"¡No la pifies, Shepard!". Esta sencilla frase se decía a si mismo Alan Shepard mientras estaba sentado sobre las 30 toneladas del cohete Redstone 3 y la cápsula Mercury 7 que lo iban a convertir en en primer norteamericano que conseguía un vuelo sub-orbital con éxito.
Era el 5 de mayo de 1961, 23 días después de que Yuri Gagarin, un astronauta de la URSS, hubiese conseguido el primer vuelo orbital de un ser humano. El piloto norteamericano se repetía el mantra intentando ahuyentar los malos pensamientos. Y, quién sabe, si intentando quitarse algo de la presión mediática que soportaba al tratarse de un lanzamiento que se iba a emitir en directo por la televisión.
Alan Shepard, nacido el 18 de noviembre de 1923, era descendiente directo de uno de los pasajeros del Mayflower, el barco que transportó un grupo de colonos hasta Norteamérica y que muchos consideran los ancestros del país. Participó en la Segunda Guerra Mundial a bordo de uno de los destructores que la Armada norteamericana tenía destinados en el Pacífico.
Y, una vez acabada la guerra, Alan consiguió sus alas en 1947, desde ese momento y hasta 1959 alcanzó nada menos que 8.000 horas de vuelo, de las cuales 3.700 eran en aviones a reacción.
Alan Shepard había volado en prácticamente todos los reactores que estaba desarrollando la armada. Había participado en experimentos de repostaje en vuelo e incluso llegó a participar en algunos vuelos nocturnos sobre portaaviones. Por otro lado en 1957 Alan Shepard obtuvo su grado en Bellas Artes.
El primer estadounidense en volar al espacio
En 1959 Alan Shepard era uno de los once pilotos que participaban como voluntarios en el proyecto del primer vuelo tripulado de los Estados Unidos. De aquellos once pilotos siete fueron los elegidos para participar en el proyecto Mercury y Alan Shepard fue a su vez el elegido para realizar aquel primer vuelo.
Claro que mientras los americanos se preparaban, los soviéticos se les adelantaron poniendo en órbita a Yuri Gagarin. El vuelo de Gagarin duró 108 minutos, aunque durante esas casi dos horas el piloto soviético no pudo hacer mucho ya que el vuelo estaba totalmente automatizado.
El proyecto Mercury norteamericano era algo menos ambicioso, y planeaba realizar un vuelo sub-orbital con trayectoria balística. Algo así como un sube-y-baja en el que se alcanzaban los 187 km de altura y los 486 km de distancia desde el punto de lanzamiento.
Pero el vuelo americano permitía que el piloto ejerciera algo de control sobre el mismo. De ahí la frase que se repetía el piloto para no estropear el vuelo con sus maniobras. ¡No la pifies Alan!
Claro que el propio Alan Shepard no parecía muy convencido del éxito de la misión ni después de realizarla, ya que a preguntas de los periodistas sobre qué pensaba mientras esperaba el lanzamiento, Shepard les dijo que no estaba muy tranquilo porque todas y cada una de las partes de aquel cohete habían sido fabricadas por alguien que había ofrecido hacerlo por el mínimo precio.
También mostró su escepticismo cuando les confesó que no consideraba la misión como un éxito hasta que lo rescataron del océano. La cápsula no cayó todo lo suavemente que le hubiera gustado al piloto, ya que dijo que lo que le dolió no fue la caída, sino el violento frenazo. Sin duda un tipo curioso que alcanzó el espacio durante 15 minutos y 28 segundos se situó en el universo de los astronautas para siempre.
El astronuata que sufría vértigo y desorientación
Por desgracia Alan Shepard se perdió los vuelos del proyecto Gemini. El siguiente paso en la carrera espacial en el que volaban dos astronautas en una cápsula y realizaban experimentos preparatorios para el proyecto Apollo, proyecto que aspiraba a llevar a los astronautas hasta la Luna.
El problema es que a Shepard le diagnosticaron la enfermedad de Meniere. Un problema en el oído interno que causa vértigo y desorientación, algo incompatible con la carrera de astronauta. Aunque Alan no se desvinculó de la NASA ya que fue designado Jefe de la oficina de astronautas durante el proyecto Gemini.
En 1969, tras recuperarse de la enfermedad que le inhabilitaba, volvió a ser incluido en una tripulación del proyecto Apollo. En un principio debería haber volado en la misión Apollo 13, pero quiso prepararse mejor para este desafío y junto con los otros dos astronautas de la tripulación, Edgar Mitchell y Stuart Roosa, intercambiaron la posición con los astronautas de la misión Apollo 14, James Lovell, Ken Mattingly y Fred Haise. Los astronautas que sobrevivieron a la más complicada misión Apollo de todas.
De todas maneras Alan Shepard no perdió su singular sentido del humor y en el escueto equipaje que los astronautas trasladaron hasta la Luna incluyó un palo de golf y un par de pelotas. Un hierro seis, con una empuñadura especial, le permitió practicar unos golpes.
A pesar de los guantes, del traje espacial, del casco y la mochila de oxigeno Alan Shepard consiguió (ayudado por la baja gravedad de la Luna) los golpes más largos de la historia del golf.
A su vuelta a la Tierra, Alan Shepard volvió a su cargo administrativo y pasados unos años se retiró. Por desgracia Alan Shepard murió víctima de la Leucemia el 21 de julio de 1998, 29 años después del primer aterrizaje lunar protagonizado por Neil Armstrong.
Os recomiendo que veáis la película "Elegidos para la gloria" (The right Stuff, 1979) porque es una de las que creo que mejor ha reflejado la época de la carrera espacial con los proyectos Mercury y Gemini. Y si os pica aún más la curiosidad deberíais ver la serie documental "De la tierra a la Luna" (From the Earth to the Moon, 1998) donde ilustran bastante fielmente a través de doce capitulos las venturas y desventuras del proyecto Apollo.