El ser humano lleva eones buscando el secreto de la felicidad. Tan noble empresa finaliza a menudo sin respuestas: la vida, en especial la contemporánea, obliga a sacrificar determinadas prioridades en beneficio de otras. Así, pocos dilemas son tan claros como el dinero frente al tiempo. Para obtener el primero solemos sacrificar el segundo, en ocasiones en contra de lo que desearíamos. ¿Pero es ese un camino adecuado para ser más felices?
Equilibrios. Para responder a esa pregunta un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard acudió a otro centro universitario, la Universidad British Columbia de Canadá, y catalogó las prioridades de un millar de alumnos. Los jóvenes debían declarar si preferían ganar más dinero o disfrutar de más tiempo libre en su día a día. A lo largo de dos años, los autores del estudio seguirían las andanzas académicas y profesionales de los participantes, y catalogarían su grado declarado de "felicidad" en relación a su camino escogido.
Resultado. De forma poco sorprendente, aquellos que priorizaban el tiempo frente al dinero eran más felices. Lo eran, según el estudio, no tanto porque disfrutaran de mayor libertad al margen del trabajo, sino porque tendían a escoger profesiones más afines a sus intereses. Los alumnos que optaron por el dinero elegían puestos mejor remunerados, pero también más alejados de sus deseos o de su satisfacción emocional. Cobraban mejor, a la vez que incurrían en un mayor sacrificio.
Tendencia. Pese a que la muestra es pequeña (1.000 personas, muy jóvenes), los resultados del trabajo concuerdan con otras tendencias globales. Las personas que ponen el tiempo por encima del dinero lo que hacen, en realidad, es invertir mejor su tiempo. Lo disfrutan más. Es algo que quizá todos intuyamos en nuestro fuero interno, pero que no siempre motiva nuestras decisiones: por lo general, el dinero, un buen salario, sigue siendo el principal vector de decisión en las carreras profesionales.
Privilegios. Los autores del estudio admiten que existe cierto sesgo de privilegio. Pese a que la muestra controlaba por factores de renta familiar, es cierto que las personas que provienen de entornos más desfavorecidos y precarios tienden a priorizar más el dinero. Elegir la profesión que te gusta es un privilegio sólo admisible cuando ya tienes una posición económica acomodada. Es decir, hay un cierto umbral (95.000€) de dinero a partir del cual el tiempo comienza a ser más importante.
Ingresos. Esto concuerda con lo que ya sabemos sobre la felicidad, una abstracción siempre difícil de definir. Como vimos a propósito de Finlandia y de los países más felices y ricos del mundo, tener dinero no entrega la felicidad en una bandeja de plata, pero ofrece la seguridad económica y la estructura para que la hallemos con mayor facilidad. Por ejemplo: una renta acomodada permite vivir en barrios mejor diseñados y más verdes, lo que en última instancia nos hace felices.
El dinero es un proveedor de otros elementos que nos acercan a la plena satisfacción.
Comprar tiempo. Y aquí llegamos a la cuadratura del círculo: el tiempo es hoy el bien más escaso en nuestras vidas. Más del 80% de los estadounidenses, por ejemplo, declaran añorar más tiempo libre, en una tendencia que podemos extender al resto de Occidente. ¿Qué mejor forma de emplear el dinero que comprando tiempo? Gran parte del sector servicios (Uber, Deliveroo, Amazon) moderno consiste en comprar tiempo, en externalizar las tareas mundanas que, como bajar al supermercado, nos restan minutos vitales de nuestras apretadas agendas.
Así que si quieres encontrar la felicidad, priorizar el tiempo puede ser el camino más recto. Uno mucho más rápido siempre y cuando tengas dinero.
Imagen: Drew Coffman/Unsplash