En algún momento tenía que pasar y parece ser que ese momento es ahora. Este mismo diciembre de 2021 la agencia 1stDibs publicaba los resultados de su encuesta anual de tendencias entre los diseñadores de interiores de Estados Unidos. Según la mayoría de los 750 interioristas consultados, eso que se ha dado en llamar “estética millennial” está oficialmente out, muerta como opción estilística de cara al próximo 2022.
El rosa millennial será la principal víctima, ya que apenas un 5% de los interioristas lo consideran una opción de decoración popular para el año que viene, cuando veníamos de una consolidada hegemonía del mismo. Pero el famoso color asalmonado no está sólo, otros de los salientes de la lista son: los muebles de mimbre, las mesas de terrazo, asientos estructurados y los letreros de neón. Esas son las elecciones de los de 1stDibs, aunque si hablamos de una tendencia más grande de rechazo al estilo predominante hasta ahora, es probable también que se haya certificado oficialmente el hartazgo que producen entornos interiores excesivamente vegetados (sobre todo de suculentas o monsteras), los toques decorativos en dorado y los espacios muy blancos.
¿Y qué ha venido para suplantarlo? Los diseñadores parecen inclinados a premiar los azules cobalto y los verdes esmeralda. Las sillas Eames no pierden adeptos, mientras que Noguchi ve cómo sus famosas mesas pierden posiciones frente a sus lámparas. En cuanto a sofás, priman los de aspecto lujoso, líneas suaves y bien mullidos, y citan como ejemplo los Soriana, Camaleonda y los Togo.
¿Veremos estos cambios en un futuro cercano? Es posible que aún tarde un poco. Las tendencias no llegan a todas partes al mismo tiempo, y seguramente se perciba antes en sitios privilegiados, como Estados Unidos o Reino Unido, antes que en España, aunque gracias a las redes sociales los procesos de homogeneización son cada día más veloces. Llegar, llegará, como ya pasó con el reinado de la “cafetería Brooklyn” que explicamos aquí, en el que seguimos viviendo y que raya ya el agotamiento visual en las grandes ciudades.
¿Qué dirán los espectadores del futuro de la estética millennial? Es difícil de predecir. Si hay que resumirlo, este estilo combinó una querencia por lo lo-fi, lo básico, y lo barato. Todos esos elementos eran, al tiempo, consecuencia del clima en el que nació (un mundo post-crisis de 2007) como las razones de su rápida expansión (sin restar la importancia de IKEA y otras cuatro tiendas como Urban Outfitters o Maison du Monde). Por todo esto podemos decir que su base identitaria ha sido la complacencia y el conservadurismo. Los millennials, pues, hemos sido poco atrevidos. Habrá que ver qué tienen preparados los centennials.