablábamos hace unos meses podemos pasar al "mundo imposible para los contagiados, vacunados o no", del que veníamos a finales del año pasado. Naturalmente, toda nueva restricción se topará con bolsas de población en contra: Francia ya experimentó con manifestaciones semanales de 200.000 personas contra el certificado de vacunación este verano. En 2022, todos, gobiernos y población, tendrán menos paciencia para todo.