En la vida hay muchas cosas seguras, pero una de ellas es que vas a encontrarte un Sportium al girar la esquina si vives en España. Como setas, han ido creciendo y expandiénsode por nuestras calles, convirtiéndose en uno de los problemas de salud más alarmantes de Europa. La OMS dice que 350 millones de jugadores presentan patrones problemáticos cada año y que el juego se está convirtiendo en una de las adicciones más relevantes de la actualidad. Sin embargo, hay poca evidencia sobre si su presencia creciente cerca de poblaciones vulnerables produce un daño social más allá de sus conocidos efectos individuales adversos.
Varios estudios han querido averiguar el impacto que puede tener instalar estos locales cerca de los centros educativos. Y claro, se nota bastante.
El estudio. Aprovechando una nueva ola de aperturas en Madrid, una investigación se propuso comparar la evolución en el rendimiento académico de escuelas secundarias similares geográficamente cercanas, que diferían en una cosa: una de ellas estaba recientemente expuesta a una nueva casa de apuestas y la otra no. Evaluaron cómo se desempeñaban en la EvAU antes de que se abriera el local de apuestas, nada más abrir y el año posterior. Pese a que la considerada distancia mínima a la que deben estar de los centros son 500 metros, los resultados fueron ilustrativos.
Resultados. En comparación con otras escuelas secundarias públicas ubicadas en áreas de bajos ingresos, el estudio concluyó que aquellas escuelas secundarias ubicadas a menos de 500 metros de una nueva casa de apuestas disminuyen su calificación media en 0.6 puntos en una escala de 0 a 10 (la nota media es 6.1). Y el descenso en la nota es mayor cuando se segrega por el tipo de barrio en el que está el centro público: en los que están por debajo de la media en ingresos (los barrios más humildes) los estudiantes sacaron aún menos nota media. Hay una relación parecida en el efecto entre colegios públicos y privados o concertados: los estudiantes de los institutos estatales pierden más y los privados no se ven afectados.
Estos datos confrontan directamente con los argumentos defendidos durante años por el sector, que insistía en que no existía "evidencia científica" que relacionase a las casas de apuestas con caídas del rendimiento escolar. En un informe de Codere remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se decía: "La evidencia muestra que la distancia de locales respecto a centros educativos, así como la distancia entre locales, no es un factor relevante en la protección del acceso de menores, como sí lo es un exhaustivo control de accesos".
Los jóvenes, las víctimas. En España se reconoce oficialmente que existen 670.000 ludópatas o personas susceptibles de tratamiento por uso abusivo del juego en España, según datos del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones. Respecto a los adolescentes, un 30% ha jugado alguna vez en los últimos 12 meses –un 37,2% de manera presencial, según la encuesta EDADES del ministerio de Sanidad– y un 5% de los adolescentes están manifestando algún problema con esta cuestión, según cálculos de la Dirección General de la Ordenación del Juego.
El juego se considera una adicción que muchas veces comienza durante las primeras etapas del proceso de socialización. Resulta que, aunque el juego es ilegal en menores de 18 años, la edad es un predictor importante para el desarrollo de conductas problemáticas. Y los adolescentes tienen acceso a estos locales y juegan en proporciones aún mayores que los adultos. Esta accesibilidad podría explicarse por el hecho de que es relativamente fácil falsificar la identidad. Además, los adolescentes tienden a tener comportamientos más adictivos debido a una comprensión menor de las probabilidades de ganar y no entender los riesgos.
La regulación en España. España despenalizó el juego durante la primera administración posautoritaria, en 1977 y Madrid aprobó su primera ley de juegos de azar en 2001, que quedó obsoleta después de la revolución de Internet. Por este motivo, el Parlamento aprobó la primera ley nacional que regula el juego en 2011. Las autoridades nacionales promovieron una falta de definición legal para descentralizar la responsabilidad (y los beneficios) de la regulación del juego a las autoridades regionales.
Por ejemplo, la ley nacional especificaba que los menores tenían prohibido el acceso a las instalaciones de juego, pero dejaba a las regiones la responsabilidad de detallar cualquier limitación de la distancia de las nuevas casas de apuestas a las escuelas secundarias, hospitales o centros cívicos. Sorprendentemente, las primeras actualizaciones regionales de la regulación del juego se aprobaron entre 2018 y 2019, dejando una década para expandir y normalizar dicho sector empresarial.
No ha servido de nada. Las diferencias legales transregionales provocaron variaciones en las restricciones impuestas a las empresas de juego y las protecciones ofrecidas, lo que explica en parte el desarrollo contrastante de este sector en Madrid o Murcia frente a Barcelona o Valencia. La pequeña reacción de las autoridades de Madrid a la expansión inicial de las instalaciones de juego y sus externalidades negativas permitió una expansión a corto plazo. El gobierno de la Comunitat Valenciana, por ejemplo, restringió legalmente la apertura de nuevos locales a más de 850m del centro educativo y cerró las casas de apuestas a menos de 500 m.
Y, con todo, la expansión de estas instalaciones aún alcanzó su punto máximo en 2015-2017, cuando se abrieron más de veinticinco casas de apuestas sólo en la capital. Esta expansión aumentó la exposición y la accesibilidad y, independientemente de la prohibición a menores de edad, también su popularidad entre los adolescentes: la prevalencia del juego entre los adolescentes aumentó un 30% en España entre 2016 y 2019.