El estudio de mapas históricos es fascinante. Actualmente, si queremos ver un mapa lo buscamos en la sección de imágenes de algún buscador o más fácil todavía: abrimos Google Maps y podemos hasta explorar otros planetas. Su utilidad se ha reducido prácticamente a cuando necesitamos que el GPS nos guíe, pero hasta hace no tanto, los mapas eran vitales en los viajes. Las técnicas modernas nos han permitido tener mapas muy detallados, pero… ¿qué pasaba hace cientos o miles de años?
Ahí tenemos los mapas como el de Heródoto de hace 2.500 años, el primer mapa de América creado por los vikingos o el impresionante mapamundi de Urbano Monte de 1587. Y también tenemos los preciosos mapas de España que, durante muchos años, se olvidaron de algo importante: todo el norte español. Y es algo que definió la elección de la capital de España.
Italianos y flamencos. El mapa que dejamos justo sobre estas líneas es uno de los más representativos del siglo XVI y, además, uno de los más copiados en la cartografía española. Se trata del mapa creado por Vicenzo Paletino Corsulensis en 1551 y se convirtió en la base para otros muchos mapas posteriores que retrataban la península española.
La cartografía en el Renacimiento fue todo un arte debido a que en ella se aplicaban muchas ciencias distintas, pero también porque el comercio era vital para los estados y había que tener todo muy detallado. Es por eso que alemanes, flamencos y genoveses se pusieron manos a la obra para hacer mapas de diferentes países, y España era uno de los más importantes.
España estaba a otras cosas. ¿Por qué no eran los propios cartógrafos españoles los que hacían mapas de su país? Unos años más tarde sí serían ellos los que contornearían la geografía del país, pero la llegada de Colón a América no había pasado hace tanto tiempo y los cartógrafos españoles estaban más interesados en otros territorios.
¿Y el norte? Algo que se puede apreciar es que, con más o menos salientes, la costa del Mediterráneo y hasta Cádiz y la costa portuguesa tienen bastante detalle. Obviamente hay errores si ponemos el mapa al lado de uno actual, pero el perfil es muy reconocible. Tiene su lógica si pensamos que eran puntos principales para el comercio con Flandes e Italia, y eran las zonas que más importaban a los cartógrafos de ambas regiones.
El norte, sin embargo, está totalmente desdibujado con entrantes y salientes por doquier y con un nivel de detalle mucho menor al del resto de costas.
La copia de la copia. El problema viene cuando parece que este mapa Corsulensis fue el utilizado por otros cartógrafos posteriores y, durante los siguientes años, ese era el perfil "oficial" de España. Algunos añadían más detalle, otros pegaban algún 'bocado' a alguna costa, pero la tónica seguía siendo un gran detalle en el Mediterráneo y Portugal, pero un norte lejos de la realidad.
Un ejemplo es el mapa de 1560 creado por Forlani Veronese, pero hay otros muy famosos como los de Gallo o Luchini que pecan de lo mismo.
Felipe II. Madrid se convirtió en la capital en 1561. Fue una decisión del rey Felipe II y en ella influyó la trascendencia del punto geográfico que ocupaba la villa, entre otros aspectos fundamentales, evidentemente. Establecer la capital de un país tiene una gran importancia tanto por motivos políticos como culturales y sociales, pero algo vital es que, geográficamente, esté bien ubicada para poder transportar suministros con facilidad entre los diferentes puntos del país.
Y, en la época, para determinar la capital se recurría a los mapas, y si los que había daban a entender que un punto era el mejor, pues así era aunque, realmente, la decisión pudiera haber sido otra si los mapas hubieran sido más precisos. Y eso es lo que hace unos meses analizó un equipo de investigadores españoles.
Y las matemáticas dicen que… Esta imagen muestra un análisis matemático del mapa de Forlani. En el estudio compararon el mapa de 1560 con uno actual para ver los errores en una cuadrícula distorsionada. Y lo cierto es que no hay dudas: el norte y el suroeste (en menor medida) son un completo desastre.
La imagen que tenían en la época estaba totalmente distorsionada y contrasta con una zona central (Castilla) y una costa del Mediterráneo muy detallada y fiel a la realidad. De hecho, este análisis también sirve para apreciar la precisión que tuvieron plasmando esas zonas, ya que se distancia poco del perfil actual, creado con herramientas mucho más avanzadas.
Al final, está claro que se basaron en la representación cartográfica de la Península Ibérica que tenían en el momento y es fácil (e injusto) valorarlo desde nuestra perspectiva, casi medio milenio después, pero también es interesante conocer esas herramientas que, en la época, les llevaron a tomar decisiones tan importantes.
Aunque, claro, no hay que pasar por alto otros condicionantes, como que Valladolid (que ya había sido capital) estaba descartada por la revuelta comunera y que en Toledo la influencia del clero era muy alta, entre otros relevantes factores que llevaron a Felipe II a establecer Madrid como la capital.
En Xataka | Felipe II se empeñó en que Madrid tuviera puerto. Así que diseñó un loquísimo plan para traerle el Atlántico