En contexto: ya hemos hablado alguna vez del Fyre Festival, un festival musical que se promocionaba como experiencia de lujo para estadounidenses amantes del postureo que acabó en hambre, caos y denuncias. La retransmisión de su fracaso en tiempo real se convirtió en el deporte favorito de los tuiteros durante el par de días en los que varios pijos estaban encerrados en una pesadilla digna de El señor de las moscas.
Hace unas semanas Netflix y Hulu rivalizaron por lanzar sendos documentales sobre el fenómeno, y, sin conocer cifras de audiencia, a nivel de difusión dentro de los medios tanto Fyre como Fyre Fraud han funcionado las mil maravillas.
Planeado desde el principio: el medio New Republic ha hecho un reportaje de investigación descubriendo los entresijos de la producción de los documentales sobre el fiasco del Fyre. Resulta que, en plena fase de programación del festival, cuando ya se sabía que el evento estaba condenado al fracaso logístico, tanto Billy McFarland, el joven empresario a los mandos del festival, como algunos responsables de FuckJerry, la agencia publicitaria que hizo la campaña de las instagramers que vendió la idea de un evento de lujo que hinchó las expectativas, se adelantaron a los acontecimientos y acordaron empezar a grabar imágenes del making-of del Fyre Festival. Ya sabían que esas imágenes iban a ser muy jugosas.
Rentabilizar tus fracasos: New Republic comenta que el objetivo de McFarland era hacer “un documental que sirviese de lavado de cara” al mismo tiempo que vendían unas imágenes que iban a cotizarse al alza.
La controversia vendría por la objetividad de las dos plataformas VOD. Tanto Hulu como Netflix se valieron de sus imágenes, pero Netflix estaría aún más expuesto, ya que directivos y mienbros de la agencia FuckJerry produjeron este documental que luego Netflix compraría sin que Netflix modificase el corte final, gracias al que parece que toda la culpa del desastre fue de McFarland y no del equipo de publicistas a los que les beneficiaba tanto la falsa publicidad que provocó el hype como el derrumbe posterior que les hacía tener un documental más valioso. Manteniendo, además, el poder de eximirse de toda culpa: una de las cláusulas de su contrato con Netflix les reservaba el poder de revisar el corte final de la cinta.
Vendemotos y cabronazis: los estadounidenses están relacionando a FuckJerry (renombrada a Jerry Media) con Fat Jewish, que fue uno de los casos de “cabronazismo” o “lavecinarubismo” celebrity más importante de las redes sociales. Un instagramer que se dedicaba a robar memes de otros usuarios para hacer crecer su fama, cosa que consiguió: su valor neto en 2017 era de 3 millones de euros. FuckJerry también se erigió así, robando memes, y ahora si quieres salir tú en su Instagram tienes que pagar dinero.