Presidiaria embarazada, juez de baños: el submundo de los anuncios de juegos "fake" en Facebook e Instagram

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Si el mundo de los juegos casuales era ya de antes un rincón muy oscuro de nuestras redes sociales, puede que ese universo haya dado un vuelco aún más salvaje. La periodista especializada en videojuegos Leigh Alexander lo recopila en su cuenta de Twitter. Lleva días “obsesionada” con, atención, una propuesta por la que eres una presidiaria embarazada y tienes que… ¿lidiar con una plaga de ratones y un retrete desbordado? “Increíble”, dice el anuncio. “Más de 13 millones de jugadores”, aseguran. Por el momento el post tiene cuatro likes.

No sólo están en Facebook, también en Instagram: Alexander también recoge un juego de decoración de interiores con renders primitivos donde tienes que conquistar a una anciana jueza de imagen fotorrealista. Highrise Virtual World propone una suerte de juego (“juego social creativo”, para ser exactos) de customización de personajes en el que haces amigos según la vestimenta en una especie de Tinder. Hay también historias interactivas con argumentos más pobres que muchos guiones de dibujos de preescolar. En este otro deberás cortar con una motosierra la puerta de un baño para que una mujer pueda hacer sus necesidades (“¡increíble!”). La lista sigue.

Publicidad engañosa: como explican los que se han descargado alguno de los juegos, las promesas de jugabilidad que hacen estas pequeñas obras maestras de lo chanante luego no se corresponden con lo que hay detrás de la app. Si algo parece una aventura gráfica luego resulta ser un falso candy crush. Si otro te promete un juego de estrategia, luego te encuentras con un simulador de decoración de interiores. Se trata de un timo que lleva un tiempo apareciendo entre los anuncios en redes sociales.

Es el mercado, amigo. Es la suma de dos factores. Por un lado, inteligencias artificiales que son capaces de generar imágenes y anuncios… pero cuyas inteligencias puede que no los sean tanto. Es lo mismo que ocurre con los Finger Family, esos vídeos autogenerados para niños que pueblan YouTube y que te ponen a un Hitler rosa cantar junto a un Pocoyó con tres brazos. Por el otro, la recopilación de datos de usuarios de las rrss: el anunciante compra a Facebook quiénes son los perfiles que más dinero gastan en juegos casuales, les pide otra serie de datos sobre qué cosas les gustan, los timadores meten todo eso a la coctelera y he aquí un anuncio con altas posibilidades de ganar.

La evolución de la industria que estaba por llegar. El mercado de estos juegos casuales play to win funcionaba como una lotería: equipos desarrollan ecosistemas simples, de condicionamientos visuales singulares y de mecánicas que se intuyen adictivas para ver cuál es el que da el campanazo, en cuyo caso tanto ellos como imitadores se vuelcan en la creación de copias mal disimuladas de esa mina de oro. Es por eso que pueden encontrarse en los markets miles de juegos cuyo icono es un señor gritando.

En este caso, ¿por qué no ahorrarse la creación del juego y directamente crear diferentes envoltorios personalizados para los gustos de diferentes públicos para ver si cuela y consigues arrastrarles para sonsacarles cientos de euros? Por lo visto en los comentarios de algunas de las páginas oficiales de estos productos, está claro que funciona.

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