Si solo se nos permitiera citar a una marca como autora y directora de qué ha significado lo sexy en la historia reciente, ella sería Victoria's Secret. Desde su primer desfile en 1995 las supermodelos escasamente vestidas de la casa personificaron el estereotipo más ampliamente aceptado de la feminidad. Impusieron su canon al resto del mundo. Ahora esa misma casa acaba de dar un cambio de 180 grados.
Escisión. Victoria's Secret, al igual que Bath & Body Works, eran dos de las empresas bajo el paraguas de L Brands, pero ahora ambas se separan de la matriz para convertirse en marcas independientes y cotizadas. Ed Razek, el que anteriormente dirigía la casa de lencería, desaparece del mapa después de que se destapasen sus estrechos vínculos con Jeffrey Epstein y la cultura de bullying y misoginia que ejerció durante su reinado. La nueva junta directiva de VS tendrá todos los cargos salvo uno ocupados por mujeres.
Y fin de los Ángeles. Según el anuncio de ayer, desaparecen para siempre estos icónicos referentes de la cultura femenina, un acto lógico si tenemos en cuenta que en 2019 ya se cancelaron los famosos y carísimos desfiles de los mismos. Se ha despedido a todas las modelos, y la nueva compañía ha reconvertido el espacio que ocupaban a uno llamado "VS Collective". Es un cambio estructural. Antes las modelos del mundo peleaban entre sí por ocupar la membresía de este exclusivo club de belleza cuyos únicos méritos era la juventud, la proporción física y la deseabilidad estética.
Los ángeles, por cierto, firmaban en exclusividad: allá donde fueran representaban a la marca, ellas eran un sinónimo andante de la compañía.
¿Y quiénes son estas nuevas mujeres? VS Collective se llaman. Son las siguientes: la refugiada y adalid del wellness Adut Akech; la esquiadora olímpica sinoestadounidense Eileen Gu; la jugadora de fútbol LGTBIQ+ Megan Rapinoe; la fotógrafa y fundadora de #Girlgaze founder Amanda de Cadenet; la modelo y defensora de la inclusión Paloma Elsesser; la modelo transexual brasileña Valentina Sampaio; y la actriz y entrepreneur de 38 años Priyanka Chopra-Jonas.
Estas mujeres con dilatadas y distintas carreras profesionales no se pasearán por ahí en paños menores, sino que servirán con sus vidas y acciones como embajadoras de marca, como nuevo altavoz para "crear colecciones revolucionarias, contenido atractivo e inspirador y nuevos programas internos y externos en apoyo a causas vitales para las mujeres". Desde hace varios meses la cuenta de Instagram de VS refleja mujeres de enorme diversidad física.
Ha ganado Fenty. O Hanesbrands. O el MeToo, o como queramos llamarlo. La lencería femenina tenía antes dos vías diferenciadas de ingresos, la venta de prendas funcionales y poco glamurosas para el día a día y las prendas aspiracionales, que desplegaba casi en exclusiva Victoria's Secret. Era una ropa concebida para satisfacer más a los hombres que a las mujeres que la llevaban.
Tarde, bien. Con la llegada de las redes sociales el imaginario de la lencería femenina dio un cambio brusco y empezó a contemplar una fusión entre lo sexy y lo cómodo, o más bien, entre lo bonito y lo cómodo, y pensando más en estimular a las compradoras que a sus parejas. Del tanga al culotte. Esas compradoras, claro, no solían tener una talla 34. La marca ahora lo reconoce: "El mundo estaba cambiando y fuimos demasiado lentos para responder". Y por eso su nueva apuesta suena a vulgar y manida, nada que no se vea ya en cualquier escaparate de un Oysho o un Women’s Secret, pero no deja de ser relevante que haya caído el último bastión conocido de un modelo de belleza que influyó en la manera de diseñar el ideal hacia el que la mitad de la población debía aspirar.
Dos dudas en el aire: ¿convencerá este tardío cambio a sus (aún muchas) compradoras? Y segundo: ¿será este un cambio cultural permanente o viviremos en el futuro un nuevo auge de las modelos de un IMC inferior a 18?