¿Le hincarías el diente a un reno muerto por el impacto de un vehículo? La cuestión puede resultar frívola, pero está ganando espacio en el debate público de algunos países. El principal, Estados Unidos: ayer mismo el estado de Oregón aprobaba una ley que permitirá a los conductores adueñarse de los cadáveres que causen a su paso por las carreteras del estado. Si lo atropellas, cómetelo.
La tendencia. Es una idea ya extendida en algunas regiones. Oregón sólo permitirá recolectar cuerpos de ciervos y renos. Montana, Idaho, Illinois, Florida o Washington cuentan con leyes parecidas. En algunos estados la legislación es específica para piezas de caza mayor. En otros puedes llevarte a casa cualquier cosa que te encuentres en las cunetas. En Reino Unido hay un vacío. En Australia sólo si cuentas con un permiso de caza.
Alaska. El mejor ejemplo es Alaska. Dada la abundancia de alces, es común que mueran atropellados. Todos los cuerpos pertenecen al estado, y los conductores tienen la obligación de llamar a la policía local. Identificado el cadáver, las autoridades dan el aviso al largo listado de ciudadanos que han declarado su interés en recoger los cuerpos. En ocasiones, la carne termina en centros caritativos.
El motivo. En parte es normal: un alce es un animal gigantesco que puede proporcionar más de 300 kilos de carne. Alimento familiar para más de un año. ¿Por qué desperdiciarlo? Como explican aquí, en Alaska el tabú social ha desaparecido. Procesar la carne de animales tan grandes es una habilidad similar a la caza o la pesca. En un estado fronterizo y salvaje, aprovechar la carne muerta por accidente es lógico.
La rareza. Hasta ahora, comer animales atropellados gozaba de cierto carácter memético en Internet. Figuras como los británicos Arthur Boyt o Jonathan McGowan llevan años pregonando sus virtudes. Han escrito manuales de cocina para hurones, tejones, conejos, zorros y toda clase de fauna salvaje (hay un manual en WikiHow). McGowan es más respetable; Boyt particularmente célebre por su excentricidad.
Argumentos. ¿Cómo suelen justificar sus costumbres? Con una mezcla de argumentos prácticos, morales e incluso ecologistas.
Es carne muy nutritiva. Los animales se han alimentado en libertad y su carne, muy baja en grasa, es rica en nutrientes de toda clase, como el Omega 3.
Es sostenible. Al contrario que la carne de granja o procesada, los animales no han sido mutilados, castrados o confinados en jaulas, y han muerto por accidente. PETA recomienda su consumo por encima de otras variedades. Éticamente es intachable y no genera emisiones.
Es segura, si bien hay que tener cuidado. Sólo se escogen los animales en buen estado. Son pocas las enfermedades que pueden transmitir a los humanos, y la mayor parte de bacterias se aniquilan cocinándolos mucho (varias horas).
Es gratis. Y en función del animal (osos, alces) muy abundante.
La cultura. ¿Puede convertirse en tendencia? Regiones como Virginia Occidental cuentan con ferias anuales de cocina de atropello. En Kentucky y en otras partes rurales del sur hay un estofado, el burgoo, que puede llevar piezas menores (hurones, tejones) halladas en las cunetas. En Australia el canguro está muy valorado (y ofrece abundante carne). En los estados fríos, el alce y el reno son carnes muy bien consideradas.
¿Estofado de ciervo atropellado? La barrera cultural es enorme, pero hay quien ha optado por derribarla.
Imagen: Joint Base Elmendorf-Richardson