Mientras la humanidad se pregunta cuándo podremos observar coches autónomos circular libremente por las calles, Alemania ha comenzado por un proyecto quizá más simple: el tranvía autónomo. El hito lo reclama Siemens en Postdam, donde ha puesto en circulación por primera vez y en condiciones de tráfico reales su Combino (un modelo clásico de tranvías fabricados por la compañía) en formato autónomo. Seis kilómetros de travesía sin nadie al volante.
¿Cómo? Su funcionamiento es relativamente sencillo, dado que incorpora similares tecnologías a las experimentadas ya por el coche autónomo en sus distintas versiones beta. El Combino se vale de una compleja red de radares, sensores y cámaras para detectar el movimiento a su alrededor, sean coches, viandantes o bicicletas, y reaccionar en consecuencia. Al igual que los automóviles aún en pruebas, el Combino es capaz de predecir accidentes en el futuro y reaccionar en consecuencia.
¿Por qué importa? Por un lado, por el éxito: aunque el ayuntamiento de la ciudad, por el momento, no aspira a introducir una flota de tranvías autónomos circulando por sus calles, sí se trata de la primera prueba superada por un tren ligero. Por otro, por la audacia: Siemens simplificó el problema del coche autónomo (la posibilidad de que, en fase de pruebas, el vehículo caminara libremente o descontrolado) colocándole unos raíles debajo. Más fácil de controlar.
En esencia, si el Combino reconfigurado fallaba sólo lo haría en los márgenes marcados por los raíles, limitando los riesgos. Su complejidad también es menor: el tranvía sólo tiene que pensar en el acelerado y el frenado. Restar la dirección de la ecuación simplifica las cosas.
¿Dónde más? Alemania tiene cierta predilección por los trenes (hace poco estrenó la primera línea del mundo propulsada por hidrógeno), por lo que cuenta con más proyectos similares. Siemens, por ejemplo, tan sólo aplicó lo aprendido en la red convencional de tranvías de Ulm, donde lleva años implementando el "Siemens Tram Assistant" como complento a los conductores humanos. En Francia, SNCF quiere colocar sus primeros trenes autónomos tan pronto como en 2023.
En general, los trenes contemporáneos ya incorporan determinados elementos afines al concepto de "autonomía", en especial en materia de seguridad. Los conductores siguen siendo necesarios, pero la naturaleza propia del tren facilita en cierto modo la automatización.
¿Y el coche cuándo? La plena autonomía, sin embargo, queda muy lejos: a más velocidad y peso, más complejo es el proceso. Para los coches los retos son aún mayores, dado que deben introducir más variables al ser su movimiento libre. Apple y Uber (en su caso mortal, lo que le obligó a suspender parte del programa), amén de Tesla, han tenido accidentes (lógicos, por otro lado) durante su desarrollo (en ocasiones por factores humanos).
Quizá el ejemplo más paradigmático de los numerosos retos que aún tiene por delante el coche autónomo sea Waymo, la compañía apoyada por Alphabet dedicada a ello durante años. En agosto supimos que sus coches siguen teniendo serios problemas para discernir entre un simple giro a la derecha o a la izquierda, de calibración de mapas y de interpretación de señales de tráfico confusas. Es decir, siguen siendo más promesa que realidad. Y entre tanto, ¿tranvías?