Días grises para la industria automotriz en Europa. Apenas se había recuperado el sector (parcialmente) de la escasez de chips y semiconductores que trajo la pandemia y ya tiene que lidiar contra otra amenaza: los elevados precios de la energía. La creciente crisis energética de Europa, provocada por Rusia cortado el grifo del gas, ya está afectando a industrias como la automovilística que dependen de la energía.
Un fenómeno que se está cebando con las plantas de producción de casi todo el continente y saldándose con la paralización de algunas de ellas. ¿El resultado? El esperado. Se está reduciendo la producción de automóviles nuevos por millones, encadenando ya tres ejercicios en mínimos históricos.
Los datos. La producción automóviles podría caer en más de un millón de unidades por trimestre a partir de 2023, según un informe publicado por S&P Global Mobility. Los expertos advierten de que, en el peor de los casos, la crisis energética de Europa podría reducir su fabricación de coches en cerca de un 40% hasta el final de 2023.
Según cálculos de la consultora LMC, las fábricas llevan desde 2020 con una tasa de producción en mínimos históricos, inferior al 60%, y que previsiblemente será del 56% a finales de este año. Según este artículo de El País, hay tanta sobrecapacidad en la industria que sería posible cerrar de golpe 11 plantas, teniendo en cuenta que en los primeros nueve meses del año, se ensamblaron en Europa un 26% menos que antes de la pandemia.
Caída de ventas. No sólo es la fabricación: las ventas de turismos también registran mínimos debido a la escasez de microchips, según explica jueves la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles. Los mercados más grandes de Europa sufrieron pérdidas enormes: un -35,7% en Italia, -34,9% en Alemania, -30,7% en Francia y -20,5% en España.
¿Por qué? En 2020, la producción cayó más de un 23% debido en gran parte a los problemas en la cadena de suministro y a la escasez de chips semiconductores, esenciales para la fabricación de coches. El motivo fue que las fábricas tuvieron que cerrar por el Covid y cuando se reiniciaron las líneas de producción, hubo demasiada demanda, lo que saturó la oferta de semiconductores.
Pero eso fue antes de que Rusia invadiera Ucrania y desencadenara la crisis energética que vivimos ahora. Los altos costes de la energía se han convertido en otro caos para las fábricas.
Una remodelación. Las empresas ya estudian cómo reducir su uso de energía, o incluso cómo generar su propia electricidad a través de paneles solares. Por otro lado, algunos grupos, como Bosch o Continental, ya han anunciado en los últimos años cierres de fábricas porque estas no se adecuaban a las condiciones de la nueva etapa del vehículo eléctrico. Otras como Renault o Grupo Volkswagen. piensan convertir sus plantas en otro tipo de instalaciones.
A futuro. Y es probable que la situación empeore este invierno, cuando la demanda de energía alcance máximos y las facturas aumenten. Si el suministro de energía se limitara, los gobiernos podrían lanzar medidas de racionamiento de energía, recortando la actividad industrial.
Según datos de la consultora IHS, no se espera que los volúmenes de producción del sector del motor retomen los valores de 2019 hasta 2025, lo que implica que la recuperación del sector automovilístico va a tardar más de lo inicialmente previsto.
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