“Vienes a mi casa, el día de la boda de mi hija, y me pides que mate…”, la frase de la famosa película de Francis Ford Coppola sigue resonando en las cabezas de todos los cinéfilos que se deleitaron con El Padrino en 1972. Ahora imaginaos la película sin la figura de Michael Corleone. Sin Padrino. No sería lo mismo. Podría estar pasando: la Iglesia Católica ha sacudido los cimientos familiares italianos este mes tras prohibir los padrinos en bautismos y bautizos en una diócesis.
Una Sicilia sin padrinos. Cuesta de creer.
Ya no tiene sentido. La diócesis católica romana de Catania, Sicilia, ha promulgado una prohibición de tres años sobre la antigua tradición de nombrar a los padrinos en bautismos y bautizos. ¿Motivos? Argumentan que la figura que alguna vez fue esencial en la educación católica de un niño ha perdido todo significado espiritual. En cambio, se ha convertido en una oportunidad de establecer contactos para las familias que buscan mejorar sus fortunas, obtener donaciones y hacer conexiones ventajosas con la mafia o agentes de poder locales que tienen docenas de ahijados.
La crianza de los hijos de Dios había caído al mundo como una costumbre secular entre parientes o vecinos, muchos deficientes en la fe o viviendo en el pecado, y ahora es un mero método para fortalecer los lazos familiares.
Y los lazos con la mafia. Los fiscales italianos incluso han rastreado los bautismos para trazar un mapa de cómo los jefes del hampa propagan su influencia, y las viudas de la mafia en los tribunales han guardado su más venenoso rencor para "los verdaderos Judas" que traicionan el vínculo bautismal. Una transgresión más asociada a la película de Coppola, especialmente la escena del bautismo cuando Michael Corleone renuncia a Satanás en la Iglesia mientras sus secuaces golpean a sus rivales.
Pero la Iglesia advierte que ha sido la secularización más que nada la que los llevó a borrar a los padrinos, una tradición siciliana que ha existido durante 2.000 años, o al menos desde los primeros días arriesgados de la Iglesia, cuando los patrocinadores conocidos por los obispos avalaron a los conversos para evitar la infiltración pagana. Resulta curioso que Salvatore Genchi, el vicario general de Catania, es padrino de al menos 15 ahijados. El monseñor dice que está bien calificado para el papel, pero estima que el 99% de los padrinos de la diócesis no lo están.
Viene de lejos. En 2014, el arzobispo Giuseppe Fiorini Morosini de Reggio Calabria, donde está arraigada la mafia 'Ndrangheta, propuso una suspensión de 10 años para los padrinos, argumentando en una carta al Papa Francisco que una sociedad secular había destruido espiritualmente la figura. Y eso también lo hizo propicio para la explotación por parte de los mafiosos.
En 2017, Michele Pennisi, obispo de Monreale, cerca de Palermo, acusó a los delincuentes de utilizar el término padrino para "dar a sus jefes un aire de respetabilidad religiosa". Emitió un decreto en un intento por desafiar cualquier idea de que los jefes del crimen organizado tienen un lado paternalista. La diócesis de Pennisi incluye Corleone, el pueblo embrujado por la vendetta en el interior de Palermo que fue el lugar de nacimiento de Don Corleone, el padrino ficticio de la novela de Mario Puzo.
Chantaje social. Muchos miembros de la Iglesia han acogido con satisfacción la noticia. El reverendo Angelo Alfio Mangano, de la iglesia de Santa María en Ognina en Catania, de hecho, explicaba que esto el da un respiro de esos personajes espiritualmente cuestionables que usaban "amenazas contra el párroco" para presionarlo a él y a otros a nombrarlos padrinos. El puesto se ha convertido en un mecanismo clave para el chantaje social y la usura, pero sobre todo como un método para hacer cumplir la arraigada cultura de parentesco ritual en Sicilia. Es decir, crear un vínculo más fuerte entre las familias.
En este reportaje de The New York Times, un pescador relata cómo hacerse padrino correspondió a hacer del padre de su ahijado un "comparador", o co-padre, de sus propios hijos. Le obligó a ayudar a sus problemas económicos. "Murió debiéndome 12.000 euros", explicaba.
Para abrirse puertas. Salvatore Cuffaro, ex presidente de Sicilia, también se ha pronunciado sobre el tema. Y es que, aunque dice que no tiene muchos ahijados bautismales, en realidad tiene “sólo unos 20”. Lo más increíble de todo es que sólo aceptó alrededor del 5% de las solicitudes. Fue buscado por sus "principios cristianos", demostrados durante décadas de vida política. "A pesar de lo que piensan algunos sacerdotes, presté atención a todos mis ahijados bautismales y les ordené que fueran a la escuela católica", señalaba. Cuffaro, apodado Kiss Kiss por su tendencia a besar a todo el mundo, cumplió casi cinco años de prisión por ayudar a alertar a un jefe de la mafia que estaba siendo espiado por la Policía.