Hay al norte de San Sebastián de los Reyes, en la vega del Rio Jarama, un paraíso natural que visitar. Viveros Monjarama te ofrece una oportunidad “única”: ir allí a recoger su variedad de fresas ecológicas más cotizada, la Mara de bois, de forma totalmente gratuita, como cuenta en su canal de Tiktok @irenezye. “Luego sólo tienes que pagar por las fresas que te lleves”. Puedes quedarte “todo el rato que quieras”, “sólo cuestan 8 euros el kilo” y saben “a chuches”, como explica la joven. Un plan ideal para pasar el finde con los amigos al aire libre, ahora que este tipo de actividades son tan preciadas.
El engañabobos. El vídeo en Tiktok no pasa de los 3.000 likes, lo que suele corresponderse con un número de visualizaciones bajo, pero los comentarios eran ahí lo que te puedes imaginar, aludiendo a la naturaleza “pardilla” de estos “pijos” a los que han timado cuando la fresa, según los internautas, es mil veces más barata en la frutería de tu barrio y sin necesidad de trabajar para conseguirla. “¿Nadie en Huelva para comentar esto?” dice una. Otros alaban la genialidad del dueño, un “jodido genio del márketing”.
En Twitter, donde una resubida está arrasando en este momento, se ha entendido menos aún la idea: es necesario que Zizek escriba sobre esto y que alguien detenga ya al capitalismo, que se ha desnortado ya demasiado. Como el plan termina en septiembre, otros proponen un nuevo pasatiempo otoñal, la recogida de la aceituna.
¿Quién estafa a quién? Hugo Vela, cabeza visible del negocio, se considera un defensor de la agroecología por encima de los movimientos del mercado convencional, por lo que, al contrario de lo que lo que la gente está diciendo, él cree que su apuesta es antimercantilizadora. Sus fresas son premiadas, son proveedores de reconocidos restaurantes de primera categoría de España y ese precio “alto” se contrarresta si vemos los otros packs que venden desde hace ya cuatro años: 4 euros el kilo si vas a su finca en Bici, un plan que promueve entre otros el partido verde Equo con excursiones programadas. Los ocho euros es si llegas allí en coche.
El empresario piensa que, además de ofrecer un divertimento al que el urbanita no tiene que llega no sabe cómo funciona la agricultura que pone nuestros productos en la mesa. “Cuando venían los coles, nos dábamos cuenta de que aprendían incluso más los profes que los niños”, dice Vela.
El ocio, el trabajo, la experiencia. La vida humana está plagada de casos en los que estos tres tipos de actividades pueden cruzarse y confundirse, y aquello que antes se veía como penoso ha ganado en algunos frentes una dimensión exótica, pintoresca y auténtica que lo reviste de interés. Hicimos un recopilatorio: hay gente pagando dinero por esquilar ovejas, por ordeñar vacas, startups se convierten en negocios millonarios por ponernos a hacer calceta del siglo XXI pagando por las lanas mucho más de lo que te costaría el jersey en Zara.
Tribus digitales. Tal vez lo más estimulante de este accidente sea el hecho de que los cínicos, los que nos creemos de vuelta de todo, nos hayamos topado con este pedazo de universo cultural de los pihippies de Madrid. Hubo otro ejemplo reciente de escarnio público a una madre que se exhibió prometiéndole el regalo de un bolso de Louis Vuitton a su hija, que se puso alteradísima, y que como comentaron nuestros compañeros de El Confidencial, no fue más que un vistazo descontexualizado a un mundillo que poco a poco va generando una gramática particular, cada vez más inmersiva, y que puede acabar siendo muy diferente al de la mayoría, con los problemas para la convivencia que eso puede generar después.
"TikTok fomenta como nadie la comunidad, los nichos", explica el periodista Guillermo Cid, y la señora del luisvi, igual que la joven que busca planes bonitos y raros para redes sociales, se dirige a sus parroquianos, que son como ella. Aunque te hayas cruzado con ello en tus redes, "esta gente no habla para ti".
